Hoy voy a empezar con una cita de esta novela. Es más. Hoy voy a incluir muchas citas en la reseña; voy a dejar que el libro hable por sí solo. Mi intromisión será mínima. O casi; ya saben que me pierde la boca.
En un momento determinado una madre pregunta a su hijo (el protagonista) qué problemas tiene. Aquí la respuesta del nene: atentos: «Por ejemplo, la soledad, la incapacidad para volver a amar, la desesperación, la frustración, el rencor hacia todos vosotros, el fracaso de mis inquietudes literarias, las ganas de desaparecer, culpabilizar a mi hermana por haberse suicidado y haber destrozado mi posibilidad de ser feliz, y la adicción a la cocaína como única salida, como válvula de escape, como manera de sobrevivir, y tal vez algún otro problema de índole menor como la aparición de canas en la barba, unas erecciones cada vez menos intensas y una envidia malsana a todos los escritores jóvenes del nuevo boom, o miniboom, o postboom, que tienen más facilidades para publicar que yo.»
La negrita es mía.
Qué importante, publicar, eh, qué gran problema que otros mindundis lo hagan antes y mejor que tú, eh, qué gran putada no ser literato de reconocido prestigio en este barrizal de letras varias que no merece ni un ápice de la atención que recibe: «[…] , lo mejor que le podía pasar a la triste literatura de este país miserable es que se fuera muy a tomar por el culo».
Pero sí, PUBLICAR, ¡qué importante y qué necesario!
Claro que por otro lado, el muchacho, el protagonista, al ser escritor, qué otra cosa puede hacer, a qué más puede aspirar. Bueno..., escritor..., quiero decir, ser humano al que le gusta la literatura e intenta escribir un nuevo libro pero no le sale, claro, porque está siembre metiéndose cocaína y claro, bajonazo, y claro, la literatura como tabla de salvación, y claro, todo este esfuerzo para qué si al final na de na: «Has escrito dos novelas que nadie ha querido publicar y tienes otras dos empezadas, has terminado una veintena de cuentos, has escrito más de cien artículos sobre literatura que no han cambiado nada, has entrevistado a más de cincuenta escritores españoles y extranjeros, en persona, por teléfono o por email, has publicado reseñas de libros, algunos de los cuales ni siquiera te habías leído».
De ahí la autoficción. Bueno, de ahí y de aquí: «Necesitamos saber si los autores son héroes o villanos para evaluar si son o no verdaderos escritores. Para contar cuentos de príncipes y dragones ya están los políticos, las series de televisión y la prensa. La literatura del siglo XXI exige algo más. Henry Miller escribió: la literatura del siglo XXI será autobiográfica o no será».
Requisitos, pues, para ser escritor: saber escribir, tener suerte, un padrino, saber chuparla correctamente. Ganar un premio. Cuando no, llorar: beber, drogarse, contarlo: «Cualquier texto es mejor que la vida real porque en una ficción siempre habrá más sentido y verdad que los hechos insustanciales de la cotidianidad. Estás harto de escribir este Diario de un cocainómano, estas Confesiones de un madrileño consumidor de cocaína, esta Historia de un cocainómano contada por sí mismo, este Autorretrato con cocaína, esta lucha desesperada por salir adelante. La literatura ¿podrá salvarte? ¿Qué o quién lo hará? ¿Existe la salvación? ¿Está a tu alcance?». No, claro que no, la tontería no tiene cura. Pero al menos podrás publicar. Porque de eso de trata, ¿no?, de publicar. No perdamos de vista el objetivo, no se nos vaya a escapar: «El tirano Soto Ivars te asegura por teléfono que gracias a la tragedia que has padecido y a las cicatrices que ha dejado en tu cuerpo es más fácil que ahora te publiquen». Pues claro que sí.
El tirano Soto Ivars. Esa es otra.
Llegado un momento en la puta novela (o en el dichoso diario, como prefieran) casi no se habla de otra cosa que de Soto Ivars (un joven escritor al que le han regalado una columna no sé dónde no sé por qué ni en base a qué filias) como ejemplo a seguir.
