Sin temor a equivocarnos podríamos decir que en el mundo hay dos clases de personas: aquellas a las que les gusta esta novela y aquellas a las que no.
Pues bien, jamás se fíen de los primeros.
Hace tiempo, cuando aquí éramos prácticamente unos adolescentes, hablamos de El gran cuaderno, una primera novela asombrosa y genial que abría una trilogía que si tiran de segunda mano pueden ustedes encontrar agrupada en el volumen llamado Claus y Lucas. La cosa iba de dos niños que eran abandonados en casa de su abuela, una vieja fea y hosca que vivía en el bosque. No les cuento más. Si no lo han hecho ya, léanlo.
Años más tarde (esto me lo estoy inventado sólo para dar contenido al post) Agota, orgullosa de sí misma y algo ebria de éxito, subía las escaleras de su casa con la bolsa de la compra cuando decidió unilateralmente repetir la experiencia y un poquito de otras cosas tipo situaciones, personajes y entorno bucólico pastoril. Encendió la estufa, se quitó las medias. Empezó a escribir.
Y le salió esta mierda.
La prueba es (recurriendo a un par de símiles que podamos entender todos) más o menos lo mismo que encargarle el guión de la segunda parte de El padrino a Uwe Boll. O como los episodios uno a tres de Star Wars. O como la cuarta de Indiana Jones.
Agota Kristof se equivocó al escribir esta novela. Y se ve que también al elegir a sus amigos en tanto que, tal como demuestra la existencia de una tercera parte, ninguno se atrevió a decirle cuatro verdades a la cara. Yo, con su permiso, me la voy a perder. Esa, y el resto de su obra.
¿Tan malo?
Sí, tan malo.
O más.
Porque todo lo era grande y bueno en la primera parte, desaparece. Literal, esto. La dureza, la mala leche, la sobriedad… Unos personajes, un entorno, una historia. Todo. Y queda lo que queda, esto es, la nada más infame: un personaje irreconocible, una trama que no puede ser más boba y un final que parece una tomadura de pelo por muy metaliterario que se ponga uno.
Si van a quemar un libro, procuren que sea este.
La prueba irrefutable de que un excelente escritor puede escribir un bodrio, por no utilizar una palabra marrón mucho más expresiva, es "La prueba".
ResponderEliminarTe has precipitado, Tongoy, y no deberías porque además de sacar conclusiones equivocadas, has quedado de irracional e impaciente. Y si te lo digo es porque, créeme, me reconozco un poco en tu frustración al acabar esta segunda parte, yo también me sentí un poco así pero me negué a creer que el talento de Agota Kristoff se hubiera desvanecido así como así después de una brillantísima primera parte y seguí adelante. Es fundamental leer la trilogía completa para que todo cobre sentido, incluso esta segunda parte que sí, seguramente es la más floja (y aburrida, vale) de las tres, pero que funciona como transición y explicación posterior a todo lo que viene después.
ResponderEliminarLa tercera parte es fundamental y creo que te jodería bastante perdértela, sinceramente, además de que tu reseña queda incompleta y es injusta. Sólo con la primera ya es un novelón, de acuerdo, pero con la tercera, se convierte en la definición perfecta de “FICCIÓN”. La tercera parte cierra el círculo con una vuelta de tuerca definitiva y te deja estupefacto: es la tercera parte, mucho más difícil y enrevesada que las anteriores, la que convierte este libro en único y te obliga a replantearte todo lo anterior. Y eso es gracias al enorme talento de la autora para manejar una estructura de rompecabezas en la que todo va encajando. La narración trasciende la pura trama y se convierte en un brillante e inteligentísimo ejercicio metaliterario, donde las identidades se confunden, las voces del discurso cambian, se alternan o viajan del pasado al presente confundiéndonos, engañándonos, haciéndonos dudar hasta el final de quién escribe y sobre quién, y, ante todo, mostrándonos el absoluto poder de la escritura como instrumento que vincula la identidad y la experiencia.
