Dos cosas: Una buena y Otra mala. Primero la mala.
LA MALA
De todo, lo peor, los microrrelatos. Será defecto del animal pero no puedo con ellos; no dejo de verlos como chistes para intelectuales y a mí estas cosas ni me explotan en la cabeza ni me dan que pensar más de doce segundos. Los microrrelatos de Lydia Davis son absurdos unas veces (Cierto saber de Herodoto: Ésta es la realidad sobre los peces del Nilo:), estúpidos otros (Aquí estamos las dos sentadas, mi digestión y yo. Yo estoy leyendo un libro y ella está ocupada con el almuerzo que me he comido hace un rato), juguetones (Recordad que no sois más que polvo. Trataré de tenerlo en mente) o enigmáticos (Samuel Johnson está indignado por los pocos árboles que hay en Escocia) Y así como seis o siete más tipo esto: “Me gusta trabajar cerca del bebé, aquí en mi escritorio, a la luz del flexo, mientras el bebé duerme. Como si volviera a ser joven y pobre, iba a decir. Pero es que lo sigo siendo.”
Bueno, en fin, para fans. Desde luego no seré yo quien los recomiende. De todos modos, como en todo en esta vida, también aquí hay alguna excepción (“En un momento dado de su vida se da cuenta de que, más que querer tener un hijo, lo que no quiere es no tener un hijo, o no haber tenido un hijo.”) o aquella nota absurda y por alguna razón tan divertida.
Asesinato en Bohemia
En la ciudad de Frydlant, en Bohemia, donde todos ya de por sí son pálidos como fantasmas y van con ropa oscura de invierno, una anciana, incapaz de seguir soportando el inevitable desplome de su existencia hacia la miseria y la ignominia, se volvió loca y mató a su marido, a su hija y a sus dos hijos por compasión, a los vecinos de al lado y a los de enfrente por rabia, pues habían despreciado a su familia, al tendero, a quien había tenido que suplicar que le fiara, por venganza, y también al prestamista y a dos usureros, y luego a un conductor de tranvía al que no conocía de nada y, por último —tras entrar como una exhalación en el ayuntamiento empuñando un cuchillo enorme—, al joven alcalde y a uno de sus concejales, que andaban dándole vueltas a una enmienda.
Porque otra cosa igual no, pero divertida Lydia Davis es un rato largo.
LA BUENA
Pues sin ser un fanático del relato corto tengo que recocer, con cierta vergüenza y dolor de corazón, que me gusta Lydia Davis más de lo que me disgusta. Me gusta como cuenta los cuentos, es decir, me gusta leerla por el placer de leerla, me gusta seguir esos relatos que algunas veces parecen no decir nada ni ir a ninguna parte; me gusta que me haga reír, aunque sea en los puntos y aparte y me gusta que me sorprenda con los finales. Y me gusta esa capacidad de humanizar algo, lo que sea, en tan poco espacio.
Está feo generalizar y además no quiero liarme. Tenía en mente una reseña pequeña como un colibrí y por mis gónadas que, quitando las citas, lo será.
Lydia Davis me ganó en un relato (“Nuestro viaje”) que parece una estupidez. La narradora le cuenta a su madre una versión adaptada de lo que fue un vulgar trayecto en coche (“No siempre se le puede decir la verdad a todo el mundo y, por supuesto, lo que no se puede es contarle a nadie toda la verdad, porque se tardaría mucho.”) El lector, en cambio, conocerá todos los detalles; ya saben: la importancia está en los detalles. En el relato no se dice nada especial, más bien todo lo contrario: una aburrida pareja y su aburrido hijo hacen un aburrido viaje en coche y hablan de esto, lo otro y lo de más allá, y unas veces discuten y otras veces no. Lo cierto es que el relato, con todo lo ameno que es, acabaría en tontada de no ser por el final, ese momento en el que te explota en la cara y sin necesidad de matar a nadie, lo hace digno de ser leído un par de veces más.
Cuando estábamos a veinte minutos de casa, Júnior quiso que parásemos en un Holiday Inn a pasar la noche y no entendió por qué dijimos que no. Y fue más o menos entonces cuando me di cuenta de que, como familia, mantenemos una especie de lealtad entre nosotros según la cual dos no pueden enfadarse con un tercero al mismo tiempo, salvo en contadas ocasiones, como en el caso de las toallitas refrescantes.