Lo digo completamente en serio. Yo sé que esto hay que tomárselo con humor, es decir, con el humor con el que está escrito, pero a mí estos chistes privados de endogamia literaria me hace gracia un rato y otro rato me hacen llorar de vergüenza ajena: «Hace días que te persigue el fantasma del tirano Soto Ivars, un joven escritor a quien aún no has tenido la suerte de conocer, un joven escritor que termina todos los proyectos que emprende y se lanza a por otros nuevos que nunca deja a medias, un escritor que huye del patetismo de los principiantes y asume su valía y se enfrenta a cualquier reto para lograr el éxito a toda costa, una postura lúcida y desde luego más rentable que la tuya, lo que no hace sino evidenciar tu condición de escritor fracasado, inédito y desesperado».
Y a partir de ahí todo son señales.
«Cuando estuviste con la joven doctora te habló de un joven escritor del que, por cierto, no estaría nada mal que aprendieras algo puesto que se había leído una novela suya y además le seguía en Twitter y era su amiga número un millón, aproximadamente, de Facebook. Tú no tienes Twitter ni Facebook y ni siquiera conoces al tirano Soto Ivars, pero está claro que la nueva literatura de este país desmemoriado necesita escritores como él».
¿Ven lo mismo que yo?
Sí, eso es. La LUZ.
En cualquier caso si algo queda claro en esta novela o diario o lo que sea es que drogarse sería, caso de no ser tan cara, una solución cojonuda a los problemas derivados de la pobreza y/o la mediocridad: «Cuando estás drogado no piensas en el dinero que no tienes ni en los libros que jamás escribirás ni en los países que no has visitado ni en tu triste condición de escritor fracasado, y ni siquiera piensas en la muerte que te espera y que está cerca».
También queda claro, en este conglomerado de experiencias vitales, que la literatura (perdón, la literatura no, ¡la nueva literatura!) ya no sirve absolutamente para nada: «La literatura no sirve para nada».
Pero es que… PARA NADA DE NADA DE NADA: «Cada vez tienes menos claro por qué los escritores siguen escribiendo libros cuando ni aunque viviéramos doscientos años seríamos capaces de leer los miles de ellos que ya están escritos y que en cierto sentido son insuperables. […] Ortega y Gasset, hace casi un siglo, se preguntaba qué sentido tenía dar más libros superfluos a la imprenta. ¿Alguno de los libros que planeas escribir tú podrán escapar a este pobre destino?»
Probablemente no, pero mira, de entrada, te han dado un premio, Dani. Ya es algo.
Pasito a pasito.
Lo siguiente será cambiar el mundo.
«Con la primera copa en la mano, todos empezabais a hablar de la necesidad de renovar la repetitiva literatura de este país decadente. Con la segunda copa, todos te decían que tenías que ser tú quien renovara la ultrajada literatura de este país corrompido. Tras ingerir la tercera copa, tú les asegurabas que no, que estaba claro que iban a ser ellos los que renovaran la pútrida literatura de este país pestilente. Encerrados en el baño, con la cuarta copa apoyada en el retrete, todos estabais de acuerdo en que la literatura de este país da asco y que no merece la pena renovarla porque está muerta».
Excepto la de Soto Ivars, of course, pero esta es una cosa que, con poco que leas, lo ves enseguida: «[…] lees libros. Relatos de alguna antología de jóvenes escritores en las que están todos los gilipollas con suerte que no son tú y novelas que empiezas con admiración pero nunca terminas por hastío o envidia».
En cualquier caso la novela, diario… bah, la autoficción esta se resume, y muy bien, en esto: «A lo mejor la adicción a la escritura es más peligrosa que la adicción a la cocaína. A lo mejor ambas adicciones son una sola. A lo mejor sólo eres adicto a una vaga idea de lo heroico y lo enfermizo. A lo mejor eres un genio. A lo mejor eres mediocre. A lo mejor eres una persona normal y corriente, tan normal y tan corriente que te asusta pensarlo».