Espero haberte convencido, te perderías un gran final.
Lo de la tercera parte cerrando el círculo lo he oído más veces. También que es peor que esta, pero ya se sabe que hay opiniones para todo. Puede que me equivoque pero en cualquier caso el camino que toma o parece tomar la historia, y que no voy a comentar porque tiene lugar el final del segundo libro y es bastante spoiler, me interesa entre muy poco y nada. De ahí que dejarlo aquí no me supongo un problema.
EliminarPero bueno, no descarto volver a ello cuando se me pase el cabreo.
Entiendo tu comentario, Carlos, y sí, la enorme primera parte era difícil de igualar. A mí no me desagradó tanto la segunda, aunque claro, comparada con la primera pocas obras aguantarían la comparación. Mi sugerimiento es que leas la tercera, si te queda algo de esperanza en la autora, porque como indica el comentario anterior, puede que lo veas de otra manera.
ResponderEliminarSaludos
Marc
De momento esperanza cero pero nunca se sabe...
EliminarEstoy de acuerdo en que la primera es sensacional y que está muy por encima de las otras dos, pero también en que hay que leer la tercera parte para entender según que cosas de la segunda. Mi recomendación es que si tienes que quemar algo te esperes ha leer La prueba. Yo no soy muy de quemar libros pero en el caso de que tuviera que meterle fuego a uno no iba ser a esta trilogia, eso seguro.
ResponderEliminarUn saludo. Yus
¿Es que hay tercera parte?
ResponderEliminarNo la entendiste, hermano Tongoy...Sacate la urgencia, leé la tercera, bajá un cambio que te va a hacer mal. Ninguna es tan buena como la primera, pero vale la pena leer las tres .Tranquilo, no quemes nada.
ResponderEliminarSeñores, dejémonos de tonterías. En literatura nada hay que entender ni que explicar. La única hipótesis que puede dar cuenta cabal de las flagrantes contradicciones entre "El gran cuaderno" y el resto de la obra de la señora Kristof es que "El gran cuaderno" no haya sido escrito por Agota.
ResponderEliminarTongoy tongoy caíste en la trampa de Agota. Es una trilogía y cômo tal debes leerla. Ya que has mencionado a star wars te diré que muchos decìan que El imperio era una basura. Pues no. Y como tal la prueba es un paso más en lo que es la trilogìa. Quizá te duela que no te lo den tan mascado como en El gran cuaderno pero todo tiene una respuesta. Si quieres quemar un libro quema Canciôn dulce de leila slimani tramposo y partidista e injustamente sobredimensionado.
ResponderEliminarNo puedo decirle. No he leído a Slimani. Pensaba, pero igual ya no.
EliminarY vuelta la burra al trigo...
ResponderEliminarLea Ayer o La analfabeta y juzgue usted mismo
Eliminar¿Qué le hace pensar que no las haya leído?
EliminarPor las contradicciones que menciona de el gran cuaderno con el resto de la obra de Kristof. Fundamentalmente con la analfabeta está íntimamente ligada.
EliminarPor las mismas razones que usted expone pienso lo contrario de lo que usted dice, pero eso no me habilita para suponer que usted las haya leído o las haya dejado de leer ni a usted, supongo, con respecto al que le habla.
EliminarA mí me encantaron la primera, la segunda y la tercera; así que no puedo más que discrepar.
ResponderEliminarEs inútil. No hay argumentos que permitan demostrar que en arte no hay argumentos.
ResponderEliminarMis disculpas. Blogger ha dejado de avisarme de los mensajes y yo he perdido la costumbre de tenerlos. Luego les constesto.
ResponderEliminarPues yo acabo de leer El gran cuaderno y he decidido que me planto. Los gemelos me han parecido unos repipis y unos antipáticos. Esos ejercicios de endurecimiento...
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