miércoles, 7 de marzo de 2012

“Gótico Carpintero” de William Gaddis


- ¿Crees que por eso la gente escribe esas cosas? Novelas, digo.

- Por rabia… - relajó la pierna y la acercó a ella.

- No o quizá sólo por aburrimiento, o sea yo creo que por eso mi padre se inventaba todas esas cosas, porque estaba aburrido, leyéndole a una niña pequeña sentada sobre su regazo se aburría y por eso siempre estaban cerca de él… - su mano siguió adelante, se detuvo acariciando unos pelos en su perezoso avance-. Por lo que acabas de decir, sobre ser prisionero de las esperanzas de otro. Y sobre la decepción. O sea yo creo que la gente escribe porque esas cosas no salen como se supone que tienen que salir.
- O porque nosotros no salimos como suponíamos. No… -abrió las piernas para la yema de un dedo de ella que le rizaba los pelos-. No, todos quieren ser escritores. Crees que algo les ha sucedido es interesante porque les ha sucedido a ellos, oyen hablar del dinero que se gana escribiendo algo barato, cualquier cosa sentimental y vulgar sea un libro o una canción y están deseando convertirse en superventas.
- Ah. ¿Crees que es por eso? –su mano ahora había subido hasta la ingle de él, abierta, como para pesar lo que encontró allí-. Porque o sea yo no lo creo, o no creo que se conviertan en superventas –dijo, pesando la idea con la voz como si lo hiciera por primera vez-. O sea toda esa pobre gente que escribe libros malísimos y canciones horribles, y las canta. Creo que lo hacen lo mejor que pueden –su mano se cerró allí suavemente-. Por eso es tan triste.
- Sí –cambió de postura casi a hurtadillas, intentando librarse de los pantalones-. Tienes razón, ¿no?
- Y después cuando no les sale bien… -agarró con más fuerza ante la repentina hinchazón-. Cuando lo intentan y no les sale bien…
- Sí ese es el, cuando lo, eso es pero sí… -con el pulgar empujó la trabilla del cinturón hacia abajo con tanta prisa como había metido la pierna en la pernera-. Eso es, ¿no? Eso es lo peor sí, hacer mal algo que para empezar no valía la pena hacer, eso es… (1)

* * * * * * * * * * *

Mi problema con "Gótico Carpintero" -y más concretamente con Gaddis- es muy semejante al que tengo con Thomas Bernhard y pocos más: me cuesta horrores reflejar adecuadamente las buenas (buenísimas) impresiones que me producen las lecturas de cualquiera de sus obras. Esto ya quedó claro en la reseña que hace tiempo hice de “Agape se paga” (aquí), cuando me obligué a montarla a golpe de citas porque no me sentía capaz de hacerle justicia. Pues bien, puesto que ya he devuelto "Gótico...", no he tomado notas y tengo el día especialmente vago, voy a ser ejemplarmente breve y lo voy a dejar tan clarito a la primera que va a parecer mentira en mí: “Gótico carpintero” no sólo es una de las mejores novelas que he leído este año o el pasado o el anterior: "Gótico Carpintero" es una de las mejores novelas que he leído en mi puta vida. Grosso modo, esto. 

Lo único que había leído de Gaddis hasta el momento había sido el antes mencionado “Agape se paga”, un artefacto absolutamente genial que hasta hace unos días consideraba poco menos que insuperable. Quizá en mi “canon” particular lo siga siendo pero hoy estoy de noviazgo y sólo tengo ojos para mi Gótico. Puede que en unos meses, cuando se nos agote el amor, convenga hacer otra reflexión en torno a las pasiones desmedidas, el autocontrol y aquello de correrse antes de tiempo, pero ahora mismo todo esto da igual, porque ahora, insisto, mientras escribo estas palabras, todo son mariposas en el estómago y un henchirse de orgullo o felicidad o una mezcla de ambas o un no sé qué qué se yo