El miedo a la mediocridad como señal de normalidad, el miedo a no destacar (a los treinta años, no me jodas); el miedo a ser uno de tantos que se creían tanto, que prometieron tanto, que se vendieron como tanto y acabaron no siendo nada más que unos pobres imbéciles: «Reordenas una serie de escritos inacabados y se los envías por email al tirano Soto Ivars. Durante el proceso te descubres comparando esos textos con los de José Ángel Mañas, Alberto Olmos, Ray Loriga, Agustín Fernández Mallo y algunos autores más que en su momento fueron una revelación y dieron alas a una generación de escritores. Tus objetivos son más ambiciosos y tus pretensiones superlativas, lo cual no dice nada en tu favor, pero tal vez ellos también creyeron, en sus inicios, que eran diferentes y que serían diferentes y que su rebeldía y su escritura no era deudora de nadie y que su maestrazgo crearía escuela aunque nadie que supere la treintena vaya a leer jamás cualquiera de sus libros. Ser joven y ser escritor te coloca en una tesitura incómoda que no es fácil de manejar. Ser joven, ser escritor y ser famoso te convierte en un auténtico gilipollas».
Yo aquí me perdí, no sé ustedes, y ya no sabía si hablaba también de Soto Ivars o lo excluía por amor a su arte, pero en cualquier caso a esta novela ha tenido un reconocimiento que probablemente no merecía por razones que tiene mucho que ver con esa puta manía que tenemos los cuatro que leemos y los doscientos que escriben de dejarnos engañar por las memorias literarias firmadas por borrachos o drogadictos o jugadores empedernidos, por hombres y mujeres que no dudan en arrastrarse por el cieno cual serpientes y desde la mayor de las desvergüenzas nada más que para acceder al cuestionado Olimpo que ocupan los columnistas de moda aunque sea vía sospechoso (no tanto por jurado como por definición) premio que te crío.
No la he leído. Aquila non capit muscas. Buena tarde.
ResponderEliminarYa puestos, que lo hubieran llamado Farlopa. Y lo digo en serio.
ResponderEliminarYo la he leído y no me pareció mala novela, se deja leer y a ratos entretiene. Has escogido a propósito esas citas para que parezca que los delirios de grandeza inundan todo el texto, pero no es así. La última palabra es crio, sin tilde: "premio que te crio" (ni crío ni crió).
ResponderEliminarCuándo alguien se va a atrever a contar la verdadera historia de Soto Yvars en el ático de Nacho Merino? Será Algorri? Será Bellver? Alguien tiene que hacerlo.
ResponderEliminarPues cuéntalo tú, no te jode.
EliminarSi es lo que parece, a mí esta literatura juvenil angustiosa me entretiene, aunque me da algo de lástima pensar en la vergüenza que le dará al autor cuando se relea dentro de diez años. Le echaré un vistazo si la venden en digital. Con los pedazos sueltos no me hago a la idea del estilo. Lo de Soto Yvars... ¿no hay más chistes privados, menciones a tutiplén a muchos amiguetes o enemigos? Porque no acabo yo de pillar a qué viene. Será un pacto de mención de esos. Como los de sangre, pero de citarse.
ResponderEliminarJajaja que ridícula ansiedad por sobresalir. Imbéciles!!! Jajajaja
ResponderEliminarQue Tongoy descontextualiza y cita los fragmentos más mierdosos de un libro que quiere destruir es algo que ya sabemos. Lo que sucede en este caso es que la novela (o nonovela) es una basurilla, un tostón vamos. Lo que más me inquieta es que la ha publicado una editorial espléndida y muy seria. Eso sí que da miedo.
ResponderEliminarA mí me ha recordado a otro bluff, en este caso hispanoamericano (y que por esa misma razón llegan a España con un aura de prestigio y recuerdos del boom, nuevo Vargas Llosa y toda la pesca...) que fue Jeremías Gamboa y su nonovela "Contarlo todo", una cosa ilegible e infumable pero que fue celebrada como si fuese la gran esperanza de las letras hispanas.
El año anterior ganó un mexicano, con una novela que se llama París D.F. y estaba bastante bien.
Eliminar¿El Jiménez no tiene amigos que vengan a defenderle en hordas o es que ya todo el mundo pasa de este blog? Esto ya no lo resucita nadie.
