Porque no todo va a ser un sesudo análisis metaliterario tras otro les voy a regalar una reflexión de esas de tarde de primavera de no tener mucho que hacer.
Así empieza la nueva novela de Javier Marías, "Los Enamoramientos", desde hoy a la venta en librerías:
La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra. Ni siquiera sabía su nombre, lo supe sólo cuando ya era tarde, cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto, si es que no lo era ya para su propia conciencia ausente que nunca volvió a presentarse: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa, es decir, imbécilmente, y además una y otra vez, sin salvación, no una sola, con voluntad de suprimirlo del mundo y echarlo sin dilación de la tierra, allí y entonces.
Hace aproximadamente una semana le prometí a mi hermana, fan fatal de Javier Marías, que me leería, no uno, sino dos libros suyos (de Marías, no de mi hermana). Dos. Miren, les voy a confesar algo: yo no he querido nunca leer a Javier Marías porque he sido siempre de prejuicio fácil y basta que uno (no yo, otro, en este caso él) venda libros como churros para que me salten las alarmas y me de por la espantada para refugiarme en alguna cosilla menos popular, más intrascendente. No me pasa con todo. Mi prejuicio es (dejó de serlo pero hemos vuelto a las andadas) un poco bastante de carácter nacional. Nada personal, tampoco leo asiáticos y eso no quiere decir que sea racista. Pero esa es otra historia. También me parece sospechoso tanto premio y tanta leche. No es normal. No, no lo es, se pongan como se pongan, no lo es. Imagínense que (ustedes) publican un libro el mismo año que Marías: dense por jodidos. ¿Que cuál era la reflexión? Ah sí, perdón. La reflexión es que ya me estoy arrepintiendo de la promesa que hice porque el párrafo anterior me pone muy nervioso por no sabría decir muy bien qué razón. También es verdad que cuanto más lo leo menos nervioso me pone y de hecho la última vez, hace unos minutos, estuvo a nada de gustarme. Pero claro, tampoco es plan que me lea cada párrafo setenta veces para ver si le cojo cariño. Quizá ese nerviosismo de la parrafada inicial tenga que ver con la manía persecutoria que le tiene Marías a la muerte. Miren como empezaba "Mañana en la batalla piensa en mí", uno de los libros que prometí leer.
Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda. Nadie piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso sucede todo el tiempo, y creemos que nadie que no esté previsto habrá de morir junto a nosotros. Muchas veces se ocultan los hechos o las circunstancias: a los vivos y al que se muere —si tiene tiempo de darse cuenta— les avergüenza a menudo la forma de la muerte posible y sus apariencias, también la causa. Una indigestión de marisco, un cigarrillo encendido al entrar en el sueño que prende las sábanas, o aún peor, la lana de una manta; un resbalón en la ducha —la nuca— y el pestillo echado del cuarto de baño, un rayo que parte un árbol en una gran avenida y ese árbol que al caer aplasta o siega la cabeza de un transeúnte, quizá un extranjero; morir en calcetines, o en la peluquería con un gran babero, en un prostíbulo o en el dentista; o comiendo pescado y atravesado por una espina, morir atragantado como los niños cuya madre no está para meterles un dedo y salvarlos; morir a medio afeitar, con una mejilla llena de espuma y la barba ya desigual hasta el fin de los tiempos si nadie repara en ello y por piedad estética termina el trabajo; por no mencionar los momentos más innobles de la existencia, los más recónditos, de los que nunca se habla fuera de la adolescencia porque fuera de ella no hay pretexto, aunque también hay quienes los airean por hacer una gracia que jamás tiene gracia
Está claro que los personajes de este escritor no leen sus libros, de lo contrario ya sabrían (ya se ocupa él de repetirlo hasta la saciedad) que lo más común es morir de una muerte sobrevenida e inesperada y andarían por la vida poniendo más atención a los peligros que les acechan, que por lo que veo se cuentan por miles. Pero miren, mi problema no es tanto ese (porque yo estoy por encima de la muerte, no hay más que verme) sino que las prosas tan afectadas me irritan siempre bastante y ésta, de tan exagerada, roza el sadismo. Además la primera frase (no me aclaro: ¿recuerda el nombre del rostro o de la muerta?) es, con diferencia, la más fea que he leído en mi vida. Yo le doy mucha importancia a las primeras frases; para mí son vitales (esto merece una entrada en el futuro; recuérdenmelo) por eso sospecho que me voy a llevar fatal con Javier Marías, que lo nuestro va a ser una relación odio/odio desde el minuto cero y que mis comentarios de sus obras serán siempre puro arrebato visceral incontenible. Ni que decir tiene que la culpa es casi toda suya porque no sólo me molestan los principios, también son los medios y ya no les quiero ni mentar los finales. Miren, lean otro fragmento extraído de las primeras páginas de "Los Enamoramientos" (en las que sigue hablando de los muertos) y verán qué "medianías" y que final tan feo:
Pero desde el principio sabemos —desde que se nos mueren— que ya no debemos contar con ellos, ni siquiera para lo más nimio, para una llamada trivial o una pregunta tonta (‘¿Me he dejado ahí las llaves del coche?’, ‘¿A qué hora salían hoy los niños?’), para nada. Nada es nada. En realidad es incomprensible, porque supone tener certidumbres y eso está reñido con nuestra naturaleza: la de que alguien no va a venir más, ni a decir más, ni a dar un paso ya nunca —para acercarse ni para apartarse—, ni a mirarnos, ni a desviar la vista. No sé cómo lo resistimos, ni cómo nos recuperamos. No sé cómo nos olvidamos a ratos, cuando el tiempo ya ha pasado y nos ha alejado de ellos, que se quedaron quietos.