Sin saber qué razones dar para convencerles y sin tener citas que ofrecer no quiero dejar de comentarles alguna menudencia de la novela. Verán, Gótico Carpintero es absolutamente fascinante por muchas razones la primera de las cuales tiene que ver con el lenguaje y la asombrosa capacidad de transmitir sensaciones a través de él. Imagínense que alguien (Gaddis) les cubre los ojos con una gasa que les permita ver sombras difuminadas; les ata de pies y manos y les deja en el centro de una habitación que huele a miedo, a viejo, a humedad, a odio, a desesperación y a locura. Recuerden: no pueden moverse, no pueden hablar, apenas ven y nadie les ha explicado nada, no les han puesto sobre aviso de aquello a lo que se van a enfrentar. Escucharán sollozar a una mujer que vive en evasión permanentemente; los gritos de un hombre en continuo frenesí; les oirán hablar de traiciones, fraudes y engaños, también de hermanos ladrones, de políticos corruptos, de predicadores oportunistas y asesinos, de abogados hijos de puta. Tengan presente que despertarán (la novela nunca empieza: ya está ahí cuando llegamos) en el centro de un huracán y tendrán que montar el puzle ustedes solitos sin más ayuda que una atenta lectura. 

No voy a engañarles, pero tampoco quiero asustarles: no es tan complicado como estoy dando a entender aunque desde luego está lejos de ser una lectura fácil (siendo “fácil” un algo indefinible que tiene que ver con leer visitando a ratos el Facebook o con la televisión de fondo). Las piezas están ahí y las claves se las dará el propio libro a medida que vayan adentrándose en él como recompensa por el esfuerzo. Y prepárense: entrar en el libro es fácil, salir es casi imposible; se queda ahí, puede que a perpetuidad. 

Soy consciente de que con esto que he dicho no queda ni remotamente claro el argumento de la novela pero, honestamente, ¿importa? Es decir, ¿cambiaría algo el hecho de saberlo? ¿Les animaría saber que trata sobre el desmoronamiento; sobre las casas que se empiezan por el tejado? No, yo creo que no. Al menos a mí, personalmente -y al igual que me ocurre con Bernhard- me importa un rábano que Gaddis me cuente una historia de amor entre un hongo y una ameba porque hay ocasiones, y esta es una de ellas, en que la fuerza del lenguaje y los personajes y especialmente los diálogos (tendrían que ver qué pedazo de diálogos) valen más que la mejor historia que puedan imaginar. Quizá me está pasando. Puede ser. Pero... imaginen que no.  






(No quiero dejar de mencionar al traductor, Mariano Peyrou, que se ha tenido que dar una señora paliza y ante quien me quito el sombrero por el excelente resultado de su trabajo.) 



(1) La cita pertenece a “Gótico Carpintero”. La transcribí durante su lectura, hace un par de semanas, mientras preparaba otro post. Se me ocurrió que esta cita sería una buena forma de comenzarlo ya que el contenido sexual de la escena me permitía empezar con algún chiste soez -que es algo que suele gustar mucho- sin dejar de lado la calidad literaria que siempre acompaña a Gaddis. Por el bien de este otro post sacrifico esa genial (ya lo digo yo) “introducción” (valga la redundancia) y la dejo dónde siempre debió estar, esto es, aquí, en su propia entrada, aunque no venga, en realidad, a cuento de nada en particular. 

24 comentarios:

  1. Pues sí, en la pomada, tío. Siempre me ha encantado tu nuca.

    W.G.

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  2. Después de leer su reseña, no sé qué voy a decir yo cuando me termine esta novela. Por suerte, me queda media novela por delante y tendré tiempo de pensar en algo. Pero el caso es que usted ha dicho lo esencial, ha dado en el clavo. A media lectura de "Gótico carpintero", suscribo sus palabras, con dos excepciones: 1) A mí "Ágape se paga" no me pareció tan, tan buena (aunque creo que fue culpa mía como lector, así que esta primera excepción no cuenta) y 2) pese a que hablan de Gaddis como escritor difícil, me parece que no es para tanto, ¿no? Quiero decir, esta novela se va leyendo sola, sin muchas complicaciones. Pynchon o Foster Wallace me parecen más arduos, ¿no cree usted?

