Me hago fuerte en mi pereza y tardo aproximadamente seis meses en reseñar esta novela. De ahí el título del post. Lo que quiero decir es que me van a tener que perdonar lo vago del recuerdo que tengo de los detalles. También podemos ver el lado positivo de la cuestión y agradecer una reseña que hable de lo que queda de una novela una vez que ha pasado tanto tiempo por ella.
La cosa de va de arte.
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Dark Room
El 15 de agosto Miguel Ángel Hernández se hace eco en las redes sociales de la siguiente noticia: Abel Azcona, de profesión artista, es ingresado en una clínica de Madrid. Este ingreso, dice la noticia, pone fin al proyecto Dark Room.
No siendo el proyecto Dark Room el proyecto más famoso del mundo se siente uno obligado a hacer un resumen de la cuestión.
Abel Azcona decide encerrarse durante 60 días en un espacio de seis metros cuadrados situado en una galería de arte como parte de un proyecto llamado “Confinement In Searh of Identity” que traducido al inglés de Teruel viene a decir algo que tiene que ver con la identidad y el confinamiento. Abel Azcona lo explica mejor que yo, que por algo es el padre de la criatura: “En el exterior encontramos a diario miles de contaminantes, en mi caso voy a entrar a “Dark Room” con muchos de ellos, y quiero explorar en mí mismo mi propia capacidad de desprenderme de ellos y encontrarme a mí mismo desde cero. Perder la noción del tiempo y de mi propio yo. Construir una identidad no contaminada. No marcada por un abandono”. Más allá de lo sensacionalista de tan estúpida idea, que perfectamente podría llevarse a cabo en el bosque de Walden, está la cuestión de mí mismo, a mí mismo, yo y mis circunstancias, que si algo demuestra es que el problema de Abel tiene mucho que ver con la identidad.
Total, que no fue bien. A los 47 días, después de llevar dos inconsciente, se llevaron al muchacho al hospital. Dos días. Dos. Tuvieron que pasar DOS días. ¿El arte hace idiotas? Pues igual sí.
En 2007, en Managua, un tal Guillermo Vargas ató un perro a un pared, lo privó de agua y alimento y lo dejó morir. A su lado un cartel decía “Eres lo que eres”. Vargas pretendía (o eso decía a perro pasado) demostrar la hipocresía y pasividad de la gente. Parece que lo consiguió puesto que nadie le pidió que soltara al perro ni saltó la cinta para desatarlo. Lo cierto es que a nadie le importó un carajo el perro mierda ese. La gente se limitó a verlo morir. ¿Por qué no iban a hacerlo? Al fin y al cabo, ¿no estaban en un museo? ¿no era aquello ARTE? Pues entonces. Tal como dice el propio Vargas: “Los límites son los que el artista se impone” y, ¿quién es el público para llevarle la contraria a un artista? Ya se ha visto que no hay huevos.
La parte que menos entiendo de todo esto es porqué no dejaron los vigilantes de Abel (Abel no es el perro) que transcurrieran los 60 días antes de sacarlo del armario. Recordemos que debían pasar 60 días para que éste se encontrase a sí mismo, ni uno más, ni uno menos o de lo contrario hubiese dicho “cuando me encuentre a mí mismo, saldré”. Está claro que ya no hay artistas como los de antes. Lo que era Amor al Arte, ahora parece simple Encoñamiento. Desde luego tiene mucho más mérito el perro, dónde va a parar.
No, Abel no tuvo tanta suerte como el perro. A él no lo dejaron morir. No esperaron los 60 días que él estimó oportunos. No le dieron la oportunidad de encontrarse a sí mismo y a cambio nos dejaron una obra inacabada de 47 días que ahora no sabemos dónde poner. La pregunta es la siguiente: ¿y si no fuese Abel sino un inmigrante sin papeles, remunerado a razón de 1000 euros el día, el que se metiese en una caja para demostrar no sé qué, lo que sea? ¿Sería todo exactamente lo mismo o simplemente parecido? ¿Sería esto también ARTE? Bueno, pues de eso trata “Intento de escapada”, una novela anterior a esto del Dark Room.
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Intento de escapada
No recuerdo exactamente la razón por la que Jacobo Montes, el gran artista social del presente, propone al inmigrante cerrarse en el cajón arriesgándose a morir de hambre, sed o desesperación. El caso es que lo hace y que el inmigrante acepta.
