martes, 13 de septiembre de 2022

“Los Netanyahus” de Joshua Cohen (Trad. Javier Calvo)

La historia de este libro tiene como origen una anécdota de juventud que Harold “Canon” Bloom contó a Joshua Cohen cuando andaban los dos a partir un piñón. Cabe suponer, por tanto, que, una vez desechadas las capas de cebolla propias de la ficción, el fondo de asunto sea (in)fiel reflejo de la realidad, lo cual confiere un valor añadido al resultado por aquello de que la realidad supera siempre la ficción, etcétera, ya que se cuenta algo que, de puro absurdo, no creeríamos remotamente.

El protagonista es Ruben Blum, un judío que no ejerce de tal ni bajo presión familiar. Son solo años sesenta y Blum es profesor en una pequeña universidad del sur de Nueva York que peca de lo mismo que pecan el resto de las universidades del mundo, motivo por el cual la novela es una comedia descacharrante de principio a fin. En un momento determinado, y por culpa de los microrracismos propios de una comunidad que no se sabe aria, a nuestro héroe, sin estar preparado para semejante cosa, se le pide que evalúe a un candidato a profesor, nada menos que Benzion Netanyahu, historiador israelí especializado en Inquisición Española, casado con un bicho y padre de tres alcornoques (por ese orden), entre ellos el que llegará a ser primer ministro de Israel. El enfrentamiento (o, más bien, la ausencia de tal) entre un sionista militante y un judío americanizado estaría garantizado si no fuese por la pusilanimidad del segundo, no tanto a un nivel académico, donde todo queda en estupor general mal disimulado, como en lo personal, cuando, por mero capricho, los Netanyahu deciden acampar en el salón del profesor Blum, que nunca parece tener demasiados problemas.

Los Netanyahus es una novela rabiosamente divertida que trata sobre la identidad y otros pesares (hilarante la parte dedicada a la nariz judía de la hija del protagonista o cualquier momento en que patriarca israelí abre la bocaza); que presenta unos personajes originales a la vez que estereotipados en tanto que profundamente reales, y que entre broma y broma nos cuela algunas cargas de profundidad ideales para criticar prácticamente todo aquello a lo que en un momento u otro se hace referencia, léase el acomodado mundo académico, la irresoluble cuestión judía, las relaciones paternofiliales o el soterrado racismo institucional.

Termino ya.

Les voy a contar un secreto: al contrario de lo que me gusta dar a entender, acostumbro a sobrevalorar muchas de mis lecturas. Por lo tanto, todo aquello que en un momento dado —durante o inmediatamente después de la lectura— recibe una atención o una valoración inmerecida, termina, al cabo de los días, encontrando su lugar en el inframundo, no sé si por justicia divina o simple sentido común. No ha sido el caso. Andado el tiempo, la novela de Cohen (del que no se habla más porque USTEDES no quieren) ha crecido y lo que en su momento me parecía notable, ahora es un sobresaliente incontestable.

Anoten esto: Los Netanyahus (de puro “jodidamente buena”) será una de las novelas del año o no será.




- Cuando éramos jóvenes, nos lo tomábamos todo muy en serio. Todo lo que leíamos. Todas las exposiciones y con ciertos y libros. Todos aquellos poemas. Éramos gente seria que creía en las cosas. En las ideas. Con gran sinceridad. Y nuestra forma de hablar: «estética ética» y «las pasiones morales de la cultura». Nuestra forma de hablar de política: «la libertad del miedo», «la libertad de los deseos», y el hecho de que era honorable servir a tu país, y la idea de que ser escéptico hacia tu país también podía ser una forma de servirlo... Éramos muy solemnes y estábamos llenos de principios, pero también de intensidad, en relación con la democracia y el amor y la muerte, como si supiéramos qué son esas cosas...
- Me acuerdo. Éramos unos judíos como Dios manda.
- ¿Pero a ti qué te pasa? ¿Quién ha dicho nada de judíos? Estoy harta de oír hablar de judíos. Estoy hablando de nosotros.
- Lo siento.
- Lo que te intento decir, Rube, es que conocer a ese hombre horrible [Benzion Netanyahu] y a su horrible mujer me ha hecho darme cuenta de algo. Me ha hecho darme cuenta de que ya no creo en nada, y no sólo eso, sino que además no me importa. No tengo creencias y me parece bien; me parece mejor que bien, me encanta... Me encanta estar envejeciendo sin convicciones...



5 comentarios:

  1. A mí me gustó, sobre todo por el patetismo irónico con el que retrata no sólo a los Netanyahus, sino a todos los protagonistas. La pátina burlona y sarcástica está presente en todo momento. Aunque a mi juicio, en algunos momentos puede faltarle algo de fluidez o algo que no sé cómo llamarlo -porque se lee con interés y facilidad-.

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  2. Muchas gracias, Tongoy. Muy buena recomendación.

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  3. La leí hace unos meses, casi directamente después de mi primer Joshua Cohen, BOOK OF NUMBERS, que me había impresionado sin dejar de antojárseme algo caprichoso. THE NETANYAHUS, en cambio, creo que es ya una novela redonda. Me alegra que la haya traducido Javier Calvo.

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  4. Suena muy interesante. Lo buscaré.

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  5. Hola. Vengo del post de 'La Familia'.
    ¡Válame Dios! (Como dice Don Quijote) esta novela, 'Los Netanyahus', sí que pinta muy bien para una próxima lectura mía. Gracias por publicar. Saludos cordiales!

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