Lo admito: con este cuento me enamoró Lydia Davis y ya sabemos que un hombre enamorado sólo tiene ojos para el objeto amado y que a partir de aquí, se puede ser cualquier cosa (gilipollas, fundamentalmente) menos imparcial. (Excepción únicamente aplicable y aplicada a sus micros y alguna que otra cosa mayor). De hecho, si he elegido entre todos este pequeño relato es porque refleja bastante bien lo que uno se puede encontrar leyendo a Lydia Davis. ALGO de lo que se puede encontrar.
Hay una cosa que está clara: el punto fuerte de Lydia Davis es la familia, ya que es de ésta de dónde saca el mejor material y es tratando estos asuntos tan aparentemente superficiales cuando sus relatos brillan más. Mujeres desencantadas (1), observadoras y siempre tan dolorosamente sinceras (2) que por momentos parecen personajes sacados de un cuento de Askildsen (3). Mujeres divertidas como sólo pueden serlo las mujeres crueles.
Egoísta
Lo bueno que tiene ser egoísta es que cuando tus hijos se hacen daño tampoco te importa mucho porque a ti personalmente no te ha pasado nada. Pero si sólo eres un poco egoísta no sirve. Tienes que ser muy egoísta. La cosa funciona así: si sólo eres un poco egoísta, te preocupas un poco por ellos, les prestas un poco de atención, los llevas casi siempre bien vestidos, les cortas el pelo con relativa frecuencia, aunque no les compras todo lo que necesitan para el colegio, o por lo menos no cuando lo necesitan; te lo pasas bien con ellos, te ríes con sus chistes, aunque cuando se portan mal tienes poca paciencia con ellos, porque te molestan cuando tienes cosas que hacer, y cuando se portan muy mal te enfadas mucho; tienes una idea aproximada de cuáles son sus necesidades, sabes más o menos lo que hacen con sus amigos, les haces preguntas, aunque tampoco muchas, y siempre hasta cierto punto, porque no tienes tiempo; entonces surgen los problemas, pero tú ni te enteras porque estás muy ocupada: les da por robar, y te preguntas cómo habrá venido eso a parar a casa; te enseñan lo que roban y cuando les preguntas te mienten; cuando te mienten siempre los crees, porque parecen muy sinceros y porque además tardarías mucho en averiguar la verdad. En fin, que esto es lo que suele ocurrir si has sido egoísta; y si no has sido lo bastante egoísta, luego, cuando estén metidos en líos, sufrirás, aunque mientras sufras seguirás, por pura costumbre, siendo egoísta y dirás: Estoy destrozada. Mi vida ya no tiene sentido. ¿Cómo voy a seguir adelante? De manera que, puestos a ser egoístas, más te vale ser más egoísta que eso, tan egoísta que por mucho que lamentes que se hayan metido en líos, por mucho que lo lamentes sincera y profundamente, tal y como les dirás a tus amigos y conocidos y al resto de la familia, en tu fuero interno te sentirás aliviada, feliz, encantada incluso, de que no te esté pasando a ti.
(1) “[…] llega un momento, en la mitad de la vida, en que por fin eres lo bastante inteligente para darte cuenta de que todo es insignificante, de que ni siquiera el éxito significa nada. Sin embargo, para empezar, ¿cómo aprende una persona a verse a sí misma como si no fuera nada después de todo lo que le ha costado aprender a verse como si fuera algo? Vaya lío. Te pasas la primera mitad de la vida aprendiendo que, después de todo, eres algo, y ahora tienes que pasarte la segunda mitad aprendiendo a verte como si no fueras nada. Has sido una nada negativa y ahora lo que tienes que ser es una nada positiva.”
(2) “Algunas de las cosas que hago por el viejo diccionario, aunque no todas, podría hacerlas por mi hijo. Al diccionario, por ejemplo, lo manejo despacio, con parsimonia, con delicadeza. Tengo en cuenta la edad que tiene. Lo trato con respeto. Me paro a pensar antes de usarlo. Soy consciente de sus limitaciones. No lo animo a hacer nada más allá de sus posibilidades (por ejemplo, a quedarse abierto del todo sobre la mesa). Y la mayor parte del tiempo lo dejo tranquilo.”
