No quisiera perder mucho tiempo con esta reseña porque en lo que hace esta mujer, contra la que, dicho sea de paso, no tengo absolutamente nada (por más que la pasión que pongo en denostarla lleve a pensar lo contrario); en lo que hace esta mujer, decía, no vale la pena perder mucho el tiempo. Por experiencia, lo digo. Y lo digo, también, obviando la polémica de estos días, polémica protagonizada por Victor Erice y Elvira Navarro, polémica que nos hace un flaco favor a los que recomendamos encarecidamente hacer el menos caso posible a este libro.
Dicho lo cual…
Me juego un huevo y parte del otro a que todo esto empezó como una idea genial en la barra de un bar tomando una tapa de oreja o morro de cerdo. O, mejor, con Elvira haciendo contorsiones sobre la alfombra del salón. Nuestra heroína, eterna joven promesa, cavilaba mientras deshacía un nudo gordiano: ya habían transcurrido casi dos años desde la publicación de su última novela, uno de los cuales, desde su posición de editora invitada en Caballo de Troya, lo había dedicado a certificar la decadencia artística literaria de su santa patria. Había llegado, pues, el momento de hacer algo para poner fin a tanto tiempo perdido; a dejar clara la pauta de los dos años, no fuera a ser que en el ínterin se olvidaran de una. El prestigio no se mantiene con bocatas de calamares por mucha mayonesa que les pongas.
Pero Elvira es una mujer de pocos recursos y escasa imaginación. Carece de ideas propias, tal como ha demostrado ya tantas veces en sus tan breves y tediosas novelas. De ahí el silencio y tal vez, también, las contorsiones, fruto inevitable de la desazón. Estaba precisamente saliendo de un cubo de Rubik cuando se le ocurrió la genial idea de sacar una novela de investigación de una vulgar anécdota, un poco como quien saca un conejo de una chistera. Que, para carecer de imaginación, ya no está mal. Pero ni tan sorprendente. Si le tuviesen un mínimo de cariño ya sabrían que La trabajadora, su novela inmediatamente anterior, nació de un relato de seis páginas que había quedado olvidado en un cajón (su particular almacén de ideas) no sabemos si por vergonzante o qué. Si entonces hice aquello, piensa Elvira mientras disloca por tercera vez su hombro, no debería ser muy difícil arrancarle 120 páginas a alguna anécdota por muy tonta que sea. La anécdota, se entiende.
Y he aquí la anécdota:
Adelaida García Morales fue una escritora que se hizo famosa (de la forma que tienen de hacerse famosas algunas escritoras, que es no pasando de meras conocidas fuera de su hábitat natural) gracias a una película que su marido rodó inspirándose en uno de sus relatos. El marido era Victor Erice. El relato, El sur. Dicen que después de aquello escribió una buena novela más (Premio Herralde, nada menos, cuando aquello todavía significaba algo). Y ya. El resto fue una sucesión de literatura prescindible que terminó con Adelaida poco menos que haciendo macramé.
Pasan los años, cae el olvido, llegan las canas y el recuerdo de tiempos mejores. Entonces un buen día, Adelaida, ya defenestrada y malviviendo de una pensión miserable, se acerca a la concejalía de cultura del pueblo en el que reside para pedir cincuenta euros que asegura necesitar para ir a ver a su hijo a Madrid. Cincuenta euros no es mucho pero aquello es la concejalía de cultura, no la cocina económica, y en lo que se ha vendido como un alarde de incompetencia la derivan a servicios sociales. A quién se le ocurre. ¡A una escritora! Hijos de puta.
En el mismo momento que nos enteramos de que a alguien le niegan 50 miserables euros para ver a su hijo, por la razón que sea, incluso aunque sea por puro sentido común, ya nos hemos forjado una opinión: las instituciones están dirigidas por subnormales y botarates ergo el sistema no funciona, la literatura vive de miserias. Y llega el llanto amargo: dónde están los derechos de autor, dónde ese hogar para escritor, dónde el refugio para la desdicha. Y así sucesivamente hasta llegar al permanentemente anunciado fin de la cultura.
Se ve que uno es antes escritor que persona y que las concejalías están para anticipar derechos de autor a fondo perdido o de otro modo no se explica el NO de Adelaida que vuelve a su casa por donde ha venido. Unos días después, muere. Y menos mal, que si no es por eso aún es hoy que nos importa un carajo la buena de la mujer.