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  3. Hola Daniel. La segunda parte de la novela se complica "ligeramente". Esté atento, en breve le llegará mucha información.
    Pero no, no es especialmente difícil, por eso quise aclararlo. Por lo que he leído puede incluso que sea su novela más... "accesible". No sé el resto de su obra. Ahora debería ponerme con LOS RECONOCIMIENTOS pero como la va a reeditar SEXTO PISO no sé si esperar o qué. Supongo que sí, que esperaré. Aunque quizá le meta mano a "Su pasatiempo favorito", de la que apenas sé nada y puedo disponer de ella casi en cualquier momento.

    Un saludo,


    P.D. Gracias, Anónimo; es un bonito cumplido.

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  4. Entran unas ganas tremendas de leerlo.

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  5. Sigo con Barth. Mi vida se ha vuelto a llenar cosas y no tengo tiempo para todo. Me imagino que el próximo libro que me leeré tendrá que ser este. Pero con Barth ya estoy bien. Muy bien.

    Se me ocurre que puedes conservar ese fragmento para tu futuro post, que sigo esperando, sobre los motivos de la gente para escribir.

    Holgazán.

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  6. Me sigo documentando, Quiquiño. Ahora mismo estoy con lo de las musas (funcionamiento, criterios de selección y tal) pero no dan llegado y me temo que me lo voy a tener que inventar todo.
    Entiendo que "el Barth" te está gustando.


    Ire, misión cumplida entonces. ;)


    Saludos,

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  7. Es un puto genio, qué te voy a contar, Tongoy. Y es que al final la calidad cae por su propio peso con los años.

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  8. Pues ya nos lo inventamos (el post sobre los motivos) entre los dos:

    Un posible motivo que puede tener la gente para escribir es comprobar la cantidad de veces que se puede decir una cosa "mal" antes de decirla un vez "bien".

    ¿Qué te ha parecido? Creo que soy un privilegiado o algo por el estilo. Definitivamente lo creo.

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    1. Hola:

      Perdón por la interrupción en una conversación -privada- en un blog -público-, pero me ha gustado y quería destacarlo aquí:

      "comprobar la cantidad de veces que se puede decir una cosa 'mal' antes de decirla una vez 'bien'.

      Insisto: me gusta.

      Perdón, sigan ustedes

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    2. Perdonado, Alberto, perdonado. Empezaba a preocuparme la incapacidad de los lectores de Tonguito para reconocer el talento con mayúsculas.

      Menos mal que has aparecido tú.

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    3. ¿Estás interesado en reconocer el talento?
      Echa un vistazo aquí:

      http://www.comunsinsentido.com/2011/11/talento.html

      Se explica conceptual y visualmente.

      Un saludo

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  9. Solamente el título ya es una declaración de intenciones. Jamás hubiese relacionado las dos palabras. Voy a por ella.
    (Tengo que decirte que leer tu blog me abre caminos que ni sospechaba. De modo que muchas gracias, Carlos)

    Por cierto, para quien le interese y se lo pueda permitir: en Iberlibro.com he encontrado El Plantador de Tabaco (Spanish Edition) por la bonita suma de 324€ más 16 de gastos de envío. Lo tiene una librería argentina

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  10. Cierto, Vincent. Ahora la pregunta es: ¿a cuál de los de hoy engrandeceremos (los que lleguemos) dentro de cincuenta años?


    Quique, que me lo voy a inventar todo no te quepa la menor duda. La que mencionas sólo es una de las razones. Tiene que haber un mínimo de cuarenta más. He estado investigando y una de las culpables parece ser La Vaca (me lo han confesado dos escritores). Ya sabes, La Vaca, ¿la redacción que hacíamos a los ocho años y que algunos bordaban (o eso nos parecía) al aproximarse al cuadrúpedo desde una perspectiva novedosa, sin tener que recurrir al comen hierba o beben agua y dan leche? Esa. Fueron nuestros aplausos, Quique, los que les metieron en la cabeza la estupidez de hacerse escritores. Somos los culpables. Y todo por una puta vaca, ya ves. Qué horror.
    Esto te lo cuento para que veas lo implicado que estoy en el asunto. De momento no se me han ocurrido más gilipolleces ni me han contado más verdades pero es que estos días estoy tomando mucho ibuprofeno.

