miércoles, 11 de noviembre de 2015

‘El límite inferior’ de Nere Basabe

Hay cinco normas fundamentales que todo escritor debería seguir a pies juntillas. Las tres primeras son no aburrir, no aburrir y no aburrir. El resto tiene que ver con la ortografía, la redacción y otras cosillas de fácil solución. Bueno, pues nada, ni modo, algunos parecen haber nacido para llevar la contraria, y no lo digo por la redacción, la ortografía o dejas zarandajas.

Les cuento.

En una reseña anterior, concretamente la dedicada al libro de Jesús Cañadas, hablamos de la necesidad que tienen algunos historiadores (entendido como contadores de historias) o cuentistas de apoyarse en subtramas de corte intrigante para aportar contenido a una historia que de otro modo corre en sus manos el riesgo de no tener suficientes cosas que contar. (No era exactamente el caso de la novela de Cañadas, pues ahí sí había material, pero seguro que se entiende el ejemplo). 

Pues bien, yo no sé si es culpa del azar o que a nuestras jóvenes promesas se les ha privado durante la infancia de alguna vitamina imprescindible pero nos encontramos frente a un caso demasiado parecido y tanta casualidad empieza a resultar irritante en grado sumo. Nere Basabe, a la sazón escritora, nos cuenta una historia que no puede ser más aburrida ni queriendo y en algún momento, mediada la novela, cuando aquello es del todo insoportable y el libro más que caerse de las manos busca directamente el suicido, decide hacer desaparecer un niño, así, alegremente, y que todos o casi todos los protagonistas (tres sobre un total de cuatro) le resulten, a la policía, sospechosísimos. A nosotros, sólo uno. Y ni eso. Quiero decir que, al final, después de tanto rollo, intriga cero.

Para que se hagan una idea, les cuento un poco de qué va el asunto:

A La Solana, una suerte de incipiente Torremolinos, llega, avanzado el otoño, un joven matrimonio. Ella (Valeria) está estupendísima de la muerte y él tiene un coche molón: hacen una pareja perfecta, plasticosa y con el brillo metalizado de un Lexus. Victor, que así se llama el maromo, viene a trabajar, de ahí lo intempestivo de la visita. Se ocupa de dar el visto bueno, previa falsificación documental, a futuras construcciones que de otro modo y al no cumplir los requisitos legales mínimos exigibles, no podrían llevarse a cabo. Recibe por esto un buen dinerito en un sobre abultado que más tarde llevará a su jefe y… bueno, la eterna historia de corruptelas urbanísticas y comisiones del 3%. Ellos no se quieren (Valeria y Victor, no se quieren, no se quieren, no), se les gastó el amor de tanto usarlo; no se hablan, no se tocan, no se miran: leen revistas, el móvil, se reúnen con concejales de urbanismo, prosperan corruptiblemente.

«[A Valeria] le gusta poseer, y tal vez por ello su vida sexual con Víctor, quien carece de cualquier ansia de dominio, no sea todo lo satisfactoria que debiera, por lo que la pareja sublima y halla el equilibrio en otros territorios, logrando hacer de su matrimonio finalmente un ecosistema armónico: Víctor ingresa el dinero, y Valeria se lo gasta».

Para compensar tanto tedio concentrado el tercer protagonista es un joven habitante del pueblo, de profesión artesano. Es de los que hacen figuritas guarras con las conchitas que recoge en la playa. Tiene un perro al que pasea y con el que en algún momento llega a mantener unas fenomenales conversaciones que suben el nivel de la novela por sus cargas de profundidad, de cuádruple doble intención y su excelsa prosa: 

«No sé, Odisea, no sé si he hecho lo correcto... Pero así estamos más tranquilos, ¿no? Tú y yo, amiga, contigo que nunca me fallas, para qué empeñarse en seguir buscando más... ¿Qué hubiese cambiado, eh? Dime; un polvo desaprovechado, de acuerdo, pero eso es todo, no es tan grave: un polvo desechable, de usar y tirar, y al día siguiente, ¿qué? Mejor así, nadie sale perdiendo... —Breogán le acaricia el pelo de la coronilla, y la perra agacha las orejas y cierra los ojos de gusto—; los fabricantes de condones, son los únicos que pierden; los fabricantes de condones, y de lubricantes y de viagras: soy el antihéroe de la industria. El que inventase una pastilla contra el deseo, en cambio, ese sí que haría un gran negocio, pero eso no se anuncia en televisión, no vende, porque no consumir no está de moda».