Eso es una anécdota. Como todos ustedes saben, una anécdota es una cosa que mejor o peor contada despachas en diez/quince líneas. Todo lo demás es… relleno, efectivamente.
Pues bien, este libro es exactamente eso: un vacío infinito. Palabrería. Blablabla. O lo que es lo mismo: el libro que una escritora necesita publicar para cubrir su cuota anual.
Y, con todo, Elvira sigue siendo, para muchos, sino la mejor, la más intensa, la más exacta, la más precisa, austera y afilada escritora de su generación y parte de la siguiente (con permiso de Mercedes Cebrian). No me creen. Aquí Ernesto Ayala-Dip para El País (un diario que está como para ir hablando de “credibilidad”):
«La lengua literaria que emplea Navarro, austera y afilada, es la única posible para que lo que leemos tenga credibilidad narrativa. Ya que la credibilidad institucional, y parece que también la individual, no está en sus mejores momentos, nos queda la de las palabras exactas».
Y termina: «Si no pones luz sobre algunos hechos oscuros, para qué escribir».
Hay que tener mucho valor para hacer una afirmación semejante en un párrafo que es claramente elogioso y no porque Navarro no escriba medianamente bien sino porque falta absolutamente a la verdad absoluta. Ni hechos oscuros ni luz sobre ellos. Aquí sólo hay una total ausencia de ideas, de personajes, de línea argumental. Aquí hay un moleskine plagado de notas que no conducen a nada y sobre las que se ha entretejido una gramática funcional.
Un 10% del libro es una vergonzante transcripción literal del podcast «La necrológica de Adelaida García Morales» oído en A vivir, en la cadena ser, un programa en el que salían Javier del Pino, Luis Alegre y Alfonso Guerra. Así como se lo cuento: un 10% son señores hablando de la pobrecita Adelaida que se había muerto y tal. El clásico y profundo homenaje de la Ser que líbreme Dios de uno.
Otro 25% se nos va en páginas en blanco; una sucesión de créditos y referencias que tienen por objeto única y exclusivamente demostrar lo mucho y bien que se ha documentado la escritora (Elvira Navarro en algún momento tendrá que tomar conciencia de que haber escrito este libro sin levantar el culo del asiento ha sido un error mayúsculo); los agradecimientos de rigor; rozando el patetismo, un par de emails que quieren dar a entender que hubo cierta implicación por parte de la autora cuando a estas alturas de la película ya todos sabemos que no llegó a ponerse en contacto con nadie; y tres citas absolutamente gratuitas tipo esta:
«Post «Adelaida García Morales», por Hortensia Hernández (blog Hablamos de Mujeres, La Opinión de Zamora, 24 de marzo de 2015): «Conocí su casa cuando ella vivía en Madrid y quedé fascinada por un cuadro clásico bellísimo, semejante a La joven de la perla de Vermeer. Hablamos de historias de mujeres».
Así de apasionante y así de autista, todo.
El resto del libro, esto es, unas 60 páginas, se lo reparten, por un lado, la historia de una realizadora que prepara una especie de docu-homenaje o no sé qué memez en el que dos marujas y psiquiatra hablan de la depresión que sufría la mujer, lo loca que estaba, las voces que veía ocupar sus habitaciones y otras cosas que no tienen maldita importancia toda vez que guardan una relación poco menos que tangencial con esos “últimos días de Adelaida” que, pese a lo que se promete en el título, brillan por su ausencia; por otro lado, la historieta de la concejala cabrona que le negó los cincuenta euros y con ello el derecho a ver su hijo y que acabó siendo poco menos que la culpable del holocausto judío. La concejala −y aquí Elvira apura el vaso y finge hacer del libro una crítica despiadada a las imperfecciones del sistema− es una completa ignorante que ni lee ni ve películas ni visita museos ni nada que se le parezca porque como todo el mundo sabe las concejalías de cultura están ocupadas por imbéciles que no saben de literatura y carecen de la sensibilidad necesaria para entender que a un escritor hay que tratarlo como a un niño en el patio de un colegio: hay que protegerlo, porque es frágil; hay que quererlo, porque es cultura.
No, este libro no son "los últimos días de Adelaida García Morales", pero no sería de extrañar (o, cuando menos, sería deseable) que sí fuesen los de Elvira Navarro.
Sé que no lo parece, pero de verdad que lo siento por Adelaida. Ahora bien, más lo siento por Elvira.
