Yo he sido defensor (y, es más, yo he recomendado y gracias a mí me consta que se han vendido ejemplares varios) de la novela de Samanta Schweblin, Distancia de rescate, pero, con todo, no quiero ni oír hablar de obra maestra, ni siquiera de obra excepcional, magistral o lo que se les ocurra que tenga que ver con altares menores. Que ni les pase por la imaginación, vaya. Distancia… es una novela entretenida, que se lee de una sentada y hace pasar un rato estupendo. Y punto. Porque también es una novela muy tramposa que nunca llegará a nada en la vida precisamente por eso, por mentirosa (porque las trampas sólo están permitidas siempre que no le salten a uno a los ojos durante la lectura; todo lo más, horas después, minutos incluso, y no es el caso).
Pero no estamos aquí para hablar de Distancia de rescate.
Mi problema (es decir, “problema”) con Siete casas vacías, que tampoco negaré haber disfrutado moderadamente, es que es casi más de lo mismo. Es que no me ha entusiasmado.
Esto, dicho así, e inmediatamente después del párrafo anterior o meses después de la reseña de marras publicada en este mismo blog y escrita a dos manos por un servidor de ustedes, suena inevitablemente bien. Tan bien suena, de hecho, que me los estoy imagino, a todos ustedes, corriendo presurosos a comprar librito.
Refrénense. Primero, hablemos.
No les haré perder mucho tiempo. Lo cierto es que realmente no tengo gran cosa que decir ni demasiadas ganas. Aquí es que somos mucho de extremos y cuando no los hay, cuando la novela se sitúa en un insípido ecuador, nos aburrimos a nosotros mismos y nos odiamos por no estar haciendo cualquier otra cosa mucho más divertida tipo leer las entrevistas y las reseñas de unlibroaldia blogspot etcétera.
Al lío.
Nota importante: la Samanta de este recopilatorio (que ganó un premio y tal, pero quién no lo hace hoy día; ganar algún premio, digo, si ya parece, en ocasiones, que no haya otra forma de publicar) es exactamente la misma de Distancia. La mismísima. Esto ya dice mucho. Todo, probablemente. Quiero decir, que si les ha gustado Rescate, fenómeno, a gastar capital; qué no, fenómeno también, lo que se ahorran.
Resumiendo: esperen sorpresas cero.
Samanta es una escritora hábil para crear atmósferas –pese a que todas las atmósferas acaban siendo bastante parecidas, hijas de la misma madre—, y para mantener una tensión a golpe de ocultar información al lector o exponiendo a sus personajes a situaciones de un estrés de origen incierto, que para el caso es lo mismo. Por ejemplo, la típica señora que, en su vejez y desde algo parecido a un enfisema pulmonar, se siente acosada por el hijo del vecino y va de acá para allá jugándose el pellejo y recordándonos tanto a nuestra dulce abuelita... O la señora (cuántas señoras) que se dedica a invadir hogares ajenos ante el estupor, la indignación y el histerismo de una hija que la acompaña allá donde vaya y que la disculpa y la saca de berenjenales varios. O la nena que se deja “secuestrar” por un completo desconocido que la regala ropa interior toda vez que la suya se ha perdido de una forma un tanto surrealista y absurda a más no poder. O…. Y así hasta siete, de ahí el título.
Los relatos de Samanta se dejan leer (no vuelvo a decirlo) pero tienen una sola cara. Son pildoritas de intriga, monodosis de suspense marca acme. Artificios tan efectivos como ligeros e insustanciales.
Si aceptamos que un relato deba ser, sea o, incluso, qué demonios, pueda ser (ahora bien, jamás única y exclusivamente) un instrumento de placer instantáneo (porque, las cosas como son, tampoco hay necesidad de trascender cada cinco putos minutos) y siempre y cuando atienda a las normas básicas de, uno, no aburrir (imperativo, esto) y, dos, no impresionar únicamente a golpe de prosa; pues siendo así, es decir, suponiendo o aceptando que un relato sea el equivalente a un episodio cualquiera de una temporada cualquiera de un serie cualquiera (una serie no especialmente abyecta, al menos) o lo que es lo mismo, un objeto que nos entretenga exactamente el tiempo que dure su lectura y la subsiguiente cerveza, entonces sí tendría que reconocer que los relatos de Samanta Schweblin no están del todo mal. ¿Que yo espero más de un relato? Sí, lo hago, pero también es verdad que cada vez menos.