Qué lucidez, amiga, y qué nivel. Qué profundidad. Qué sensatez la de unas y qué insensatez la de otros. Ay, amiga, amiga, esas reflexiones de cola de supermercado travestidas de literatura vergonzante, vergonzosa, caduca, a todas luces desfasada, indecentes de puro malas. Ese ejemplo perfecto de lo que no sólo NO, sino que JAMÁS, bajo ningún concepto. Nunca, amiga, NUNCA.

El cuarto personaje en discordia es una jovencita francesa que hace años se quedó a vivir por el barrio. De profesión: guía turística. En esta novela se ocupará de acompañar a un grupo de viejos achacosos. Su función en este drama es cruzarse con unos y otros, mirarlos, ser mirada, a ratos ignorada y a ratos deseada. 

Apasionante, también.

Total, que entre el tedio de unos y la apatía de otros no hay una puta arista a la que aferrarse en este límite inferior. Pero es que ni una, eh.

Me aburre casi tanto hablar de la novela como la novela misma. Me aburre, incluso, escuchar a otros. He leído, o intentado leer (y comprender, también, el entusiasmo de unos cuantos), tres o cuatro reseñas y nada, no hay marera, me separa del resto del mundo arrecife de aburrimiento mortal. No hay un ápice de pasión en sus casi trescientas páginas. Aquí todo es desidia, tristeza, un frío de otoño que no es ni frío ni es calor ni es otoño ni es nada. En esta novela todo es indecisión; todo está a medio camino de cualquier parte, todo conflicto es una burbuja de humo que no acaba de estallar. Todo es conformismo, pasividad y darle mil vueltas a lo mismo: no te quiero, sí te quiero, te odio, no te odio, te quiero querer, me voy a tomar un chupito, me pides un colacao, duérmete niña, ya, va.

Líbrame, señor, de otra puta novela de crisis matrimonial sobre fondo de crisis o guerra civil.

Debería, la autora, querida amiga, dejarse de tormentas y metáforas y argumentos de medio pelo y ofrecer al lector algo más que crudo realismo sobre gélida prosa de academia recreativa, que está uno muy harto de siempre el mismo estilo de misma, el mismo tono afectado, monocorde, impersonal. 

El límite inferior es el anticlímax definitivo. Y Nere Basabe, no puede ser de otro modo, otra joven promesa.



35 comentarios:

  1. No aburrir, estilo y honestidad.
    Yo propongo estas tres

    El estilo tiene que ver con la redacción. No creo que sea lo más fácil. Al contrario. Mi odiado Cela decía, más o menos algo así: Un hombre y una mujer se aman. Esta es la historia más vieja del mundo. Ahora escríbela de nuevo.

    Estilo. El estilo es la literatura. Ya sabes, todo está contado. Es una espiral.

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    2. Estoy contigo. Estilo es imantar una historia de tu esencia (quien pueda, que el talento no es precisamente común). Publicar no debería ser cuestión de chupar pollas.

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    3. El estilo debe de ser eso que reproduces en tu blog

      http://planfran.blogspot.com.es/?m=1

      Tú no vas a publicar ni practicando el beso negro.

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    4. Anda, mamarracho, pedazo de mierda... normal que digas estas cosas como anónimo. Lo que hay que ver, cochino...

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    5. Qué estiloso eres.

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    6. ¡Así es como se trata a los mierdecillas como tú!

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    7. "Cómo", con tilde, que es modal. Para insultar con estilo es necesario conocer la gramática.

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    8. ¡Qué más te dará a ti una tilde más que menos, gilipichis!. Al final todos los mamones os agarráis a lo mismo, a falta de argumentos.

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    9. Mierdecilla!, meloncete!, verás que he puesto punto además del signo de admiración en mi anterior correo; venga, capullín, que en este he omitido abrirlo. Habría que comprobar cuantos mensajes ha puesto un tío mierda como tú en este blog a lo largo del tiempo. Ciertamente eres cobarde y conocedor de tu burricie. Cobarde porque solo te atreves a opinar como anónimo y consciente de tu ignorancia porque te escondes ya que sabes que nada aportas con tus mensajes de cochinete.

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    11. Tus argumentos literarios están bien claros en esa mierda que tienes por blog. No sé cómo te atreves a criticar a nadie escribiendo esa cosa viejuna, demodé, como escrita por una señora viuda en un taller de centro cívico, pedazo de mongolo.

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    12. Anda y que te den, subnormal, cobardón... ¡inútil! Hay que ser una basura humana para no atreverse más que a opinar a escondidas.

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    13. Calla, ridícula. Aburres. Sal a pasear un rato a ver si alguien te presenta a tu padre.