Fantástica apreciación sobre esta última publicacion de Elvira Navarro. Coincido plenamente con tus palabras. Veo que a más de uno le van a doler. Pero mas le ha dolido el libro a Víctor Erice que, con razón, se quejaba el sábado en El País.
ResponderEliminarSaludos
Bonito favor le ha hecho Erice a Navarro. Nada como una buena polémica.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarQue bien.
EliminarSí, de hecho en la editorial aplaudían con las orejas cuando desde El País les dijeron que tenían una carta de Erice.
EliminarTe olvidas de que quizá fuese un encargo de la editorial para crear nuestra mujer de la limpieza española mucho española
ResponderEliminarMe deja pensando, no se crea.
EliminarLo de "cubrir su cuota anal" ha quedado un poco raro.
ResponderEliminarSí, ya veo que sí.
EliminarTe has dejado el incomparable artículo del Sr. Olmos sobre el asunto. ¿O es que Alb no tiene ya un lugar en tu corazoncito, Tongoy?
ResponderEliminarhttp://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2016-09-21/adelaida-garcia-morales-elvira-navarro-el-sur_1262765/
El texto tiene una estructura de lo más interesante. Lo que parece una denuncia de la situación de Adelaida es, en realidad, una excusa para vender el librito de la tal Elvira.
No había leído a Olmos cuando escribí la reseña. Si es hoy...
EliminarOlmos no es de fiar.
EliminarYa.
ResponderEliminarEl caso es que nos quedamos sin saber (yo, por lo menos) si esto es un disparate del autor del blog, o es un hecho verídico (anecdótico o paradigmático, quilosá), o una ficción narrativa o un puto camelo del bloguero para vender, ..., para vender ¿qué? ¿Qué quieres vender, Tong? Espero que no te dediques ahora a los bocatas: "de calamares con mayonesa" [sic, sic].
En fin: de desvergonzados, bien lo sabemos, está el mundo lleno.
PD - Mi vecina del quinto izquierda, Paquita Martínez, se ha sentido ofendida por el tono despectivo de Erice, pero, dice, piensa dejarlo "pa' prao". Luego te explico qué significa, si quieres.
Elige siempre DISPARATE.
Eliminar¿Lo de "cuota anal" es adrede o simple errata?
ResponderEliminarElvira Navarro es, con muchísima diferencia, la peor escritora y la más tramposa de cuantas hay ahora mismo en suelo patrio. Y el artículo de Víctor Erice, una verdad como un templo.
Adrede pero veo que se está llevando toda la atención y pretendía ser mas que un divertido juego de palabras. Tanto esfuerzo para nada.
EliminarMe pregunto si ese tipo de escritor actual en el que tan bien encaja Mrs. Navarro (obra mediocre, previsible, pretenciosa y pueril construida pasito a pasito, talleres literarios, presentaciones por doquier) es propio de nuestros días o existía ya hace veinte o treinta años.
EliminarProbablemente existía pero habrá caído en el mismo olvido en el que caerá Elvira.
EliminarEn fin un capítulo mas de la impostura literaria que reina en nuestro país... con critiquillos de medio cerebro celebrando este libro, Erice protestando y Navarro aprovechado a vender algún ejemplar de mas. Patético el esperpento nacional, que diría nuestro querido Valle.
ResponderEliminar¿Para escribir "aprovechado a vender" hace falta medio cerebro o un cerebro entero?
Eliminarvoy a leer el sur, y luego vengo
ResponderEliminarsi soy un robot, pero quiero comentar alguna cosa, ¿tengo que mentir acerca de mi condición robótica, cuando me lo pregunte el sistema, y afirmar que no soy un robot, para poder hacerlo?
ResponderEliminarNo sabía que el blog preguntase tal cosa. Lo tengo en abierto.
EliminarCierto, pero es normal en él que al verse aludido en el relato haya intervenido aunque eso anime las ventas.
ResponderEliminarUna polémica en prensa, radio y televisión de cara a la campaña navideña no te digo lo que supone para la autora y la editorial.
Saludos
No creo que Navarro vaya a vender muchos más libros, por lo menos tantos como imaginaba mientras se cocía el libro. Eso sí, a algunos empezará a sonarles su nombre con este numerito. Es una pena que con la gente que hay por ahí escribiendo cosas buenas, este tipo de literatura churro se lleve el gato al agua, encima haciendo daño. Esperemos que Navarro aprenda algo, pida perdón al menos a los dañados y deje de defenderse tal mal: es ficción etc...Luego dicen que la gente no compra libros. Hace bien la gente.