Al final, es verdad, tenían ustedes razón: basta con bajar el listón un par de metros para que todo sea mucho más happy.
Creo que estoy empezando a entrar por el aro. Lo noto.
En nada estoy presentando libros.
Ahora se entiende todo, Tongoy. Considerar un cuento como un capítulo de una serie es como pensar que la ordenación de capítulos de una novela es una colección de cuentos en sí. Un disparate. El problema no es la crítica aficionada en internet. Lo grave es cómo os habéis hecho algunos con cierto renombre al estilo de los camisas pardas: soy un cazurro amateur, pero pego hostias como panes. Así que el fracaso de y en la lietratura era esto.
ResponderEliminarLa analogía no es perfecta porque, cierto, el relato es una unidad. Pero seguro que me ha entendido.
EliminarDe mi renombre, por cierto, culpe usted a quien corresponda.
Gracias por pasar, por dedicarme su tiempo, incluso para dejar un comentario. No sé qué sería de mí sin ustedes.
De nada. Y no lo he entendido porque es imposible entenderlo. Si quiere hacer reseñas buenas, no puede jugar con sobreentendidos. Analice, justifique y determine. Lo de los juicios sumarísimos sólo vale si uno es un mito viviente de algo. Si no, son de risa. No pasa nada, usted sabe de novela, pero de cuento y poesía no, cero. Se puede disfrutar de la literatura sin tener ni pajolera idea de libros, pero hombre, no siente cátedra, no menosprecie a su clientela, por muy torva que sea.
EliminarEso se lo concedo. Supongo que de algún modo se tiene que notar lo que me gusta y lo que no me gusta reseñar. Los relatos, hablar de ellos, es algo que me espanta, pero al mismo tiempo no parece muy justo no dedicarles unos minutos siendo como son también hijos de dios.
EliminarDe todos modos, como habrán visto en el post anterior, callo mucho. Eso tiene que honrarme de algún modo.
Ah, por cierto, la siguiente reseña casi seguro será también de relatos pero en esta ocasión se debe a que me han gustado mucho y no quiero dejar de recomendarlos. Para una vez que puedo.
Quizá, en su caso, pueda ser también una mala elección de libros o autores, no sé. Sí que tiene usted muy buen pulso para la visión de los recovecos de la novela. Quizá la inquina hacia otros géneros tenga que ver con cierta incomodidad o inseguridad. De todos modos, la idea de género literario ha cambiado. Hoy hay bastantes autores que hibridan las formas con brillantez y apenas unos pocos se reducen a escribir un sólo género, suelen ser sobre todo talleristas que hacen cuentos bajo fórmulas mil veces vistas y vendiendo la historia como si fuera el colmo de la novedad.
EliminarNo tengo ninguna duda, la elección de autores es pésima, pero ya me conocen...
EliminarAhora se entiende todo, Tongoy. Considerar un cuento como un capítulo de una serie es como pensar que la ordenación de capítulos de una novela es una colección de cuentos en sí. Un disparate. El problema no es la crítica aficionada en internet. Lo grave es cómo os habéis hecho algunos con cierto renombre al estilo de los camisas pardas: soy un cazurro amateur, pero pego hostias como panes. Así que el fracaso de y en la literatura era esto.
ResponderEliminarCoño. Iba a tratar de ponerle el punto y final al debate del "feminismo", de manera fina y elegante, as usual, y como, aquí, el que no corre, vuela, me doy de bruces con las impresiones de Tongoy acerca de los cuentos de la señorita Schweblin. Alguien cuyo apellido es ya en si mismo de cuento: "Los dilemas de la señorita Scheweblin". Pero... vaya, no divaguemos, vayamos a lo que vamos y no a lo que toca.
ResponderEliminarSobre el asunto este, tan de moda -nunca ha dejado de estarlo ni va a dejar de estarlo- del feminismo, decía mi admirado Jaume Perich lo siguiente:
"Un machista es un señor que mantiene que no ha habido ninguna pintora como Velázquez, ninguna escritora como Galdós ni ninguna música como Manuel de Falla, y resulta que él, el tío, ni sabe escribir ni sabe pintar ni tiene la mínima puta idea de solfeo.