(3) “Esa misma noche, antes de acostarse, mi padre me dijo: —Es sintomático del estado en que me encuentro: eres mi hija y estoy orgulloso de ti, pero no tengo nada que decirte.”
Hola!! No conocía el libro ni a la autora, y según iba leyendo tu reseña iba yendo y viniendo: "ahora sí, ahora no".... Comparto bastante tus sensaciones respecto a los microrrelatos: en general muchos me parecen absurdos y hasta tomaduras de pelo. Otros sin embargo me parecen auténticas obras de arte. Maravillas.
ResponderEliminarEn cualquier caso en ese ir y venir respecto a este libro al final he decidido anotarlo.
Recién aterrizada en tu blog, con tu permiso me quedo por aquí.
Saludos!!
Cagondiós, Ana, cámbiate el apellido.
EliminarQuique
Bienvenida Ana. Te presento a Quique. Es la estrella de este blog. Quique, Ana. Ana, Quique.
EliminarHablamos. Gracias por pasar.
Ni caso. Sólo soy el contrapunto a tanto erudito. Si no conoces a Thomas Bernhard lo tienes complicado aquí.
EliminarPero bueno, si el amo te bienviene, te bienvengo yo también. Dicen que soy él disfrazado.
Y de tetas, qué tal vas de tetas?
Quique
No están mal estos relatos pero tampoco me matan. Tienen, como usted dice, algo de Askildsen, algo de Mrozek, algo de Monterroso, mi preferido. Los microrrelatos de esta mujer son tan malos que Fernando Valls debe de morir de ganas de publicarlos.
ResponderEliminarLe veo entusiasmado con la rentrée, pero, para ser sincero, no veo nada que me llame mucho, ni siquiera que me dé morbo. Quizás la de Isaac Rosa, la de Piglia, quizás la de Juan Gabriel Vásques, quien está cumpliendo el sueño americano. Veremos.
Mis respeto.
Tengo por ahí un post dedicado a Fernando. En septiembre, con mi rentrée.
EliminarEn la respuesta al segundo párrafo me enrollé tanto que me dio (está dando) para un post enterito. Y de los largos. A ver mañana me pongo y hablamos con calma de la rentrée dichosa.
El relato «Egoísta» es muy bueno. Apuntados en el Evernote quedan libro y autora.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTengo sus cuentos completos, un bonito volumen editado por Seix Barral, y vuelvo de vez en cuando a ellos... Unos cuentos son espléndidos otros regulares, pero se lee con interés y ganas.
ResponderEliminarVaya, Carlos. Esta vez, y sin que sirva de precedente, no voy a estar de acuerdo contigo. Algo tiene, sí, pero muy poquico. Ya sabes, en mi humilde opinión.
ResponderEliminarAdemás, como todo el mundo sabe, divertido es malo. Tostón, bueno. Raro comprensible, malo. Raro incomprensible, bueno. Etcétera.
De hecho, estoy por crear un blog como el tuyo pero resumido. Tipo: Larga, incomprensible, a ratos disgresiva, a ratos intelectual, personajes profundos hasta pegarse uno un tiro. Obra maestra.
Quique
Una vez estuve a un tris de montar un chisme llamado twitilits o algo así, que sería de reseñas que cupiesen en un tuit, tal cual la que acabas de poner. Fue una de esas locas ideas de viernes por la tarde que el sábado suenan a borrachera mal llevada.
EliminarTongoy
Mi primera vez en tu blog. Espero ser bien recibida. Tu crónica sobre Smith me parece muy acertada: Algunos de sus relatos breves no tienen ni la gracia de un chiste de sobremesa: Cito de memoria: "El pez y yo nos miramos en el supermercado. No sabe que soy su devoradora" u otro algo gracioso en el que cuenta -a modo de Kafka y su Metamorfosis- que existe un pueblo donde varias mujeres se han ido convirtiendo en árboles. Mi preferido no es muy corto y cuenta la gris historia de una mujer poco agraciada que junto a su madre regenta una pensión. En silenció siente que quiere a uno de los huéspedes sin que éste, claro, se entere de nada. Cuando el huesped termina su estancia y se va y ella descubre que ya no está en la casa, se siente abandonada. Para mi gusto es el más redondo.