ResponderEliminarSe han perdido los duelos a primera sangre o a trabucazos en lugar de tanto artículo inane en El País. Igual se escribiría mejor literatura entonces.
ResponderEliminarEstamos igual que hace diez años, pero diez años después. Me pregunto si Elvira se dará cuenta de que no ha avanzado ni un paso desde entonces. Está tan venida a menos que ya uno ni siquiera disfruta humillándola, como es de ley.
ResponderEliminarTodavía falta la reseña del crítico entre los críticos Fernando Valls... Él, siempre defensor de la literatura medianeja, defendió a muerte en su día a Elvira Navarro, así que ahora tendrá que volver a reafirmarse con esta nueva basurilla... Porque Él nunca se equivoca.
ResponderEliminarVd. no entra en la polémica; yo sí -porque no he leído la novela y tampoco me interesa mucho, la verdad; pero la polémica sí, y mucho-:
ResponderEliminarhttp://diariodeunartistadesencajado.blogspot.com.es/2016/10/victor-erice-defiende-el-copyright-de.html
De todos modos, aun sin haber leído la novela estoy muy de acuerdo con sus juicios críticos, que intuyo la mar de fundados. Me recuerda cuando combatía con saña esos amaneramientos de baratillo durante los gloriosos años de la Nueva Narrativa Española de los años 80..., de la que tan poco y malo ha quedado.
ResponderEliminarA pesar de tanta revuelta, tú mismo lo reconoces, lo que se denuncia no es el juego literario, ilustrado, ingenioso, fértil, que otros autores lograron al mezclar diferentes planos o "realidades", sino todo lo contrario, la utilización de nombres y vidas de forma oportunista, carroñera, mediocre, indocumentada. Se critica el saqueo atropellado, perezoso, el dar datos equivocados, el tergiversar, un todo adulterado como excusa para que la autora Elvira se haga un hueco a empujones, a costa de otros, sin respeto ni consideración, recurriendo a una anécdota melodramática como triste punto de partida.
EliminarClaro que está en su derecho, el libro está publicado, nadie se lo va a prohibir, ni Víctor lo pretende. Él solo, lógicamente, se siente atacado y se defiende, en cierto modo, sin querer ponernos trágicos, han violado parte de su vida, inopinadamente, sin gusto ni clase.
No se critica el qué, todo cabe dentro de lo que la ley y el sentido común dictan, se cuestiona el grosero modo, de rapiña.
Ignoro, no pienso leer la novela, si se dan esos presupuestos de oportunismo, carroñería, mediocridad, etc., pero, después de la crítica de Tongoy intuyo que es muy posible que se manifiesten en la novela por las propias limitaciones de la autora, Elvira Navarro. Lo que no comparto del artículo de Erice, más allá de su despecho porque alguien tan próximo a él haya sido convertido en carne de (mala) novela, es que eso lo considere una osadía intolerable, un "atrevimiento", cometido a espaldas de quienes "legítimamente" "conservan" y "defienden" la memoria de Adelaida García Morales. La incapacidad estética de la autora, que hasta puede llegar al mal gusto, no lo discuto, en modo alguno está reñida con la libérrima invención literaria. No puedo decir nada en cuanto al juicio de intenciones sobre los "verdaderos" intereses publicitarios o crematísticos de la autora, porque ni la conozco ni ganas, claro está; pero a mí me hubiera parecido más oportuna una crítica literaria como la que aquí he leído, o el silencio piadoso, por supuesto. La reacción de Erice, sin embargo, ha contribuido enormemente a darle a esa novelita de Navarro un eco que, por lo aquí leído no merece. En cualquier caso, no parece que la apuesta de Erice haya sido muy inteligente, para el fin perseguido por él: que caiga el olvido sobre ese brochazo de mala literatura sobre su exmujer.
EliminarCierto es que la cuestión que planteas es más intrincada de lo que parece, y que quizás el escrito de Erice lo junte todo, ya que es verdad que alude al hecho de que no les consultara como agravante. Pero no se queda ahí, explica el motivo por el cual la utilización de esos datos es lamentable, viene a decir, eso creí entender, que Navarro mezcla desinformación, falta de respeto por la figura que le sirve de soporte y mala literatura.