Nada es nada, efectivamente. Así nos va. Que sí, que ya sé que es una cuestión de gustos, pero este blog es mío y digo lo que me da la gana. Si quieren leer cosas bonitas de Javier Marías se abren uno y lo llenan de elogios y besos. En fin, que yo ahora vivo sin vivir en mí por culpa de una promesa un tanto inconsciente y me voy a tener que tragar algo así como tropecientas mil páginas de nudos verbales y puntuaciones tan retorcidas que a mí no me salen ni queriendo provocarles el vómito.
Ves? ahora tengo que hacerme con él ya.
ResponderEliminarSi alguien se compra un libro de este señor por esta entrada entonces tengo un problema claro de comunicación.
ResponderEliminarCuando lo hayas leído no olvides pasarte por aquí para ponerlo a parir, jeje.
Un saludo, Madi y gracias por la visita.
No, no, yo adoro a Marías y le perdono todo incluso su mal humor.
ResponderEliminarAcabo de leer Los dominios del lobo, que aunque es un libro antiguo todavía lo tenía pendiente.
Bueno ya contaré que tal
Madi, no puedes adorar a todo el mundo. No es normal. Dime la verdad: ¿eres el avatar de una corporación industrial de publicidad? ¡¡¿Eres Javier Marías disfrazo?! ¡Confiesa!
ResponderEliminarjajajajajja no adoro a todo el mundo a estas alturas deberias saber cuan selectiva soy
ResponderEliminarNo sabe usted, Sr. González, las ganas que yo tengo de que escriba usted un libro. Porque digo yo que no se conformará con criticar a autores, que para más inri (al menos en este caso) aún no ha leído. Autores (autor en este caso) que lleva la friolera de 40 años engañando a analfabetos literarios como yo deslumbrados por 'tanto premio y tanta leche '. Pero es que claro, no se puede ser estupenda y lumbrera literaria al mismo tiempo, al menos yo no puedo.
ResponderEliminarPues eso, que me apetece un montón leer algo escrito por usted que no sea una entrada de blog. Y quiero que sepa que me estoy lanzando al vacío, porque (y llámeme rara si quiere) a mi si no me llenan un libro de 'tropecientas mil páginas de nudos verbales y puntuaciones retorcidas' pues no me acaba de gustar. Así que aquí estoy, esperando leer por fin un libro escrito como dios manda, con esa primera frase que cambie el rumbo de la historia literaria, que me haga llorar de emoción, que haga llorar a Javier Marías de pura envidia.
Pero hace usted bien, Sr. González, qué caramba. Unos se meten a cazafantasmas y usted se doctora en 'cómo localizar a fraudes literarios que se hacen llamar a sí mismos, escritores'. Pero no quiero ser injusta. Como seguidora que soy de su blog, sé que no sólo critica a gente a la que aún no ha leído, también le dora la píldora a muchos otros seguramente merecedores de grandes elogios (muertos o no).Y lo hace bien, creo.
Y dicho esto, mi querido Carlitos, sigo reservándote los libros que me pediste. Para que los leas, te enfades mucho mucho y pongas a pan pedir a mi Javi. Como hermana tuya que soy me corresponde seguir queriéndote igualmente. Y eso es lo que te salva de que estos 33 seguidores tuyos sigan creyendo que siempre has sido un sibarita en esto de la lectura. No, no descubriré tus comienzos. No, porque el día que seas famoso quizás le quite algún provecho.
Un beso
Carlos, ya sé que es muy feo corregir, pero te doy un capón:
ResponderEliminar"¿Qué cual era la reflexión? Ah sí"
Esas tildes, hombre, esas tildeeees
¿No te gusta Marías? Me sorprendes. Saludos.