ResponderEliminarDavis escribe algo obsesionada con el recuerdo del que ella llama su marido y que hace muchos años ya es ex. Se trata, paara quien no lo sepa, de Paul Auster. En más de un cuento lo cita a el y a su mujer actual Siri Hutsvedt. Sin nombrarlos, claro pero utilizando un tono irónico.
Creo, sinceramente, que, en general, escribe lo que se le ocurre sin re-escribir ni pulir textos. Tiene, otra vez para quien no lo sepa, un enorme dominio de su lengua así como del francés ya que ella ha hecho la última y brillante traducción al inglés de Madame Bovary.
He visto en la red, críticas estadounidenses poco amables en las que se la acusa de quere innovar -no me parece malo- y también de creerse una Gertrude Stein, cosa que no me creo. Davis, para bien y para mal, puede ser ella misma.
Por ser mi primer día me disculpo por tan larga charla. Si no me expulsáis intentaré sintetizar un poco más en próximos comentarios.
Un saludo afectuoso.
Aquí somos muy fans de las parrafadas. Creo que nos llevaremos bien.
EliminarGracias por la visita, no deje de volver. Los detalles que cuenta no los conocía, será interesante leer a la autora teniendo estas cosas en cuenta.
Otra afectuoso saludo.
Con que una navidad de muerte... no?
ResponderEliminarjajaja, no sea tan críptico, que la gente no se entera. El comentaro viene a cuento de algo que puse hoy en facebook. Lo reproduzco tal cual:
EliminarBueno, tengo que decir, que ya me van dando las cuentas:
"Hemos querido hacer un homenaje a estas entrañables fiestas preparando un libro especial, y para ello nos hemos rodeado de los mejores autores:
Norberto Luis Romero - Jesús Esnaola - Víctor Balcells Matas - José Ángel Barrueco - Ana F. Montes - Vicente Muñoz Álvarez - Jesús Martínez Balmaseda - Joaquín Piqueras - Sonia San Román - Patxi Irurzun - Miguel Á. Hernández-Navarro - Jorge Barco - José Manuel Vara - Juanjo Ramírez - Pepe Pereza - Celia Novis - Julio César Álvarez"
(y un enlace)
http://www.editorialorigami.com/tienda/index.php?route=product%2Fproduct&product_id=84
Es que la oeditorial esa es la peor que he visto nunca. sólo vende por internet y publica... sin comentarios. si es que aquí cualquiera monta una editorial.
Eliminar"Un enorme dominio de su lengua y también del francés", aunque redundante, no es un mal debut, no señor.
ResponderEliminarQuique
Joder, lo he pillado a la segunda. Estaba espesita en la primera. Qué grande eres, Quique, qué grande.
EliminarCompletamente de acuerdo con Gloria Abras Pou cuando dice: "Creo, sinceramente, que, en general, escribe lo que se le ocurre sin re-escribir ni pulir textos".
ResponderEliminarHace ya algunos meses, en mi blog:
http://pareciaunapersonanormal.blogspot.com.es/2013/01/mediocres-geniales.html
Saludos.
Bueno, parece que más o menos en este caso hay "cierta" unanimidad.
Eliminar'Asesinato en bohemia' es muy bueno (soy bastante fan de Davis, lo admito). Una curiosidad: comparo la traducción del cuento en la versión que has leído y la de Justo Navarro para los 'Cuentos completos' (Seix Barral, 2011). Las leo y la verdad es que no sé con cuál quedarme.
ResponderEliminarEMECE:
"En la ciudad de Frydlant, en Bohemia, donde todos ya de por sí son pálidos como fantasmas y van con ropa oscura de invierno, una anciana, incapaz de seguir soportando el inevitable desplome de su existencia hacia la miseria y la ignominia, se volvió loca y mató a su marido, a su hija y a sus dos hijos por compasión, a los vecinos de al lado y a los de enfrente por rabia, pues habían despreciado a su familia, al tendero, a quien había tenido que suplicar que le fiara, por venganza, y también al prestamista y a dos usureros, y luego a un conductor de tranvía al que no conocía de nada y, por último —tras entrar como una exhalación en el ayuntamiento empuñando un cuchillo enorme—, al joven alcalde y a uno de sus concejales, que andaban dándole vueltas a una enmienda.