EliminarSi lo que quieres decir es que la tal Elvira, y cualquiera otra, tenía el derecho de hacerlo, sí, ya lo dijimos, es lo del tópico recurrente, ese que se suele soltar cuando un político ha saqueado, otra vez, alguna arca pública, da igual el medio y la manera que seguro que alguno, un vocero o compañero, dirá: no está bien moralmente, ni estéticamente, pero sí legalmente, claro que sí. Perdón por la comparación burda. Pero a eso suena este esperpento.
Si lo que quieres defender es la sacrosanta libertad del autor y de la literatura, ahí nos tienes unidos, a pesar de todas las Elviras del mundo.
Por último, insistes en que no has leído la obra magna, en una gesto de sinceridad ética que te honra, pero, hombre, pareces nuevo, de eso se trata en esta casa, de que el bueno de Tongoy, labor de incalculable valor purgativo, lea y los demás opinemos, él a fin de cuentas es irrelevante a pesar de todo, solo, y es muchísimo, no hay otro, confirma nuestros prejuicios más acendrados y muy justificados a poco que tengas ojos, orejas y observes el percal literario patrio.
Que lean y ensalcen ellos (todos los críticos imparciales que pueblan la cultura), que nosotros, muy brutos y analfabetos, solo nos fiaremos de él, de su medicina curativa.
Pues vaya mierda de artículo, Juan Poz. ¿Escritora menor y olvidada García Morales? Imagino que te habrás pasado por aquí a dejar tu cagadita para hacerte amigo de Elvi.
ResponderEliminarPor cierto, qué gran escritor debes de ser. Con esto está dicho todo: "La España vulgar es una satírica crítica despiadada a los cimientos y estructuras que sostienen nuestro país. Escrito con un estilo deliberadamente barroco, irónico y gracianesco, Juan Poz realiza un lúcido análisis de todas aquellas costumbres, estamentos y personalidades que hacen de España una olla podrida de vulgaridad. Para ello no deja títere con cabeza y repasa, con fluida y elocuente pluma, las miserias de la política, el deporte, los medios de comunicación, las relaciones multimedia, el nacionalismo, la religión y otras alienaciones". Jojojo, otro vengador justiciero de la narrativa patria. Muy grande, tú.
ResponderEliminarQué poca vergüenza, la de la Navarro y todos los que la defienden. Si todavía la novela fuera buena se le perdonaba.
ResponderEliminar¿Para cuándo va a usted a complacer a su público femenino (y feminista) comentando a Elena Ferrante? ¿O soy sola yo?
ResponderEliminarTe quejas de vicio, la cosa es protestar por todo, qué delirio, o te parece poca reivindicación feminista, y femenina, la que ha hecho Elvira, que estoy convencido/a, no sé por qué rara intuición, que lo es también, feminista de pro, de las de primera línea de fuego, con su novela. Ha sacado del olvido, extraído del pozo de la indiferencia y el silencio, a una mujer como ella, escritora además, la ha rescatado con su brillante imaginería verbal, la ha dado voz, la ha resucitado, ha obrado el milagro, femenino, por supuesto. De una mujer a otra mujer, un regalo político y de género.
EliminarUn respeto por el hecho.
¿Ésa es tu deducción de lo que es el feminismo y por qué una persona debe serlo? Eres lerdo/a.
EliminarSobre la novela de Elvira, es mala hasta el infierno y más allá.
Veo que has entendido mis palabras con la altura de miras, la elegancia y la educación que esperaba de espectadore/as como tú, precisamente así. A ti iba destinado porque sabía que lo ibas asimilar, digerir y deglutir con provecho.
EliminarNo creo que haga falta explicarte, en cambio, que se contestaba al comentario anterior, ya sé que eso es mucho decir, y pedir.
Pero que quede claro que sí, que toda mujer que escribe sobre otra mujer es feminista, y femenina, eso lo sabes hasta tú. Y que Elvira ha actuado como tal, también, porque seguro que lo es, a que sí.
Que este blog está lleno de machistas mamapollas nos ha quedado muy claro, sobre todo en las críticas a libros escritos por mujeres.
EliminarSi solo sabes ladrar, si todavía vives a cuatro patas, por qué no comentas libros de cane/as.
EliminarA cuatro patas se pone tu madre para comerme los huevos.
EliminarSigue subiendo el listón que ya nadie te sigue, ni Joyce en sus momentos más inspirados.