Mientras que un "feminista" (y lo entrecomillo y aludo al término, atribuyéndoselo a un varón, con todas las prevenciones posibles) es un señor que defiende que las mujeres tienen las mismas capacidades intelectuales que los hombres y las mujeres muy inteligentes, las mismas que él.
Por ahí me parece a mí que van los tiros.
En cuanto a lo de Samanta Scheweblin, esta maujer parte, ya lo hemos dicho, con ventaja, con un apellido tan literomolón como ese, va a tener siempre a los editores a güebo.
¡Un saludo para todos!
Ahora que estábamos todos los machos aquí otra vez reunidos y dispuestos a despellejar a una damisela juntaletras, solos y felices con nuestras felonías, y vienes tú, bluff, manda huevos la cosa, a mentar a la bicha y, dios no lo quiera, atraer a hordas de anónimas furiosas y justicieras.
EliminarMereces un cielo rodeado de musas, majas y escritoras. Toda la eternidad gozando con ellas.
Y tú que lo gloses, Nomejj. ;-)
EliminarQué patético es todo aquí.
ResponderEliminary que lo diga.
EliminarOtra mindundi más que soportar con su tanda correspondiente de comentaristas. Y Turguénev para cuándo? Ese no da de comer, no?
ResponderEliminarTurguenev que se joda. Será que no se ha hablado de Turguenev...
Eliminar¿Has leído a Alice Munro? (pensando en mujeres relatistas con premio). "Demasiada felicidad" es genial, para mi gusto, irrelevante, pero ahí queda.
ResponderEliminarLeí cosas sueltas, nunca me dijo gran cosa. Creo que demasiada felicidad no fue una de ellas. Le echo un ojo. gracias.
EliminarPues yo me sigo preguntando por qué, con todas sus limitaciones, el libro de la Schweblin se va leyendo, y cualquier cosa de una Elvira Navarro, una Gema Nieto o una Espido Freire (con perdón) se le cae a uno de las manos. Es que así no vamos a ninguna parte, hostia.
ResponderEliminarHabrá que ver qué formación literaria han tenido unos y otros, qué cultura e historia; no ha de ser igual haberse formado con Borges o Córtazar que con Cela o Delibes.
EliminarLos que se formen con la Schweblin gracias a Tongoy serán los literatos del mañana.
EliminarSobre lo de la Schewblin: el tema es que se llama Samanta Schewblin y no Samanta López. Si se llamase López estaría imposibilitada para escribir algo decente, no algo genial, como apunta Tongoy, sino algo decente. y con esto no quiero decir que si se llamase Samanta López escribiría lo mismo y nosotros lo percibiríamos de forma diferente, es que no podría escribir lo que ha escrito llamándose López. Si se llamase López predominaría en ella la sangre española degenerada para la literatura. Escribe en español, es cierto, y todos sabemos que los idiomas de la gran literatura son el inglés, el ruso o el alemán (Gaddis, Faulkner, Dosto, Tolstoi, tal vez Mann...), por su venas corre sangre menos degenerada aunque hable y escriba en español.
EliminarSomos LOS ANÓNIMOS DEL BLOG DE TONGOY, los últimos, los salvadores, pertenecemos a una raza degenerada, pero sabemos sacar los ojos del fango y mirar hacia la GRANDEZA. Miramos a Rusia, a Estados Unidos, escribimos en español, conocemos nuestra condena, pero seguimos aquí, custodiando a la gran literatura lejos de Navarros, Nietos, Freires, López... No pasarán.
Somos lo últimos, está en nuestras manos.
Es occidente, coño, occidente.
Ambos anónimos tienen razón aunque algo más el primero, todo hay que decirlo. Allá en la Argentina los literatos del mañana no se formarán con la Schweblin sino con lo autores con los que se ha formado ella, mientras que aquí en Hispania la Nieto, la Freire o la Navarro se han formado no ya con Cela o Delibes, que podía ser peor, sino con Almudena Grandes o Muñoz Molina. Y así nos luce el pelo, por esas y por otras razones, como que desde hace mucho tiempo y en parte debido a la influencia de suplementos culturales interesados y revistas literarias de medio pelo, en España no se lee más que mierda. Por ejemplo, si hoy Alberto Olmos edita libros (es un decir) es porque alguien no sólo ha leído los que escribía (e igual sigue escribiendo) él, sino porque van a comprar y a leer también los que salgan bajo su tutela, algo que me resulta absolutamente inexplicable.
