martes, 11 de febrero de 2020

“Lanny” de Max Porter


No, en serio: a veces somos muy gilipollas. 
Al menos yo. Y me consta que alguno de ustedes también. 
Bueno, ustedes no. Ellos. Los demás. Ya saben: esos otros
Menuda banda. 
Lo digo por este libro y la percepción general que se tiene de él. 

Pero vayamos por partes. 

Llego a este libro a través de la recomendación que hace Alberto Olmos en El confidencial. Yo a Alberto le tengo un cariño especial pero lo hoy no se lo perdono. Le hace una oda a la cosa esta de Max Porter que es como para quitarle el carnet de la biblioteca mínimo un año. 

Dice, entre otras lindezas, que es un libro AUDAZ. Ole tus huevos, Alb. Igual es porque también lo pone en la contra del libro. Claro que igual es que la escribió él. En cualquier caso: facilón facilón. 
AUDAZ, dice. 

Pero. 

Pero uno, que le ha tenido siempre algo de fe, piensa: pues me lo compro. 

Y menos mal que no. 

Mi bibliotecaria favorita me salvo del error mayúsculo de cambiar diez cervezas por esto, siendo “esto” la novela de un niño en entorno rural sobre fondo de fantasía. Esto es un poco La Cosa del Pantano de paseo por la campiña inglesa y un niño con cara de percepción extrasensorial, aficionado al arte y con algo de Diógenes que un buen día desaparece suponemos que en el bosque. La primera parte de la novela es la presentación de unos personajes que nos importan un carajo haciendo cosas que nos traen sin cuidado. La segunda es el niño desaparecido y las voces del pueblo (media novela son las voces de todo el mundo campando a sus anchas por las páginas) juzgando, criticando y, rigor obliga, también buscando. O sea: exprime tu propia red social. 

La tercera y última parte es una soplapollez. 

Perdonen que me ponga tan ordinario. Es el insomnio, que me hace estragos

No les haré perder más el tiempo: la novela no lo merece y yo todavía estoy sin café. 

Aquí un resumen, a modo de conclusión: novela fallida, aburrida y por supuesto sobrevalorada, que trata sobre niños desaparecidos, viejos ni-tan-locos, padres haciendo de padres, Twitter y una cosa un poco Miyazaki que se mueve por los bosques dejando un rastro de experimentos fallidos de puro inútiles. 




Max Porter, damas y caballeros: otro que tal baila. Bueno, él y todos los que le hacen la ola, aquellos que sienten o creen o fingen creer que esto vale la pena cuando no es ni remotamente así.


3 comentarios:

  1. Pues esta reseña me ha recordado cierta novela q si no me equivoco incluias entre tus propósitos de lectura para este año, desierto sonoro, q también trata entre otras cosas sobre niños desaparecidos, libro q fue mi libro/estafa del pasado 2019, por credenciales premios y demás... Y cuyo epílogo me dejó a cuadros por el tiempo q la propia autora reconocía haber empleado en su elaboración, agradecimientos (a estamentos, colegas y anónimas cobayas) e incluso una sonrojante fe d hipertextualidad (con reconocidas frases extraídas a modo d homenaje (plagadas, vaya) a no se cuantos autores clásicos y no tanto... Y seguidamente pregunto, lo leíste? Y en tal caso, habrá reseña? Me molaría contrastar, por eso d no sentirme demasiado hater o demasiado loco o q sé yo... Igual va y t entusiasma, contigo nunca se sabe...
    Saludos. Y celebro tu vuelta al ruedo

    ResponderEliminar
  2. Plagiadas, no plagadas, se entiende. Cosas del predictor del móvil y/o d escribir comentarios sentado en wc

    ResponderEliminar
  3. A mí el artículo de Olmos me parece la típica reseña escrita por compromiso (¿con la editorial?) para dar la impresión de que el libro merece la pena pero sin exponer demasiado la opinión personal. Prácticamente lo único que dice Olmos a efectos críticos es que el libro le parece "encantador". Todo lo demás es citar la contraportada, comentar el argumento, describir el estilo y señalar la buena recepción de la novela en Goodreads.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.