EliminarConfirmas todo lo que se intuía, ni del disimulo y la civilización más nimia eres capaz, ni el futbolero más zafio tras una intoxicación etílica sería tan primario y burdo, y tan poco original en el insulto, tan plano y aburrido, para colmo, ni eso te queda, ni un adolescente tardo recurriría a algo tan básico y troglodita, qué pobreza de todo, la cazurrería, la brutalidad, la indigencia intelectual, la incapacidad verbal, la anemia argumental, lo dicho, te ves tan impotente e incapaz que solo te queda el rebuzno, el graznido, la charca en la que chapoteas cada día, tan satisfecho de estar tan solemnemente diezmado.
Al último comentarista le ha debido de llevar todo el día escribir su respuesta... ZzZZzzZZzzzzzz...
EliminarEstoy de acuerdo, además me pareció lentísima, uno viene aquí a relajarse.
EliminarSí, la crítica a Elena Ferrante estaría bien. Pero luego también critica a Iris Murdoch, porfa. ¿O ya lo has hecho? A ver...
ResponderEliminarViri Navarro, receptora de becas, profesora de talleres literarios, editora temporal por designación, futuro premio Cervantes. Sus labores.
ResponderEliminarAhora le han debido decir a Elvira Navarro (porque no creo que se le ocurra a ella solita) que cambie el rollo, que no confunda más al personal con eso de que la verdad se construye con mentiras, porque el vulgo no entiende tan altas consideraciones y tiende a pensar que entonces todo es un embuste. También le habrán aconsejado que no se salga por la tangente afirmando que "Adelaida no protagoniza mi libro", después de haber elegido como título "Los últimos días de Adelaida García Morales", para no quedar por las patas de los caballos. De modo que ha cambiado el argumentario y va pregonando a los cuatro puntos cardinales que lo suyo era un sentido homenaje, que sólo quería rescatar a una "autora olvidada".
ResponderEliminarSingular homenaje. El libro no hay por dónde cogerlo. Pero además de ser horrendo, tanto en estilo como en estructura, es que retrata a la "homenajeada" como una chiflada, gorda, vulgar "como si no sirviera para otra cosa que empuñar una fregona", loca perdida, visitando de noche las tumbas de los niños muertos en el cementerio, con un aspecto que "exhalaba algo feroz, como si estuviera a punto de pegarle un puñetazo a alguien" (sic), desprendiendo un aire "salvajemente grosero". Hay más, pero prefiero olvidar.
A los dioses le pido que ni yo, ni ninguno de los míos hagamos méritos nunca para que Elvira Navarro nos rinda un homenaje. Y a ese que afirma que Erice no tiene el copyright de la vida de Adelaida, habrá que recordarle que cuando el vasco se refería a "una vida robada" no se quejaba de que se la hubieran robado a él: se quejaba, con toda la razón, de la vida que Elvirita le ha robado a Adelaida, al haberla convertido, sin conocerla de nada, en otra mujer completamente distinta; en un personaje grotesco que Adelaida no fue jamás.
Completamente de acuerdo, uno de los pocos comentarios inteligentes y sensatos que he leído aquí.
Eliminarpropongo un crowdfounding para comprar el copyright del libro de elvira y empaquetarlo en un cofre a embarcarse en la próxima sonda espacial que suelte la nasa en misión sin retorno a los últimos confines de la galaxia
ResponderEliminar¿Quieres que nos fumigue alguna especie alienígena más adelantada por lanzar basura al espacio?
EliminarJajajajaja
EliminarMamapollas, comer los huevos... Elevado el nivel, sí.
ResponderEliminarHacía siglos que no me reía tanto en mi soledad de lecturas blogueras literarias. Olé vuestros huevos-as.
EliminarEspecifica, que nos tienes en ascuas, sin respirar siquiera. Así nos reímos todos, más todavía.
EliminarPor favor, señoras, no es bueno para su salud dejar de respirar así, por capricho, por estar en ascuas, por un quítame allá ... Mi sentido del humor es abyecto, la cosa no tiene más misterio. Y debo confesar que he pasado por aquí a leerme los comentarios otra vez antes de irme a dormir, y me he vuelto a desternillar.
EliminarYa veo que la generosidad no le adorna, que es rácano con los tesoros del humor. Una pena grande como el Amazonas. Y una que quería expandir la alegría. Frustrada se queda.