EliminarY tú has leído toda la bibliografía de Almudena Grandes, Elvira Navarro, Muñoz Molina, Alberto Olmos, Delibes, Cela, etc. y absolutamente todos los libros publicados en España desde 1945 hasta 2015 para saber establecer entre todos ellos interesantes correlaciones, analizar con precisión sismográfica los ecos e influencias de cada párrafo y determinar una concretísima hermenéutica que distingue quién ha leído qué en cada momento de sus vidas. Ah, espera, que sólo lees a Tongoy y te dejas llevar por lo que dice él. Así nos luce el pelo.
EliminarToda la bibliografía de todos ellos no: de algunos he leído varios libros que me parecieron pésimos, de otros sólo uno y me costó llegar al final, y de otros el que estaba leyendo se me cayó de las manos cuando iba por la mitad e hizo un agujero en el suelo.
EliminarEs que hay que ser cortico para necesitar leer toda la obra de un autor para saber si vale o no vale. Un lector avezado ya sabe por dónde va dicho autor con unas pocas páginas, a veces con la primera. Pero vamos, que si te lees un libro importante de su biografía ya sabes lo que tienes entre manos. Yo de Almudena Grandes leí al menos tres (cuando desconocía verdaderas maravillas literarias de otro tipo). Ha ido empeorando incluso. Cada vez escribe más obviedades. Aunque por otro lado me parece una buena puerta de entrada para la gente que anda muy atareada, no tiene tiempo o ganas de calentarse la cabeza y aún así quiere leer algo. Tampoco vamos a ponernos pedantes. Peor es ver el "Sálvame".
EliminarSólo con una página leída ya se puede vomitar la sentencia: eso es rigor y análisis serio. O hacer lo que decía la Montero de saltarse párrafos y leer en diagonal, eso también. Hay que joderse. Como decía el otro: así nos va.
EliminarNi de coña es peor ver el Sálvame que esto. Allí hay menos bilis.
yo he recomendado y gracias a mí me consta que se han vendido ejemplares varios...
ResponderEliminarTremendo. Tongoy el salvador.
Quién lo iba a decir, eh.
EliminarMariana Enriquez es a los Beatles lo que Samanta Schweblin es a los Rolling Stones. ¿Se entiende?
ResponderEliminarNo.
EliminarSí.
EliminarSe va entendiendo.
ResponderEliminarCada vez que alguien me recomienda a la profesional infracortazariana y frikimecánica Samanta Schweblin como la gran maestra del cuento argentino contemporáneo le pregunto si ha leído "La velocidad de las cosas" de Rodrigo Fresan. Lo recomiendo.
ResponderEliminar¿Es cosa mía o Tongoy escribe cada vez peor?
ResponderEliminarEl parrafito de "Si aceptamos.........", por ejemplo, se las trae. Total para decir que los relatos de Schweblin no están mal como mero entretenimiento.
No está mal este libro. Atmósferas, sí. A veces es suficiente, hay ejemplos clásicos.
ResponderEliminar¿Pero Vargas Llosa se ha muerto, o no ?
ResponderEliminarNo, joder.
EliminarHabláis de por qué Samanta Schweblin puede dejarse leer –nada que se acerque al limbo sublime en el que caminamos LOS ANÓNIMOS DEL BLGO DE TONGOY, en cualquier caso- y no se pueden acercar a esa grandeza las Navarro, Nieto o Freire… y no os dais cuenta de que es precisamente por ese nombre , por el Schweblin. Si se llamase Samanta González estaría imposibilitada para captar incluso un atisbo de la grandeza. Y no quiero decir con esto que si se llamase González escribiría lo mismo y nosotros lo percibiríamos como peor, sino simplemente que no podría escribirlo, los genes malditos dominarían su formación y su discurso. Es cierto que escribe en español y que posiblemente esté manchada por genes españoles, imposibles para la elevación de miras que poseemos nosotros, LOS ANÓNIMOS DEL BLOG DE TONGOY (y nosotros también estamos manchados por los genes malditos, pero al menos lo sabemos y contemplamos la grandeza, sacando la cabeza del fango patrio). La grandeza es anglosajona, es rusa. La grandeza es traducida. Se llama Schweblin y está menos manchada que nosotros, y sólo por eso consigue ser legible.