Conviene aclarar que Jacobo Montes no es el protagonista, no al menos directamente aunque sí es verdad que acaba siendo el personaje interesante y sobre el que se centra la acción. El protagonista real, Marcos, es un estudiante de Bellas Artes de erección fácil y consumación imposible al que se le ofrece hacer de guía y ayudante del gran Jacobo Montes durante la preparación de la que será su próxima performance, una cosa que se intuye espectacular, que es como tiene que ser el arte, siempre un poco más espectacular que el de la semana pasada.
Yo creía que la novela de Miguel Ángel Hernández fallaba en el personaje de Marcos (un ser demasiado inocente para ser estudiante en el último año de carrera) hasta que descubrí la existencia Abel. Bromas aparte, hay un punto de ingenuidad en el personaje protagonista que no es normal. Se supone que el joven e inmaduro e inexperto y virginal Marcos ha estudiado una carrera y que llevarse las manos a la cabeza por ciertas obras que ya no sorprenden (aunque sí repugnen) es como bastante insostenible de puro increíble.
Eso y que la novela no da para tantas páginas como tiene. Guardo en el recuerdo vago de un epílogo innecesario y una parte central que da demasiadas vueltas a lo mismo y dónde tiene lugar una investigación de calle (Marcos investigando para Montes la cuestión de la inmigración como si Montes fuese imbécil) que parece la versión Aburrida (así, con mayúsculas, que hoy nos hemos levantado atrevidos) de un Especial Callejeros.
De todo, me quedo con la reflexión en torno a los límites del arte, límites que ya supondremos inexistentes y completamente ajenos a la dignidad humana y canina. Por eso el comienzo de la novela es lo mejor. Se habla de la cuestión el perro mencionada un poco más arriba, o la de unos vagabundos a los que se les paga a cambio de que se coman sus propias heces o de artistas que se golpean los testículos para demostrar que la polla sirve para algo más que para pensar. Al final de la novela se mete a un negro en un cajón, se deja reposar, se expone en un salón y se deja que el público adivine si es un fake, un cadáver o Abel Azcona tirándose un pedo.
Hasta aquí hemos llegado (de momento).
ResponderEliminarYa suponía que lo de ser artista requería un compromiso a jornada completa, pero nunca hubiera imaginado el nivel de ese compromiso.
Vuelvo a Chaves Nogales, para seguir comprobando lo que la estupidez y crueldad ajenas pueden llegar a suponer de compromiso obligado para muchos, demasiados.
Di que sí, Alberto: yo he leído hace poco "A sangre y fuego" y he flipado con esa obra maestra.
EliminarEn eso estoy Mike. De hecho, debo afirmar que fue culpa tuya y de tu reseña, que me animó (en un último empujón). No sé si dejaré constancia en el blog, que supongo que sí, aunque imagino una cosa más alargada que una reseña.
EliminarUn saludo.
Cuando retiraron el cuerpo del maltrecho Abel, ¿también lo sustituyeron por una pantera para seguir atrayendo al público a modo kafkiano? Anda que... todo muy novedoso e impactante.
ResponderEliminarY eso de encontrarse a uno mismo no sé muy bien en qué consiste de verdad, (yo por mucho que lo intente no logro perderme de vista)pero seguro que tal momento epifánico es digno de presenciarse. ¿Será en plan: "¡Eureka, me encontré!"?
El libro no apetece mucho por lo que cuentas.
Abrz
El libro parece haberle gustado a todo el mundo, Cadou incluido. Lo digo por si quieres intentarlo igualmente. NO me dejes con toda la responsabilidad por más que sea yo el único que tenga razón. Disimulemos.
EliminarBueno, a Cadou vamos a perdonárselo, está muy mayor :)
EliminarTengo unas cuantas anotaciones hechas de otros libros que has recomendado últimamente, así que no voy a perder el tiempo ni la pela con cosas que no me convencen. Pero sí, la responsabilidad es toda tuya, siempre.
(Respeta a tus mayores. La tercera edad es un grado).
EliminarAférrate a esas recomendaciones, este mes viene chungo (de reseñas, no de lecturas).
Yo aún no lo he leído, pero siempre que os he leído una reseña me ha recordado mucho a Tesis, de Amenábar, que ya en su día puso el dedo en la llaga respecto a esa morbosa barrera entre arte (aunque fuera cine) e inmoralidad en nuestros tiempos.
ResponderEliminarPara continuar con las trastadas de Abel Azcona, nada mejor que el manifiesto que tiene con Omar Jerez, otro que tal baila. Esperaba una aproximación tuya más hooligan hacia el mundo del arte. Algo así como decir "Esto puede hacerlo mi hijo" en referencia a casi morir encerrado, ese acto performativo. Total, benévola pero buena conexión Azcona - MAHN.