    P.Hablador, gracias. No sé cuántos caminos le abra a usted (este blog), pero no creo que sean ni un décima parte de los que me abre a mí. Ese plantador sigue estando algo caro. Sigue saliendo más a cuenta fotocopiarlo. De todos modos sigue en marcha el asunto de su reedición (me consta que JL Amores trabaja en ello sin descanso) por lo que aunque ahora apareciese por ahí una edición a precio "real" (esto es: 30 euros) yo creo que esperaría. Sí, esperaría. Bueno, de hecho estoy esperando.


    Un saludo y gracias a todos por los comentarios,

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    1. Ni idea, Tongoy. Como decía maestro Auden, la historia juzgará o, en su defecto, la cochina Mnemosiné. Pero vamos, que viendo a tíos como Heinse, Papini, los mencionados Barth y Bernhard, la Lispector o el Cela posmoderno de Oficio de Tinieblas 5 hundidos en la miseria, mi visión del futuro es bastante pesimista. Creo que el lector clásico ha muerto y con él el clasicismo literario, y que la saturación y mercantilización del mercado y la decadencia y politización de la universidad es tal que no hay lugar para más gloria.

      Pero si tuviera que apostar me dejaría la pasta en Nothomb y Tavares y seguiría apostando mucho por Ellis, pese a la bazofia que es Imperial Bedrooms en comparación con la magistral epopeya posmoderna del daimon, esto es, Lunar Park. De los de mi quinta, de momento, Olmos. Representa todo lo bueno y todo lo malo de nuestra generación: lo bueno, carácter, naturalidad e ingenio; lo malo, soberbia, imprudencia y egolatría.

      Saludos y ni se te ocurra cerrar el blog.

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    2. Ese comentario vale un mundo, Vincent. Lo guardo y lo comentamos de aquí a cincuenta años.

      P.D. A lo mejor sí que cierro el blog, porque mira, cada vez que abres la boca apunto veinte libros. Y esto no puede ser.

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    3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    4. Curiosamente hablando de libros y libros y de promesas, estoy a vueltas con una antología de nuevos poetas que lanzó Visor hace unos meses. Algunos de los poemas me han sorprendido y mucho -hay buen material ahí por si te interesa-; sin embargo, el prólogo me ha parecido una fucking shit y, como es natural, voy a hacer de las mías cuando acabe con algo que tengo entre manos.

      En cuanto a los libros, va por rachas y por épocas. Unas veces se lee más; otras, menos. Depende, claro está, del tiempo libre que te deje el trabajo -en tiempos de crisis uno no trabaja tantas horas como quisiera, por desgracia-, de si estás en medio de correcciones de tus propios manuscritos -de locos, como sabrá todo aquel que haya pasado por ello- o de si te encuentras realmente motivado para leer -leer por leer es tontería-.

      Creo que la cuestión no es cuanto se lee sino la calidad con la que se lee. En el doctorado conocí a un fulano loquísimo que leía un libro por día -el tío más bestia y animal que he conocido leyendo- y conocí a otro que sólo leía uno al mes -casi siempre de Musil o sobre Musil-. En los seminarios, el primero era un miope de cuidado para interpretar textos y, en cambio, el segundo siempre daba en el jodido clavo. Así que todo depende. Y si no, ahí está el caso de Chéspir que sólo con Monmouth, Plutarco, Cintio, Bandello y Chaucer la que lió el muy cabrón.

      Saludos.

      P.D. - Metí la pata y lo he editado, sorry.

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    5. Uff, poetas... Verás Vincent, es que yo ODIO la poesía. Es una tarita que tengo, qué le vamos a hacer. No la soporto. Empiezo a leerla y me entra un sueño terrible.

      Respecto a las lecturas... no salgo en eso muy bien parado: soy un lector ansioso. Bueno, ahora lo soy algo menos pero a base de esfuerzo y disciplina (mi trabajo me está costando.)

      Saludos,

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    6. Jejejeje, no te preocupes, Tongoy. A decir verdad, la poesía (la de verdad, no las versiones de Ángel González y Yolanda Castaño 2.0) es una cosa muy endogámica a estas alturas de la peli. Vamos, o escribes poesía a escondidas o eres un profesor universitario con espíritu de octogenario. Si no, no se entiende.