ResponderEliminarConocemos la grandeza, la miramos, somos conscientes de ella, somos lo últimos conscientes, aunque estuvimos condenados por todos los Celas, los Muñoz, las Monteros, y los Olmos de este mundo. Nunca pudimos formarnos con Borges y Cortázar (¿quiénes son estos que nunca llegaron a nuestra patria podrida?). La grandeza es Dosto, Tolstoi, Faulkner y Gaddiss. Lo sabemos, miramos la grandeza. Queremos salvarnos, pero nos llamamos González, López… estamos envenados de partida.
Somos LOS ANÓNIMOS DEL BLOG DE TONGOY, lúcidos en nuestra condena genética. Los últimos machos alfa de la literatura patria. Tenemos que cruzarnos con hembras anglosajonas, rusas, purificar nuestra sangre podrida, nuestro fango. Adiestrar a nuestros hijos híbridos en la grandeza de la literatura. Sólo así transcenderemos fuera de nuestro sistema editorial enfermo. Hijos que escribirán en inglés o en ruso, adiestrados por nosotros en la GRANDEZA.
Aún estamos a tiempo. Es nuestra responsabilidad. Un paso al frente.
Somos los últimos.
Es Occidente, coño, Occidente.
Qué finura y regateo, ni Garrincha.
EliminarMe avergüenzo de su pedantería cazurra y su traición a la patria, qué mierdas es eso de mezclarse con los de fuera y despreciar lo nuestro.
EliminarEs justo lo contrario, tenemos la generación de escritores mejor formada de nuestra historia, un grupo, entre los que son punta de lanza precisamente los Navarro, Nieto o Freire, que no para de lanzar obras maestras al mercado y que es el asombro y la envidia del mundo civilizado.
No me extraña que en estos aciagos tiempos crezca el pesimismo entre nuestras buenas gentes con personajillos de su lamentable catadura moral e infinita cobardía. Si no le gusta lo que hay aquí, váyase a freír espárragos, y escribir mamarrachadas, con la Samanta extranjera esa.
El patético Juanillo Soto se cree ingenioso por perpetrar este párrafo como anónimo.
ResponderEliminar¿Juanillo Soto? Por favor, no me hagáis perder el tiempo, compañeros, yo soy un ORGULLOSO ANÓNIMO DEL BLOG DE TONGOY, perfectamente inédito y por tanto puro. ¿Cómo voy yo, consciente de la grandeza, a rebajarme tanto como para publicar en una corrupta editorial patria, donde sólo prima el compadreo, las copas compartidas en los bares, la ignorancia y la ignominia?
ResponderEliminarNo me nombréis a mindundis, no caigamos de nuevo en esto. Debemos atrevernos a mirar de frente a la GRANDEZA. Con orgullo, con la altanería de los fuertes, de los elegidos. De los que escribimos sólo para nosotros mismos y el futuro.
Estamos aquí, somos pocos, somos invisibles, somos fuertes.
Anónimo y pelma.
EliminarHermano: cálmese, entiendo su frustración, pero debe redirecionar su rabia hacia otro punto. Somos pocos, no podemos morir por fuego amigo. Sienta la comprensión, el orgullo: somos LOS ANÓNIMOS DEL BLOG DE TONGOY.
EliminarYa está, otra vez, señoras que siguen a SotylloYbars, o a algún otro damnificado publicado.
EliminarPublicar es el horror, el horror, nada bueno puede salir de publicar. Si el sistema es corrupto, la publicación es corrupta. La literatura verdadera es extranjera o es silente. No hay más.
EliminarEsto es el colmo, este elemento sedicioso y de mala crianza hasta se mete con nuestras santas editoriales y tiene la caradura de insinuar corruptelas varias, cuando se ha demostrado, en toda ocasión y circunstancia, que son ejemplo de honradez, trabajo bien hecho y rechazo rotundo de todo tipo de enchufismo, nepotismo o mala praxis profesional.
EliminarUsted sí que debería ser silente. Y si es extranjero, largarse de una maldita vez.