SEIX BARRAL:
"En la ciudad de Frydlant, en Bohemia, donde todos son pálidos como fantasmas y visten de negro en invierno, una anciana no pudo seguir soportando el hundimiento fatal de su existencia en la miseria y la ignominia y se volvió loca y asesinó por piedad a su marido, a sus dos hijos y a su hija; por ira, a los vecinos de al lado y a los de enfrente, que habían menospreciado a su familia; por venganza, al tendero, a quien le había suplicado que le fiara, y al prestamista, y a dos usureros, y a un tranviario a quien no conocía y, por fin, penetrando en el ayuntamiento cuchillo en mano, al joven alcalde y a uno de sus concejales, que se devanaban los sesos en torno a una enmienda"
¿Con cuál te quedas tú?
Siempre olvidas a los traductores, man.
ab.
De cabeza con EMECÉ. Y sí, lo sé, no soy nada detallista, me lo dicen siempre. Defecto del animal.
EliminarAbrazo.
Qué interesante. Yo, anónimo, definitivamente me quedo con la de Emecé. Anda, Cadou, comparte más ejemplos.
ResponderEliminarLa vida es corta, los recursos escasos y el tiempo limitado, anónimo... De cualquier modo, creo que me convences: Emecé.
Eliminar¡Qué bueno este juego! Nunca lo había hecho. Qué forma de darte cuenta de la importancia de las traducciones. Yo me quedo con la de Emecé también, sin dudarlo. Lástima que no haya tiempo para enredarse más en estas comparaciones.
EliminarGracias
Pd. A mí los trocicos de cuentos que ha publicado el señor de este blog de esta buena moza no me dicen ni fu ni fa, ni ná de ná.
Eh, bueno, no es una ocurrencia mía: esto (los "duelos entre traductores") hace algún tiempo que está inventado. Se hacen en vivo y demás (espectáculo, ya sabes).
EliminarClement es más vago que yo. Y no es fácil. Si me hago con la edición de Seix publicaré un post sólo de ejemplos. Prometido.
EliminarA ver si puede ser... y procedemos a votaciones. Saludos.
Eliminar¿Qué tal Telegraph Avenue, chicos y chicas? A mí Chabon tiende gustarme pero prefiero asegurarme.
ResponderEliminarNo necesito muchas explicaciones. Con que me digáis, tras vuestro veredicto, qué autores/títulos os gustan más ya veré si os hago caso o todo lo contrario.
Gracias.
Quique
A mi no me gustó. Kavalier & ... me encantó, El sindicato .... bueno, se deja leer. Esta la dejé a la mitad, no me llegó. Es una historia de negros en barrio de negros, pero no te la crees, es como esas pelis de Eddy Murphy haciendo 37 personajes, son negros si, pero ....
EliminarSaludos
Richi Manches
Tongoy, eres un pobre simio gallego y anormal. Incapaz de reconocer el talento de escritores superiores como Pron y Jorge de las Coromines. Comemierda.
ResponderEliminarYa lo has oído, Tongo. No va mal que le recuerden a uno cada cierto tiempo sus orígenes y su plato favorito.
ResponderEliminarQuique
Me ha puesto en mi sitio, de eso no hay duda.
EliminarEs un tío peligroso. Ojito con él.
ResponderEliminarQuique
Se nota que tiene tablas. No será fácil ganarlo para la causa.
EliminarCharles.... Acabo de enterrar al difunto y es cierto, me ha quedado un buen sabor de boca. Pero mira que lees cosas raras, rapaz. Me pongo ahora con el gabacho.
ResponderEliminarY por cierto, no me acaba de quedar claro es si todos los simios son gallegos, si todos los anormales son simios o si Pron tiene extraños gustos culinarios. Lo medito.
Bicos,
Marieta
ser gallego es suficiente castigo, el resto es propina...
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