EliminarQue a estas alturas la escritora y el director de Mondadori no hayan pedido disculpas públicas a la familia de Adelaida dice mucho de su calidad humana. Desde luego si la nueva moda es publicar detritus injuriosos, el día menos pensado se dan una buena hostia en los tribunales. Sinvergüenzas.
ResponderEliminarLo de escudarse en haber escrito ficción es un recurso tan pueril como endeble. Hace muy poco, este verano, se desató una polémica similar a propósito de otro libro, esta vez destinado a un público infantil, para más inri, en el que la autora jugaba peligrosamente en la línea de la ficción y la realidad presentando unos "consejos para triunfar en el colegio" (o algo así) de lo más odiosos e irritantes, sin preocuparse de que su cercanía con la realidad cotidiana de muchos chavales era tan próxima y verosímil que podía crear confusión en ellos y hacerles seguir muchos de los mismos, incluyendo reflexiones machistas o acosadoras. La autora, de nuevo, se escudó en la ficción y en la ironía, recursos que, si ya muchos adultos son incapaces de manejar del todo, menos aún están familiarizados con ellos niños y adolescentes con mentes en formación.
ResponderEliminarPues aquí pasa un poco igual. Lo de escudarse en la ficción, repito, me parece jugar sucio una vez lanzada la bomba con toda la intención (¡es que ya no sólo el nombre completo de la escritora Adealaida, incluso su foto de la portada es toda una declaración de intenciones! Foto por la que, parece ser, ni siquiera se tomó la molestia nadie de solicitar derechos de reproducción). Alguien debería escribir "Los últimos días de Elvira Navarro" y ponerla, por ejemplo, de yonqui, alcohólica, psicópata o mala madre, situándola además en un contexto verosímil y rodeada de otros personajes reales, para que doña Navarro probara de su propia medicina y supiera distinguir en sus propias carnes dónde impone la ética estos límites. Seguro que ni a ella ni a sus allegados les haría ni puñetera gracia que se retratara así a un personaje con su mismo nombre e idénticas circunstancias vitales, por mucho que el autor se reafirmara en haber escrito "sólo una ficción". La novela de la poco espabilada doña Navarro habría ganado muchísimo más en poder simbólico y fuerza si en lugar de utilizar el nombre de Adelaida García Morales se hubiese inventado otro manteniendo, sí, la similitud con ciertas anécdotas de su vida, y dejando que la imaginación del propio lector relacionase (o no) ambos personajes, el real y el imaginado inspirado en el primero. Entonces sí podrías ampararte mejor en la ficción, y ésta resultaría más defendible. Pero imagino que algo tan sencillo era hilar muy fino para la pobre Elvira.
Se puede decir más alto (con letra más grande y en negrita), pero no más claro. Chapeau!
EliminarPropongo una escritura conjunta entre los lectores de este blog de "Los últimos días de Elvira Navarro", en los parámetros sugeridos por H. Y, cómo no, con una foto suya en la portada. Tiene que ser rápido, para aprovechar el tirón publicitario provocado por la situación. Y así probará, según su "inocente" forma de "ficcionar" lo que no debe, qué se siente siendo la "otra parte".
¡¿Pero Navarro es madre?! Qué me cuenta usted caballero. Pensaba que había dejado secar su útero para volcarse en el Arte; que los genios tienen un contrato con el vulgo y ella así lo había asumido y que por eso la adoramos y ensanchamos nuestras almas con su Literatura. Se me cae un mito.
EliminarFlipen con lo que escribe ahora esta otra iluminada, Cristina Morales (y mucha moral hay que tener) en defensa del libro de Elvira, porque es para flipar:
ResponderEliminar"No debemos preguntarnos por los límites de la ficción, ni siquiera debemos preguntarnos por la calidad literaria: en esos criterios se basan los nuevos censores para justificar sus censuras. (...) Estamos de enhorabuena porque Elvira Navarro no le ha pedido permiso a nadie más que a ella misma para escribir su última novela".
Aquí el artículo completo: http://latribudefrida.com/libros/4334/
¡No busquemos los límites de la ficción, ni siquiera exijamos calidad literaria, total pá qué, hagamos y publiquemos todos lo que nos salga de los huevos!
De locos.
Están todos demasiado embebidos en su narcisismo para pedir disculpas.