ResponderEliminarHija. Mi hija no aguanta en un cajón ni cinco minutos. Le pega más a mi madre, la verdad.
EliminarAzcona se las arregla bien para hacer un esbozo de lo que viene a ser el mundo del arte. Eso y que estos días lo veo todo como superguay.
Gracias por pasar, Ernesto.
A qué no molan las críticas de Miguel Ángel Hernández a sus amigos del Molino y Javier Moreno? Se critica el mundo del arte, ¿pero los amiguismos qué?
ResponderEliminarhttp://revistaotraparte.com/semanal/seccion/literatura-iberoamericana/
La amistad es un bien que hay que cuidar mucho mucho mucho mucho. O más.
EliminarMe he reído con el post, pero la novela me pareció buena. En cuanto a lo de Marcos, no creo que el personaje esté mal construido (me refiero a lo de la ingenuidad). No sé, imagínate que eres un experto vendedor de bragas a un leuro en un mercadillo y que de pronto aparece el tipo de Inditex y te dice: vas a ser mi asistente en la expansión de la división de ropa íntima femenina en Australia: lo flipas, te vuelves tonto. Luego vas descubriendo poco a poco que es un hijo de puta, interesante y todo lo que quieras, pero hijo de puta a fin de cuentas. Sencillo, ¿no?
ResponderEliminarabz.
Si te has reído lo vamos a dar por amortizado.
EliminarEntiendo lo que dices pero Marcos es lelo desde la primera página.
Abrazo.
Hostias, el arte. Hacen falta mogollón de patatas para acompañar semejante pollo.
ResponderEliminarLo último que recuerdo haber concluido para mí mismo la última vez que me pregunté al respecto es que el arte viene a ser un juego entre uno que tiene una intención secundaria (la primaria, por lo general, es follar más y/o comer caliente sin trabajar lo que se dice TRABAJAR) y otro que la tiene que interpretar, la intención secundaria, a partir de la cosa artística, la que sea.
Y me quedé tan ancho. Es acojonante la de cosas interesantes que se pregunta uno durante el coito, mientras proporciona placer.
Total, como tema tiene bastante chicha. Otra cosa es que se tengan patatas suficientes para acompañarlo.
Quique
Lo de Vargas y el perro era mentira. Nunca se hizo matar de hambre a ningún perro. Se recogió de la calle para la exposición y luego se volvió a poner en libertad. Habacuc se puso de acuerdo con los dueños de la galería para hacer circular el bulo.
ResponderEliminarLa obra (acompañada del bulo) se inspira en la muerte de Natividad Canda, un nicaragüense que fue matado por dos perros ante la pasividad de transeúntes, bomberos y policías, que llegaron incluso a tomárselo a broma. Al día siguiente, un diario local se hizo eco de la noticia, pero añadiendo que la víctima no solo era "inmigrante", sino además un delincuente. Esa reacción fue el origen de la obra de Habacuc, es decir, poner a prueba la empatía de la gente con los animales.
En Galicia también hizo de las suyas:
http://www.fusildechispas.com/2010/06/habacuc-lo-hace-de-nuevo-censuran-por-camiseta/
Lo de Abel Azcona es una copia burda; muy a la española, porque para colmo es fallida, de la exposición en el MOMA NY del 2010 de la divísima del arte Marina Abramovich.
ResponderEliminarToma apunte. Como podrá usted ver, señor/a visitante accidental, este no es blog para gente del montón. Aquí se saben cosas muy chungas de saber.
ResponderEliminarQuique
A mí me asusta un poco... no es fácil aceptar que eres de la montonera, joder.
EliminarMarta
Pd. A mí esto de los pseudónimos no me mola ni un poquito, como que no me reconozco, así que se acabó ese apodo (que por cierto, mantened el secreto, pero es el de una de las playas más hermosas de este nuestro país), y ya asumo mi personalidad (o algo así).
Una nueva editorial: Malpaso.
ResponderEliminar¿Otra más?
http://malpasoed.com/
Entro, comento y sigo con lo mío. A mí me gustó la novela. De hecho comparada con la de Mesa, creo que Hernández merecía el finalista. Tiene algún bajonazo. Pero notable alto.
ResponderEliminarEn cuanto a lo del arte, es mejor no discutir. Yo sigo diciendo que si alguien le hubiera partido el retrete en la cabeza de Duchamp, nada de esto habría ocurrido.
Un abrazo.
Al menos parece que esta vez no se ha hecho demasiada sangre del libro por aquí abajo. Y no sé si eso es bueno o malo.
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