      Por cierto, he leído la entrada de Viola di Grado (me tropecé con su libro en la biblioteca ayer y aguanté como media hora leyéndolo, na' es que el look de goticienta me llamó la atención, hombres!!!!) y, aunque lo que voy a decir signifique tirar piedras contra mi propio tejado, creo sinceramente que sí, que nadie debería publicar, y menos con los tiempos que corren, antes de los 30. Yo publiqué a los 27 una novelita escrita a los 25 y no sabes lo que me arrepiento por mucho que, gracias a ella, los frikis de la AEFCFT hayan resucitado a Enrique Gaspar (algo es algo).

      Ahora bien, tiene su punto bueno publicar antes de los 30, siempre y cuando no tengas éxito: aprendes a escribir despacito y con buena letra, a entender que si la forma es importante el contenido es crucial para no acabar como un Nocillo diciendo que Poundemonium de Julián Ríos es lo que mejorcito que se ha escrito, a no tener prisa por publicar y, lo más importante, a ser consciente de que hagas lo que hagas, siempre habrá alguien que lo ha hecho antes y, lo que es peor, mejor que tú (maldito Huxley, maldito Eyeless in Gaza, eso es lo que pasa por ir de moderno y escribir una comedia humana portátil a lo Balzac pero con la forma de un puto Nouveau Roman hiperliterario, juro que no volverá a pasar).

      En definitiva, que de todo y de todos se aprende.

      Saludos y un placer, como siempre, intercambiar opiniones contigo.

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    7. Como nadie me ha llamado, vengo a dejar un nombre para que dentro de 50 años me tengáis en cuenta en vuestra discusión, un nombre que quedará: Eloy Tizón. Si para entonces no estoy, recordad que los gusanos nacidos de mi putrefacción os repiten: "lo dije, lo dije..."

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    8. El placer es mío, Vincent.

      (Siento haber tardado tanto en contestar pero es que los fines de semana tengo por costumbre ponerme en modo off y salvo excepciones trato de no asomar mucho la cabeza no me la vayan a cortar)

      V, ya leí que tenías un libro, pero tras dar un par de vueltas no dí con él y lo dejé estar. Al fin y al cabo si uno no publicita su propio libro será por algo.
      Me alegra ver que sigue habiendo gente que ve en Viola lo mismo que vi yo, esto es, nada. Aquel post levantó algunas tormentas (entre bambalinas) que aún hoy me cuesta entender. Bueno, miento, HOY SÍ las entiendo (o creo entenderlas), pero entonces no y aquello me mataba.


      Preocupín, anoto Eloy Tizón. Sólo lo anoto, nada más. En 50 años veremos.

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    9. Ni puto caso, Tongoy. O sí, por favor, hazle caso. Ardo en deseos de leer una reseña tuya sobre el dios Tizón.

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  11. A huevo me lo pones, Tongui, con lo de la Vaca:

    "Según una teoría mía de ahora mismo, el desencadenante de un proceso de especialización como los descritos suele ser una intuición personal o un elogio ajeno. Un buen día, por poner un ejemplo, eres todavía un chaval y corres por el parque porque tu amigo Miguelito te persigue y tú no te quieres dejar atrapar por nada del mundo. De repente, un perro de locas proporciones se cruza en tu trayectoria y, sin apenas tiempo para pensarlo, saltas con toda tu alma para mantener tus dientes alejados del pavimento. Cuando parece que lo has conseguido, que vas a poder seguir comiendo pipas durante algún tiempo más pero todavía intentas recuperarte del susto, oyes una voz desconocida que le dice a su vecino de banco: ¡Madre mía, vaya muelles! Los hay tan inconscientes como para acabar ganando unas olimpiadas. Pero también puede pasar que nadie te diga nunca lo bien que haces nada o, peor todavía, que lo que un día oíste decir o te dijeron o creíste entender no se ajuste del todo a la realidad. Y un día te des cuenta que te has pasado media vida haciendo el panoli".

    Es un fragmento de cierta novela insustancial.

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  12. ¡Vaca sagrada! (que decía Shazam, el superheroe), pues tienes razón. Es perfecto! (Esto demuestra lo que ya sospechábamos (lo de mi supina ignorancia). Menos mal que no me pagan por esto...) Me lo quedo como cita para esa futura entrada, ¿te parece bien?

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