viernes, 22 de septiembre de 2023

"Cosas que los nietos deberían saber" de Mark Oliver Everett

Al final la vida se me lleva por delante las nobilísimas intenciones de comentar con detalle aquello que voy leyendo. Con todo y más, no pierdo la esperanza de algún día tener tiempo para estas tontadas. Pero no será hoy (siempre que digo esto acabo escribiendo siete mil palabras) de modo que ahí van mis dos apuntes sobre la recien terminada "Cosas que los nietos deberían saber", lectura a la que llego por motivos que no vienen al caso pero que tienen que ver con Clubs de lecturas ajenos y otras cosas del querer.

Una versión brevérrima de la reseña sería esta: huyan.

Aquí la versión larga:

"Cosas…" es la biografía de un señor músico narrada con la corrección mínima fundamental, lo que viene siendo una cuestión de Estilo Funcional, lo que viene siendo de un valor literario más que ajustado. Y eso pese al vergonzante primer capítulo, que cualquiera diría que se lo escribió el enemigo. Te lees un avance en la Fnac y no llegas con él ni al pasillo central. La comparación con Vonnegut es comprensible, pero apesta a no haber entendido nada, empezando por el propio Vonnegut, un genio sobre el que debería ser constitutivo de delito establecer cualquier tipo de comparación, incluyendo la física.

Primera diferencia: Everett es, a grandes rasgos, un tipo bastante despreciable en tanto que Vonnegut ES AMOR.

Por lo general ser gilipollas no sería un problema, al fin y al cabo, la mejor literatura está plagada de tipos a cual más despreciable. Es más, probablemente la que más vale la pena está formada por seres de este calibre. Solo el mal es creativo, ya saben. Pero claro, cuando el libro es autobiográfico y el protagonista es un tipo que se cae tan fantásticamente bien como quiere caer a los demás, un tipo que, apoltronado en el sofá del adoctrinamiento auto referencial vive ignorante de su propia estulticia… cuando todo esto pasa, decía, entonces no tenemos un problema, lo que tenemos es otro candidato al genocidio selectivo que algún día tendremos que afrontar con la seriedad debida.

Perdonen que me centre tanto en las interioridades del señor Everett, pero tratándose de una autobiografía sin el menor valor artístico, qué otra opción me queda.

Pero hablábamos de desprecio.

Para empezar, está lo de dar pena. Jugar a eso está feo, E, no solo porque es de pobres sino por el patetismo del que haces gala en-cada-puta-página. Pobre E. Que si se muere su padre, que si se muere su hermana, que si muere su santa madre, su prima y su concuñado y maría santísima. Joder, claro, la gente se muere (pocos, en mi opinión). Pero alma de cántaro: si tiraste pa’ los Los Angeles Paradise nada más sacar el carnés de conducir; si con tu padre ni mu desde la cuna; si prácticamente lo primero que sabemos de tu madre es que se está muriendo de vieja. Mira, E., no me jodas. Si hasta ayer, AYER, decías que tu hermana se había vuelto racista SOLO porque la habían violado cinco negros en un cajero automático, pedazo de cabrón, que a ti quisiera verte. Ya que no me lo preguntan, en mi nada humilde opinión difícilmente se podría ser más hijo de puta que el amigo Everett. Pero muy difícilmente. Eso sí: la adoraba: a esa racista, alcohólica, drogadicta hermana que, con todo, seguía preguntándole qué tal le iba, no como él, que ni con un palo, no le fuese a caer una hebra de maría en sus Lottusse de piel de prepucio de koala. Y que si su prima contra el pentágono el 11S o no sé qué. Que vete tú a saber si era su prima. Que vete tú a saber siquiera si era el pentágono. Porque si por algo destaca esta biografía sobre otras, es por lo poco cuando no directamente nada creíble que resultan sus experiencias vitales.

Esto, noventa páginas. El resto es él de gira o posando con famosos que no le hacen ni caso o viendo morir de sobredosis a miembros de la banda. Es un decir. O casi. Desde luego, él no porque Él no NADA: ni un triste porro, ni una triste cerveza. Que ya me dirás (si fuera cierto). Y el sexo dudo que sin condón. Porque TODO mal: lo uno, lo otro y hasta las mujeres, esas LOCAS CARIOCAS. Sobre todo ellas:

«No todas han sido unas locas, pero si quiero ser sincero tengo que reconocer que en la mayoría de casos algún tornillo les faltaba. Será que en realidad estamos todos locos, y cada uno encuentra una manera distinta de vivir con ello. No hay más que vernos a mí y a mi hermana. Somos dos caras de la misma moneda. Nos enfrentamos a los problemas de manera muy distinta: ella perdió toda conciencia de sí misma y cayó en una espiral de alcohol y drogas, y yo me sumergí en la música. He tenido la suerte de que mi método fuese más constructivo.
En defensa de todas ellas tengo que decir también que no soy una persona con la que resulte fácil convivir. Bueno, en cierto modo sí que lo soy, una vez se acepta que siempre estoy trabajando en algo y que si no estoy trabajando tiendo a encerrarme en mí mismo mientras rumio nuevas ideas. Hay que ser una persona muy segura de sí misma para vivir con alguien así, y probablemente he estado enfocándolo mal todos estos años al intentar emparejamientos imposibles.
Les guardo mucho cariño a todas mis locas, y no lamento ninguna de las experiencias compartidas con ellas (bueno, casi ninguna. Algunas fueron verdaderamente terribles).
A todas las locas a las que he querido: muchas gracias, pero ahora estoy demasiado cansado».


Si después de este fragmento (enésima muestra de su permanentemente asqueroso posicionamiento moral) no han sentido la arcada subir, pueden dejar esta reseña, este blog y volver a su lado de la realidad a seguir escuchando discos de Eels.

No quiero dar a entender que este señor me haya caído mal y de ahí este rollo destroyer que me traigo hoy pero lo cierto es que tal cual es eso. Me ha caído mal y quiero acabar con él. Lo mejor de todo es que el libro es tan malo que me lo ha puesto en bandeja.

No sé dónde leí que parte o toda la culpa de la creación de Blackie Books la tiene el libro este. 
Eso explica algunas cosas.

4 comentarios:

  1. Así que este pavo es el cantante de Eels y no Percival, mismo apellido, que también publicó en Blackie y que, recordaba muy por encima, me había gustado.
    Y es negro y no tan gilipollas como parece Mr. E.
    Es que me había hecho un lío.

    Gracias

    ResponderEliminar
  2. Me gusta escuchar Eels. Pobre hombre, a su vida tendrá que agregar tu reseña.Muy divertidas tus reseñas enojadas. Y gracias, son todo un trabajo preventivo contra lecturas de mierda.

    ResponderEliminar
  3. Lo leí hace más de 10 años, a mí me gustó, aunque hay muchos detalles que no recuerdo. Muestra la personalidad narcisista del autor, así como su proceso artístico y su pasión por los cortes y uniones musicales, y por eso mismo considero que es una autobiografía valiosa. No tiene calidad literaria pero sí valor confesional.

    ResponderEliminar
  4. Me la habían recomendado hasta la saciedad, por un lado y por otro. Pero había algo que no. Me repelía.Muchas gracias por confirmar lo que ya sospechaba

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.