Hola Carlos, no tiene nada que ver con Marías, pero te pongo un link que te puede acercar a esa autora que recomendé y que han publicado mis padres en su editorial. La que citaba en mi top ten y por la que discutimos un poco.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=UQT_WGp3T4o&NR=1
Estará en Cosmopoética y en Madrid. Te la recomiendo.
Saludos.
A ver, por partes.
ResponderEliminarCadou, eres un cabrón. No me saques los colores, hombre, usa el correo. (Ya está arreglado. Gracias.)
Me gusta sorprenderte. Eso es lo que mantendrá viva nuestra relación. A ver, no me gusta Marías porque nunca he leído a Marías. No sé. Siempre me dio pala espina. Es un prejuicio de lo más tonto, lo sé, pero qué quieres… uno también es humano y tiene derecho al error. Me pasa lo mismo con Murakami. De todos modos esta entrada tiene mucho de broma hacia, adivina, mi hermanísima (ahora voy contigo, Marieta, ponte cómoda) a la que amenacé (gratuitamente –cabrón que es uno-) con meterme con su adorado. Leeré a Marías y si me gusta no tendré ningún problema en flagelarme públicamente. Por cierto, has olvidado recomendarme algo de Marías. Todo el mundo lo hace últimamente. Un saludo y gracias por pasarte. (Por cierto, hoy o mañana publico el comentario del libro de Tao Lin y, o mucho cambian las cosas o también sales tú. Y sin videos musicales…
Sra. González:
ResponderEliminarNo puedo escribir mis propios libros si tengo que poner a parir los de los demás, entiéndalo. Recuerde que tengo familia y esto ya consume demasiado de mi poco tiempo libre. Quizá lo haga en mi senectud, cuando haya acumulado experiencias vitales suficientes para un cuento breve.
Mire, yo de Marías critico únicamente lo que he leído, que son tres párrafos (o parrafadas, no sé cómo llamarlo) y lo de los premios no es nada más que una sospecha sin fundamento. A mí me parece mucho premio para un solo ser humano cuando hay por ahí novelas magníficas que viven esperando un poco de justicia o simplemente que les hagan un poco de caso. No dudo que Marías sea un escritor que levanta pasiones suficientes para vender “cienes y cienes” de libros y tener entusiasmados a “cienes y cienes” de lectores pero a mí, que quiere que le diga, no me ha llamado –hasta ahora- la atención.
Respecto a mi legitimidad como comentarista le diré que esto lo hago gratis. Es decir, que nadie me paga por ello ni ha demostrado hasta la fecha interés alguno en que lo haga. De todos modos, usted, que me conoce como si fuera su hermano (y sé que me quiere más que a las nueces en Navidad) entenderá que no pueda contener la verborrea acumulada durante tantos años de silencio. Por otro lado, que no sepa escribir no quiere decir que no sepa leer o que no sea capaz de distinguir entre el placer y vómito que se desprende de una lectura, experiencia ésta que, con mayor o menor fortuna, es la que vengo narrando aquí desde hace muy pocos meses. Déjeme usted ir cogiendo fondo y verá que poco tarda Marías en pedirme matrimonio.
(Respecto a mi pasado, todos lo tenemos, no lo olvide y cuanto peores fueran los libros más capacitados estaremos (casi seguro) para detectarlos).
Y para terminar sólo decirle que acabo de hacer una desiderata a la biblioteca por lo que Marías venderá un libro gracias a mi buena voluntad. Que no se diga.
Un beso también para usted
Luna, te toca. (Joder, qué estrés de día.)
ResponderEliminarGracias por el enlace. Luego lo veo calma y mira, me siento de un generoso que doy asco y por eso me voy a medio comprometer a hacerle a esta buena mujer una desiderata de su libro y si hay suerte y llega a buen puerto me lo leo y hasta soy capaz de comentarlo. Ahora bien, ya te adelanto –ya lo sabes- que no me gusta mucho (por decirlo elegantemente) la poesía. También es verdad que gracias a eso (mi inexperiencia) no podré ser cruel, algo que ya te imaginarás me da mucha rabia.
(P.D. Te digo lo mismo que a Cadou: en breve brevísimo (atenta al Facebook) publico la entrada del Tao Lin. El sale (Cadou), pero tú no, lo siento (tampoco había motivos para ello). La que sí sale es una tal Carlota Moseguí, a quién no sé si tienes el placer de conocer).
Un saludo,
Carlota mola, leí su blog hace unos días. Creo que dice cosas interesantes.
ResponderEliminarY lo de Tao Lin, bueno, ya sabes, soy fan desde hace años. Entiendo que guste y entiendo que no guste, c'est tout.
Un saludo!
Carlos, no te dejes engañar. Tú lo has dicho, es feo. Si el mérito de Marías es el feísmo vacuo, felicidades.