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    14. Te pido disculpas, Tongoy. Me ha resultado divertido tirar de las orejas a este melón, pero lo considero una intromisión inoportuna en tu blog. Por mi parte, puedes, si lo deseas, eliminar mis mensajes. Al tipo, que lo zurzan, no me explico como soportas gente así por aquí.

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    15. Nada que disculpar. Ustedes a lo suyo. A veces las cosas se van de madre pero tampoco hay que hacer un drama por eso.

      Gracias por pasar y por la linda pelea callejera.

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  2. Te gusta machacarte con Salto de Página, Tongoy. Cambia de editorial.

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  3. Tong, te haces mayor, viejo, caduco.
    Estás de la olla, choto, chato.
    Lees tanto y aprovechas tan poco que pasan por delante tuyo chollos que no eres capaz de apreciar.
    Figuras y figuraciones. Figuritas figuradas. ¿Qué te figuras?

    ***

    Perdón: es que vi la conexión evidente entre un lugareño (Breogán) y su perra (Odisea) y perdí el sentido.

    Como que lo siento desde el minuto uno y ya.

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  4. Amigx, amigx, zahiriendo sin sentido cargado de rabia y sin razón, si te aburres cómprate un juego.
    Se te nota un poquito resentidx con la autora, más bien bastante jodidx, quizá no correspondidx, intento encontrar una razón a tan mala baba, pero creo que es en vano , simplemente es más fácil hacerlo así, escupiendo veneno, remando en mierda.
    A Fco le digo que por sus mensajes tan cuidados, por su dominio del lenguaje, quizá deberías hacer un curso de felación y cunilingus, que de todo hay que aprender, y te veo más futuro en eso que escribiendo y con la práctica que estás cogiendo aquí llegarás lejos.

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    1. ¿Que se me nota resentido con la autora? Jesús, lo que es no tener ni puta idea...

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  5. Anónimo o adocenado –esto último porque los anónimos sois legión (sí, sí, como uno de los nombres de Satanás). Tú, entre todo los demás, no sabes como escribo, ignoras mi estatura e ignoras mi CI; no tienes esa suerte. Para saber como escribe una persona,s-i tiene o no talento- hace falta leer, con interés y buena voluntad, una buena porción. Lo contrario sería una presunción ¿entiendes? Por lo tanto, carece de sentido que presumas en negativo como será mi escritura. Si te paras a pensarlo, te apercibirás de que las opiniones apresuradas expresadas en una bitácora, muy respetable en este caso, por cierto, garabateadas mientras vas en el autobús o montas una yegua, no puede bastar como muestra. Te guías por mis contestaciones, de lenguaje grueso, obsceno, faltón, perfecto para la ocasión y para repeler un ataque injustificado. ¿Tolera vuesa merced que le insulten por la calle, que le meen en la chaqueta, que se caguen en los bajos de los pantalones?... Pues eso es lo que hice yo, repeler una cagada hedionda sobre mí y mi brillante, inmarcesible, inconmensurable blog y sobre todas las perlas que en él se contienen.
    Muy cordialmente.
    Yo
    PD: En cuanto al cursillo de felaciones, lo vamos a dejar. Me escoro más hacia el cunnilingus, ciencia en la que luzco brillantes laureles.

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  6. Fco, eres T-O-N-T-O, nada más, no llegas ni a la media de hijoputismo de este blog.

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  7. Usted es el anónimo melón, seguro.

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  8. Carlos. Esta crítica es brutal y repugnante. Sinceramente, no creo que haya un solo libro en el mundo, por malo que sea, que merezca semejante crueldad. Dejo de seguirte. No quiero que me salpique tu miseria.

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    1. O, sí claro que lo hay. Y muchos. Esta crítica no es tan terrible, si se fija lo único que ocurre aquí es que no se perdona el aburrimiento y de eso esta novela tiene un rato largo. Todo lo demás es decoración.

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    2. No deje de visitarnos. NO me obligue a ir a buscarlo.

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    3. Es curioso, anónimo de las 15:08. Parece que buscas lo contrario de lo que planteas, o sea, subrayar el horror de la crítica. Además, con gusto. Parece. Porque críticas peores que ésta aparecen en Babelia o El Mundo con cierta frecuencia.

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  9. Lo primero es lo primero: mis disculpas, no me ha sido posible venir antes. Corren malos tiempos para el tiempo libre.

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  10. ¿Es casualidad que tras un post con pocos mensajes, porque no está lleno de mala uva, publiques otro furibundo para satisfacer a tus seguidores bestezuelas?

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