ResponderEliminarDe autores y críticos me espero ese narcisismo, o al menos no me sorprende, ¿pero esta gente no tiene amigos y/o familiares que les abran los ojos? Yo si tengo un amigo que comete un error se lo hago ver y le digo que ha actuado mal o que se ha equivocado, no le aplaudo, ése es el principal problema de esta gente.
EliminarSupongo que la educación que recibieron y las amistades que frecuentan los convirtieron en gentuza.
EliminarDigo yo que entre chupapollas de taller literario, wannabes de mediopelo, letraheridos sin talento y demás raza de pelafustanes de tres al cuarto diempre habrá monos que pidan más cacahuetes de estos que caga la artistísima elvira navarro y demás tuercebotas
ResponderEliminarGrande la amazona de la tribu de Frida... Se lanza a la batalla armada hasta los dientes contra Erice, el gran "censor", el mismo que padeció en sus carnes la censura verdadera cuando ella aún no había nacido, ni soñaba con llegar a ser algún día una Superescritora Superguay de la Superprecariedad, como la cuchipandi de la Navarro, y con hacerse rica y famosa como va a hacerse la otra describiendo este perro mundo en toda su mísera desdicha, siempre bajo el ala del multimillonario marqués de Entre Comillas. Conmueve su defensa de la cándida doncella Elvira Ficciones: dice que tiene derecho a escribir lo que le dé la real gana. En ese caso también Erice tiene derecho a contestarle lo que le dé la real gana, ¿o no? ¿No será ella la que quiere ser censora? ¿O sólo tienen derecho a escribir lo que quieran las anarcolibertarias a la moda del Vogue y las estrellas editoriales de la Precariedad?
ResponderEliminarMarsé, uno de los escritores más admirados por la tal Cristina Morales de La tribu de Frida, escribe hoy en "La Vanguardia" sobre "Los últimos días de Adelaida García Morales" de Elvira Navarro:
ResponderEliminar"Si sólo es ficción, como se ha apresurado a declarar la autora, entonces su libro, además de un agravio desconsiderado, es una burda estafa literaria. Porque, ¿qué significa ese título tan realista y testimonial, "Los últimos días de Adelaida García Morales", y esa foto de la autora fallecida en la portada? ¿Qué busca con tal reclamo, si luego dice que todo es inventado? En mi opinión, amparándose en la ficción novelesca, cuyas reglas y atributos parece ignorar olímpicamente, la autora intenta justificar una clamorosa chapuza literaria manipulando indecentemente una realidad dolorosa".
"
Muy bien dicho, aplaudo las palabras de Marsé. Ignacio Echevarría trata también el tema en "El Cultural", con palabras un tanto tibias para mi gusto y para lo que requiere tamaña afrenta y sinvergonzonería por parte de la Navarro, pero apuntando a la misma dirección y, sobre todo, cuestionándose (lo cual también me cuestiono yo y con extrañeza veo que se está pasando demasiado por alto) cómo es posible que la editorial no se opusiese a este proyecto o al menos advirtiese a la Navarro de sus consecuencias. Porque un escritor (en este caso escritora) puede ser un necio, equivocarse o actuar cegado por la ingenuidad, el desconocimiento o la soberbia, pero ahí es donde entra la figura del editor, para reconducirle, aconsejarle o, en último término, responsabilizarse del error de lo que ha publicado.
Eliminar¿Oponerse? En realidad un equipo de la editorial leyó el manuscrito, lo discutieron y elaboraron una estrategia. Sabían lo que tenían entre manos y no sólo decidieron publicarlo sino que lo hicieron de acuerdo y respaldando a las propuesta de la Navarro. Diseño de cubierta y esfuerzo en la campaña de promoción en medios y críticos ajenos lo dice todo. Y lo hicieron por una razón bien sencilla, les beneficia, al menos según sus tristes parámetros.
EliminarEstá claro que entonces la figura del editor ha perdido toda ética y prestigio, si alguna vez lo tuvo.
EliminarEn algunos casos, sin duda. Cuánto cinismo. Este país es una completa pocilga.
EliminarEl artículo de Echevarría está bien. No podemos olvidar que son amiguitos, si no la sangre habría salpicado...
Eliminarhttp://www.elcultural.com/revista/opinion/Ficcion/38642
¿Pero es que nadie se ha dado cuenta de que el gato(gancho de ventas) no tiene sombra?
No es que no nos hayamos dado cuenta, es que es de recibo señalarlo.
EliminarEs todo tan superficial...
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