Viajeros al blog!, será, si nadie lo remedia, la primera sección fija de este espacio. Es de ley reconocer que la idea me la dio el “Dietario Voluble” de Enrique Vila-Matas. Concretamente el siguiente párrafo:
Hace unos días entré en un diario blog peruano de carácter literario y ese blog me llevó a otro y acabé entrando en un tercer blog, también peruano y literario, el del escritor…
La intención -por si no ha quedado bastante claro con la cita- es la entregarme periódicamente a un viaje todo lo literario que sea posible a través de los blogs de la red, con un itinerario sin definir, sin concretar el tipo ni la cantidad de paradas y contando siempre con un final incierto: justo destino para un viaje cuyo punto de partida debe ser lo más azaroso posible.
Para este (espero que breve) primer viaje decido rendir un homenaje partiendo desde una estación conocida: se trata de uno de mis blogs literarios favoritos de cuántos pueblan la red, que es también el de un amigo, culpable sin quererlo (que no sin saberlo) de la existencia de éste. Bolmangani habla en una de sus entradas de algo (a pesar de todo) tan literario como son las malas novelas. Aunque inicialmente su objetivo se centra en dos obras muy concretas no está en su naturaleza evitar una reflexión más global que en este caso tiene su origen en una traducción que una revista literaria gratuita en la red, de periodicidad variable (esto me encanta) hace de un ensayo de B.R. Myers publicado en el número de julio/agosto de 2001 en la revista Atlantic Monthly y por la que fue calificado de “amateur, outsider, y sensacionalista”; puesto que el artículo es demasiado largo me lo imprimo para llevarlo en la mochila y leerlo tranquilamente en el banco de algún parque, pero hasta que llegue el momento busco saciar mi curiosidad sobre el tema y encuentro un lugar común en que citan, mucho más brevemente, este mismo libro y destacan -cosa que no hace Hermano Cerdo- un irónico decálogo que sirve de apéndice al mencionado ensayo y en el que descubro, no sin cierta satisfacción, que el quinto mandamiento del buen escritor (“Si la frase no es larga y aburre, entonces seguro que no es literatura”) pone mi comatoso estilo en el buen camino -el de la alta literatura- y empiezo inmediatamente a sentir la presión de los grandes escritores que viene acompañado de un vértigo terrible y decido que lo mejor que puedo hacer es ir acabando esta frase y buscarme otro tópico menos estresante en el que caer. Puesto que este “lugar común” es el final de una vía y no me ofrece continuidad opto por bajarme y esperar el viaje de vuelta tomando un café mientras leo el ensayo de B. R. Myers, triste al pensar que este corto trayecto me aleja de la excelencia.
Dos son las referencias , una tangencial : viajeros al tren, otra casi directa: " un lugar común" repetido dos veces con sentidos distintos pero de ninguna manera tópicos banales, que me recuerdan en este texto a Agustin Garcia Calvo, quien en sus teorías convierte la palabra común en un concepto clave . El Blog al que remite el enlace "lugar común" no es el de un seguidor de Agustin pero sí parece el de alguien que por su propio camino anda por los alrededores. Tiene entradas de mucha calidad. Del Blog de Bolmangani, es un amigo, no diré más, sabido es que la amistad confunde el juicio; cualquier juicio si está mediado por la amistad es Parcialidad. Por supuesto que esto no es una crítica a la Parcialidad, es un dar vueltas alrededor de un hueso, o dos huesos, pues Carlos no es fruta sin cuesco.
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