ResponderEliminarJajaja, si yo le contara...
Eliminar¿Qué coño pasó en el ático de Merino?
ResponderEliminarYo tampoco entiendo las menciones ocultas al tal Soto así que tendré que centrarme en lo que importa, la entrada de Tongoy. Independientemente de que los extractos tengan mala o buena intención(son espantosos, literatura muy barata) el argumento que suma juventud de niñato en la treintena que quiere publicar algo(no escribirlo, publicarlo, ya queda subrayada la intención), toma coca y realmente nada más... Bueno, parece libro vacuo de manual. Catálogo de clichés en potencia. Normalmente vendría a decir que a pesar de Tongoy lo leería. Pero es que leyendo la sinopsis ya me voy buscando otras lecturas más provechosas. Un maestro de la literatura no suele tener fragmentos tan malos y sonrojantes como esos. Creo que esta vez nos podemos saltar el tiro al blanco contra el mensajero. Aunque claro, lo bueno que tiene Tongoy es que lo deja pasar todo. Incluso los comentarios conspiranoicos. Mola.
ResponderEliminarJosé Ángel Mañas, Alberto Olmos, Ray Loriga, Agustín Fernández Mallo... grandes y sublimes referencias de la literatura española y mundial.
ResponderEliminarVergüenza ajena.
No sé si a Ray Loriga habría que meterle en esa lista. Creo que, a pesar de todo, tiene más talento que los acompañantes. Me gustaría leer un artículo largo sobre su vida y milagros, al estilo de los del New Yorker; seguro que sería un retrato generacional muy interesante de la España de los 1990-2000. Si alguien sabe que esto exista en algún sitio, por favor indíquenlo.
Eliminar¿Soto Ibars es un tirano como Calígula? ¿O como Juan Luis Cebrián? ¿Pero qué mierda es ésta?
ResponderEliminarPerdón, la última frase no debía ser interrogativa. Corrijo:
Pero qué mierda es ésta.
Lo he leído TODO y, parangonando al gran Josie Pacheco, "no tengo parole". Ja ja!
ResponderEliminarNo pasa nada, hombre. Nadie conoce a este chico, ni a Yvars y cía fuera de sus facebooks y de blogs rarunos como éste. Da igual.
ResponderEliminardesgraciadamente no es así y cada vez se promoverá más la cosa:
Eliminarhttp://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/07/actualidad/1465297297_996739.html
Lo País, prensa de calidad y alto contenido...
Si mal no recuerdo, prácticamente todo lo que ha escrito/publicado le Frédéric Beigbeder va de "me meto coca/me follo unas titis tremendas" (para mi vergüenza tuve una temporada en que me dió por Beigbeder). Visto así, Daniel Jimenez no ha errado demasiado el tiro.
ResponderEliminarA tos estos, los lunasmiguelos del mañana, les gusta tanto la pasta y el éxito que hasta escriben no-velas. Como me dijo un niño el otro día "ruled by profit", me muevo por la pasta. Meter lo de la cocaína en el título es tan burdo que en breve lo fichará Almodovar Mondadori. Creo q otra novelita, de Elvira Navarro o no sé, en la primera página llevaba compresas o comida de coño o extrarradio. En esa línea, el mejor último poema de Poor Gang se merienda a todos estos raperos de la nada agustinesfdezmallos. "Tu coño es mi droga", en youtube. Unos lyrics muy hondos que terminarán en Penguin house. "Quiero tocar tu toto". Los chicos captaron que meterse rayas en libros y canciones ya cansa.
ResponderEliminarDr J, en el diván
Con leer tan sólo el primer párrafo me hago una idea ... Que triste ...
ResponderEliminarPor fin! Estas son las reseñas que nos dan la vida, Tongo. Menos extranjeros consagrados y más españoles, coño!
ResponderEliminar¿Y no será una novela cómica encubierta?
ResponderEliminarComo las del Pérez Vega...
Eliminar¿Qué le parece Dr.Tongo?
ResponderEliminarhttp://www.fansdelmadrid.com/de-como-el-madrid-gano-la-decima-gracias-a-la-psicomagia-de-von-rothbart/