ResponderEliminarOtro extremo que me repugna más que eso que hace Marías con las palabras, de la mayoría creo que desconoce su significado o lo confunde (me remito a los textos que Carlos ha copiado), es que tenga lectores, incluso, lectoras. Me deprimo y siento una pena que ni Schopenhauer en junto con Unamuno pueden superar: cómo me duele la ausencia de literatura.
Larevolucióndeloslectores.
Me has recordado que tengo un par de libros más de Marías por leer en casa. Jesús qué pereza...
ResponderEliminarEstoy ya en las últimas páginas y he de decir que me está costando horrores, pero fatiguitas negras, acabarlo. Lo siento por sus incondicionales, pero yo me he gastado 20 euros en un libro (con la que está cayendo) y lo mínimo que exijo (lo mínimo) es que me entretenga. Lo máximo es que me llene, me enseñe aquello a lo que aún no he llegado, me muestre otro modo diferente de ver al ser humano, las cosas y el mundo. Pero nada de esto está ocurriendo, y, como digo, ya no lo espero a estas alturas de la película.
ResponderEliminarPodría decir muchas cosas, desde mi modesta opinión, sobre el nuevo libro de Marías, pero lo que más poderosamente me ha llamado la atención es el hecho de que todos los personajes hablen y reflexionen en el mismo tono monocorde que los demás, que tengan el mismo estilo, acusen la misma pauta de pensamiento, es decir, que sea tan cristalinamente obvio para el lector que es una misma pluma la que está escribiendo sus diálogos externos e internos. Imaginaos que Cervantes hubiera hecho lo mismo con Don Quijote y Sancho... Esto, señores, es un ERROR de PRINCIPIANTE, uno de las primeros fallos que te toman en cuenta en cualquier taller de escritura creativa de tercera regional. Ningún profesor de taller literario te dejaría pasar un fallo de ese calibre. Cada personaje debe tener su "alma", su voz, no pueden tener todos el mismo registro sin que el conjunto de la obra resulte peligrosamente artificial. Ahora me dirán que Marías lo hizo así a propósito, porque los escritores modernos, como los pintores modernos, pueden hacer lo que les dé la gana con sus telas, que una vez hecho un nombre, ya está hecha también la fama.
Si Marías había escrito un libro para "intelectuales" sesudos a los que no importa la forma sino sólo el contenido, debería haberlo indicado en la portada, como se indica en las cajetillas de tabaco que son perjudiciales para la salud. Así sabríamos a qué atenernos.
Lo que ustedes digan, pero yo, repito, me he gastado 20 euros en plena crisis (por no hablar del tiempo perdido en leerlo) por comprar un libro barbitúrico que prometía el oro y el moro, pero que sólo me ha ofrecido un soporífero y mortal aburrimiento.
Saludos a todos, y felicidades por el blog :-)
Gracias Ana.
ResponderEliminarLas promesas... Qué decir. De todo se aprende. Yo hace tiempo que sólo compro libros de lo que estoy seguro que me gustará o que me gustó y quiero tener para releer y consultar por lo que de un tiempo a esta parte me he descubierto con la biblioteca menos actual del mundo.
Obviamente estoy muy de acuerdo con todo lo que dices.
Un saludo y gracias por pasar,
"cuando el tiempo ya ha pasado y nos ha alejado de ellos, que se quedaron quietos".
ResponderEliminarEsto se lo ha copiado a la Blasa, pero cambiando un poco para que no se note tanto. En el original dice "que se quedaron en el corral de los quietos"
Qué pedante se ha vuelto Javierito. qué insoportablemente pedante.
Un poco -bastante- tarde, pero tratándose de Marías no importa. Efectivamente una novela inaguantable; el Marías dándose vueltas sin parar y sin poder salir de su jaula mental. Saludos. http://viparnaso.blogspot.com.es/2011/09/los-enamoramientos-javier-marias.html
ResponderEliminarUn poco -bastante- tarde, para comentar, pero tratándose de Marías no importa. Efectivamente una novela inaguantable. Marías que parece no poder salir de su pedaleo mental. Saludos. Si te interesa: http://viparnaso.blogspot.com.es/2011/09/los-enamoramientos-javier-marias.html
ResponderEliminarJajaja! Justo vengo buscando gente que ponga a parir esta novela, porque yo la acabo de leer y uf! Por el amor de Dios!
ResponderEliminarUn coñazo de libro.. le sobran 200 páginas al menos. De hecho, ahora mismo arrancas 200 páginas del rollazo que suelta en medio (el soliloquio de María.. sobre la culpa, la muerte, el amor...y blabla), y la novela no cambia. Estoy segura, porque este hombre repite y repite lo mismo con distintas palabras hasta agotarte mentalmente. Y nunca, dice nada nuevo. Es aluncinante. Debe ser complicado conseguir decir tan poco con tantas palabras.
Ale, ya me he desahogado un ratito.
Saludos! :-)