Basta ya, levantisco.
Me gusta la expresión "damnificado publicado", su rotunda rima interna abre nuevas vías para que la literatura española rompa con sus limitaciones genéticas.
EliminarSotito/damnificado, no escriba usted igual que lee. Redundante en el chascarrillo autocomplaciente. No da más de sí. Busque rimas externas, a ver si las encuentra. El comentario de tablet caduca al amanecer. Más publicado, menos leído. Y ni siquiera folla más, ni mejor. Deberán buscar nuevos métodos anfetamínicos en el orden de la música electrónica o el instagram. La falta de lectores no se cura con la ignorancia. Los damnificados son todos unos genios, anónimos con nombre y apellidos.
EliminarDr J, stalker
Parece usted cabreADO
EliminarLe agradezco el cumplido. Lamentablemente, no es así. Esta hora del sábado, con un vermut, la disfruto en mi escritorio. Por la tarde, visitaré a una chica en el Ensanche. Creo que tiene dificultades para alcanzar el placer -no de la escritura, ella estudia ingenieria, por suerte nunca hablamos de libros.
EliminarSi tiene problemas para alcanzar el placer con usted... no deberían limitarse a hablar de libros?
EliminarEs en general, Nick. No se entera. Por suerte, no le gustan los libros. Todavía quedan chicas asin!
EliminarPersonalmente, me voy a pasar a la tal Samantha por ahi. Con respeto. Si tuviera que leer o comprar las oleadas argentinas campestres que nos colocan aqui cada tres días, con tramas incestuosas, oníricas, febriles o asintomáticas, no me quedaría tiempo para atender a mis pacientes, muchos de ellos afectados de glosogramia (leyeron en una ocasión un párrafo de SotitoYvars, Olmos, Muñoz Muermo Molina, Nocillas..) Es cierto que algunas de las afectadas están buenorras o dan bien en foto, tipo Pola Olaixaroc o Ariana Harwick. Ahora, se estrujan el cerebro bien con elevadas suspicacias intimistas, lirismos de barrio hondo, campiñas, faldas al viento y ganas de matar en general. Nada, a ver si superan a Cortázar en Casa Tomada. Dije Cortázar? A ver cuanto tarda en aparecer la Yeni Diaz. No me toquéis a Cortázar..
ResponderEliminarDr J, desde el cercanías de Mataró
¿No serás tú el pelanas, ese, que va los sábados a tomar el aperitivo al Espinaler con el Tristram Shandy en la mano? A ver cuando te la acabas de una vez, hermoso.
EliminarPor cierto. Otra de chica argentina, una criaturita, que, a mí, me ha parecido bien: "Filos" Giuliana Caleca. No es que vaya a cambiar tu vida pero bueno...
Es más difícil que Tongoy entre por el aro que que un camello pase por el ojo de una aguja.
ResponderEliminarEsa historia del pelanas y el Espinaler tiene buena pinta. Más detalles.
ResponderEliminarSí, por favor, y que nos enseñen el Tristam Shandy...
ResponderEliminarTraducido por el joven Marías, of course.
Eliminar- Hola, me llamo Juan Soto y me publican mis libros.
ResponderEliminar- CORO de Modernos falsos> Hola, Juan Soto. Cómo molas.
- Ya, pero no sabeis lo mejor. Publico mis opiniones agudas y originales en ElConfidendial, medio de referencia, es los nuevos jueves.
- CORO.- Nos molas, Soto. Publicar es bien. Amor máximo.
Acho!
EliminarConfieso no haber leído más de tres artículos de este escritor y concluyo que jamás leería un libro suyo: es lamentable su redacción de colegio y humor fácil.
ResponderEliminarSi Alberto Olmos se pasa al relato... ¡Tachán! ¡Carlos Tongoy se pasa al relato!
ResponderEliminar¿Es increíble, no? :D
Hola, me llamo CArlos Tongoy y me autopublico mis reseñas.
ResponderEliminar- CORO de Anónimos> Hola, Carlos Tongoy. Cómo molas.
- Ya, pero no sabeis lo mejor. Publico mis opiniones agudas y originales en LAMedicinadeTongoy, blog de referencia, es los nuevos jueves.
- CORO.- Nos molas, Tongoy. Autopublicar es bien. Amor máximo.