martes, 4 de agosto de 2015

Una aproximación al #librodelverano (de la mano de Laura Fernández)


— Defina PERIODISMO CULTURAL.
— Periodismo Cultural es Laura Fernández.
— Joven, es usted brillante. Ahora, déjeme el lápiz en el culo y siga chupando.
(De las notas de cama de un becario y su examinador)


Descubro la existencia de La chica del tren de Paula Hawkins en el suplemento de El Cultural del 31 de julio. La reseña, firmada por Laura Fernández y pese a hablar de betsellerismo puro (con todas las connotaciones negativas que esto tiene y que ella asume y da por bueas) plantea paralelismos con la obra de Alfred Hitchcock y Patricia Highsmith, y uno, claro, pese a su natural desconfianza en el sistema, no puede evitar hacerse pequeñas inocentes infantiles ilusiones:

«Y es que pese a jugar en la liga del thriller adictivo, poderosamente adictivo (hasta el punto de que podría retarse a cualquiera que diera comienzo a la historia de Rachel Watson a que tratara de no acabarla y ese alguien perdería la apuesta), y evitar todo tipo de pirueta literaria (más allá de la profunda introspección que le permite la primera persona divida en tres: las tres mujeres de la historia, tan distintas y a la vez, tan parecidas), lo cierto es que sobre el éxito y la efectividad real de esta primera novela de Paula Hawkins (Zimbabwe, 1972), planea el genio del gran Alfred Hitchcock. Y no sólo el suyo. También planea el de Patricia Highsmith, y su perturbadora concepción del noir aún contemporáneo».

No contenta con esto, Laura, en un intento de demostrar que la calidad no necesariamente tiene de estar reñida con la producción industrial (porque el plumero, quiéralo ella o no, se le ve) insiste e insiste e insiste en que La chica del tren es, por encima de todo y pese a, UNA BUENA NOVELA porque Paula Hawkings, dice, lo ha hecho bien, pero bien, bien. Milagrosamente bien, de hecho.

«[…] lo cierto es que no hay duda de que Paula Hawkins ha sabido cruzar a Patricia Highsmith con Hitchcock y que lo ha hecho bien. Para todos los públicos y bien. Porque sí, La chica del tren es un bestseller pero también es una buena novela. Y eso es casi un milagro».

Y uno piensa: bueno, pues nada, ¡me lo compro!

Pero también: un momento, a ver si va a ser como aquello de Jöel Dicker y La verdad sobre el caso Harry Quebert, novela que, si no me falla la memoria, se vendió como la repanocha para total acabar siendo un bluff de antología. (Vaya por delante que nunca llegué a leerlo, por lo que hablo desde la más frágil memoria y el prejuicio más mezquino).

También Laura Fernández se ocupó, entonces, en 2013 y también desde El Cultural, de recordarnos que la novela de Dicker era mucho más que una novela («una novela que, por momentos, hace pensar en Truman Capote») y el buen señor mucho más que un escritor. ¡Y también ese verano andaba Hictchock por ahí haciendo de la suyas!

«Joël Dicker (Suiza, 1985), el joven que ha puesto el mundo patas arriba publicando un intenso, profundo, monumental thriller psicológico que lo mismo coquetea con el ambiente cerrado y asfixiante del Twin Peaks de David Lynch (y su galaxia de sospechosos) que con los personajes perturbados de Alfred Hitchcock».

Tampoco faltaron entonces los elogios desmedidos del último párrafo, ese invento del demonio para vagos, maleantes y gentes de poco leer. Dicker tuvo más suerte que Hawkins: mientras ella no pasaba de hacerlo bien, él era Napoleón batallador y lo suyo metaliteratura magistral:

«[…] el furor despertado por el jovencísimo Dicker y su magistral novela (novela que es también pura metaliteratura), […] es un furor real, porque estamos ante el gran thriller que todo el mundo esperaba desde el Millenium de Larsson, ante una voz napoleónica, que no escribe, boxea. En definitiva, ante una novela que no es una novela, es una batalla. Como todo gran libro que se precie».

Esto invita, como poco, a la sospecha (y a la certeza de que la historia siempre se repite). No dejaré nunca de preguntarme al servicio de qué área comercial o grupo editorial está realmente el periodismo cultural (representado, en esta ocasión, por Laura Fernández, desde ya nuestra particular Georgie Dann de las letras, pero en el que podemos encontrar más ejemplos que champiñones tiene el campo) porque al de los lectores, al menos los medianamente exigentes, seguro que no.

Las mamadas, al menos en este barrio, no acostumbran a ser gratis. Espero que Alfaguara y Planeta hayan sido generosos. Que no quede en nada tanto desprestigio.


12 comentarios:

  1. Leí el libro el mes pasado y me pareció un puro entretenimiento sin absolutamente ningún valor literario apreciable, y además bastante previsible como trama policíaca (no llega a thriller, en realidad). Una pérdida de tiempo como otra cualquiera.
    Ahora estoy con otro best seller, en este caso producto nacional bruto ("la última confidencia del escritor Hugo Mendoza"). También malucho literariamente (aunque en este caso, también con la coña de la metaliteratura, no tanto como H. Quebert, y más grotesco), pero bastante más divertido que la petarda del tren.

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    1. Lo de DIVERTIDO suena bien. Si lo tienen en la biblio le echo un ojo. Thanks.

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  2. Para Best seller (signifique lo que signifique eso) pero con cierta calidad recomiendo "el círculo" de Dave Eggers.
    Mención aparte a "el camino del tabaco" de Erskine Caldwell. Diez millones de ejemplares vendidos en su día (no cabe otra definición que no sea superventas) Imprescindible.
    Y puestos a recomendar: kobo abe y su novela "la mujer de la arena"
    Un saludo


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    1. El círculo me lo han recomendado tantas veces como veces me lo han desaconsejado. Sigo sin decidirme.

      El de Cadlwell pinta fenomenal. Anotado.

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  3. Muy arrepentida de haber leído a Dicker, muy malo, vergonzoso que fuera portada del país semanal. Evitaremos todo lo que recomiende esta mujer, ya tengo un filtro bueno para libros chorra. Gracias por volerTongoy.

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    1. Bueno, de todo se aprende y un libro leído no ocupa espacio. Además, el tiempo está para perderlo.

      Gracias a usted por pasar.

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  4. No me cansaria de hablar mal de Dicker escritor y de cómo nos lo vendieron como un Philip Roth como si Philips Roths crecieran en los bosques suizos.
    No me atraía la del tren y visto vuestros comentarios me bajo del vagón.

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  5. Por cierto, acabo de terminar "La última confidencia del escritor Hugo Mendoza", y he de confesar que lo he pasado bien, porque la intriga engancha y es muy fácil de leer. Pero quienes tengan un poco de sensibilidad literaria tienen que dejarla en un cajón mientras lo leen: la historia es demasiado rocambolesca (he perdido la cuenta de cuántas veces el protagonista salva la vida en el último momento gracias a una casualidad inverosímil), los personajes son, o bien simplemente tópicos, o bien tópicos y exagerados hasta lo burlesco (pero sin i tención reamente burlesca, creo)

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  6. ¿Pero esto es La Medicina de Tongoy o Patrulla de Salvación?

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  7. El libro de Joël Dicker sólo es comparable a las mejores obras de Dan Brown. PU(t)RA LITERATURA.

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