lunes, 6 de octubre de 2014

“¿Le gusta ser malvado?” de Peter Hamm (que NO Thomas Bernhard)

Ohlsdorf, 1977. Llueve. 

Ring, ring. Quién es. Peter Hamm. ¿Qué Peter Hamm? Ya sabes, hombre: tu amigo, tu admirador número uno, tu primer crítico. Ah sí, tú; cuánto tiempo, y qué quieres, tú. Entrevistarte. Anda, no me jodas, Peter H. En serio. A ver, suplica. Por favor, por favor, Thomas B., te lo suplico. Venga va, no te humilles más y sube, pero trae pastelitos, que estoy sin desayunar. 

Esto pudo haber empezado así o no. Seguramente no, pero en cualquier caso el resultado fue el mismo: Thomas Bernhard y Peter Hamm (y una que pasaba por allí) pasaron una noche sentados frente a frente: el uno preguntando, el otro respondiendo; el uno creyendo que lo sabía todo, el otro quitándole continuamente la razón; el uno haciendo el ridículo más absoluto, el otro perdiendo una noche que podía haber dedicado a escribir o a la cópula salvaje. 

Pero eso no es lo peor (se lo juro); lo peor es aquello que el propio Peter Hamm, en un arrebato de sinceridad, cuenta en el prólogo: resulta que cuando terminó la entrevista —y después de haberse duchado, arreglado, después de haber ido a su casa y dar de comer al gato— llevó la grabación a la editorial con la que había negociado el asunto para que la transcribieran. Una vez transcrita (se tomaron su tiempo) se la mandó a Bernhard para que la corrigiese (Hamm, por lo que se ve, en este asunto se limitó a frecuentar a Bernhard, apretar un botoncito y pagar un sello en el sobre). 

Bernhard contestó… pues como le gustaba contestar a Bernhard. 

«Querido Peter H.: Sin duda sentirá nostalgia de Sintra al ver este papel… En pocas palabras: todo el texto (¡horriblemente mecanografiado!) de nuestro único (¿y singular?) experimento resulta totalmente inservible y no se debe aprovechar ni una línea de él. Me pongo casi malo al pensar en un libro sobre mi obra; sólo puede resultar otra monstruosidad más… Desde hace años leo únicamente estupideces nauseabundas y no puedo evitar vomitar ante esas fantasías (¿?). Por favor, piénselo todo a fondo otra vez… Estoy en buena forma y debería usted aparecer por aquí de nuevo —¡espontáneamente! — … quizá entre dos… Me despido de mi primer crítico (1957), que tan joven era y al que tomé por tan viejo. Suyo, Thomas Bernhard». 

Y ahora viene la parte en la que les invito a no comprar (ni tan siquiera leer) este libro abyecto y miserable y dónde me niego a reseñarlo, toda vez, además, que está lleno de preguntas torpes, tontas, carentes de interés, equivocadas y de respuestas correctoras y donde no se aporta absolutamente nada que no se pueda encontrar en cualquiera de los libros del bueno de Bernhardo: que si el problema del teatro son los actores, que si sólo se publica basura, que si los editores son unos ladrones, que si mi abuelo era guay, que sí, que claro que me gusta ser malvado: 

«Puedo ser sin duda muy malvado, sí, cruelmente malvado. Pero no puedo expresarlo, darle rienda suelta, ¿no? Eso produce entonces cierto agarrotamientos y a veces, durante largos períodos, cierta infelicidad. […] Pero en mi pensamiento soy muy malvado. Malvado, sí». 

¿Le gusta ser malvado? es Peter Hamm buscando una pepita de oro en el culo de una gallina muerta y vendiéndolo después por cuatro euros en el Todo a cien de la periferia. No les quepa duda de que si a Bernhard este entrevista no le gustaba, era por algo. 


«[…] se me ocurre una cosa: el amor apenas aparece en sus libros
Al contrario. Todo lo que hay en ellos está hecho de amor. Porque el mundo se compone al fin y al cabo de muchos espejos. Quien escribe sobre odio o vileza escribe al mismo tiempo sobre el amor, lógicamente. Sólo hay que leer bien y saber lo que quiere decir. O ver bien. Es al fin y al cabo una cuestión de punto de vista. De algún modo, mirar en un espejo quiere decir verlo todo, ¿no?, y sobre todo ver lo que se refleja, es decir, no sólo lo que hay allí sino también lo reflejado. Sin embargo, ¿quién lo hace? La gente que le no sabe mirar al espejo. Sólo ve un cristal pulido, ¿no?, y eso, naturalmente, no devuelve nada». 

11 comentarios:

  1. El "género" de las entrevistas, si se puede llamar así, es curioso. Un poco como el de las correspondencias particulares. Mucho tienes que admirar al autor para seguirlo devotamente por esos caminos. Y la mitad de las veces para que te decepcione conocer su "dimensión humana", en el mejor de los casos.

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    1. Aquí ni dimensión humana ni leches. Se ve a leguas que Bernhard le está haciendo un favor al pollo este, que debe ser uno de esos fans psicópatas. Yo es que esperaba un poquito de bilis y nada.

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  2. Me encanta la forma que tienes de comentar los libros que no nos recomiendas; pero después de leer tus últimos artículos no puedo evitar preguntarme si este verano has leído algo que te haya gustado.
    Y con respecto a este libro en concreto, ¿qué puedo decir? Coincido con Ire en que los libros de entrevistas son todos un peñazo. Al menos, a mí todos me lo parecen.

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    1. Muchas gracias, muy amable.
      Este verano ha sido bastante bueno, no se crea, lo que pasa es que yo soy más de comentar aquello que "menos". Es más divertido. Si lo pienso está resultando un año bastante espectacular.

      Gracias por pasar. NOs vemos.

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  3. Estoy de acuerdo contigo Carlos, otro libro igual de aburrido y anodino como el que publicó Anagrama bajo la grabación de Kurt Hofmann. Sin embargo,un estudio titulado "Tinieblas", publicado por Gedisa, con alguna entrevista corta, me pareció interesante. Pero está claro que con un autor tan misántropo y pendenciero como Bernhard lo mejor es leerle y estamos de suerte porque está publicada prácticamente toda su obra en castellano.

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    1. No me suena eso de Tinieblas. Buscaremos.

      El mes que viene creo que me voy a dar un homenaje bernhardiano.

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  4. Pues fijate, has hecho que me interese por él. Me gusta mucho el género de las entrevistas; recuerdo un libro de entrevistas con Dylan, Sabina y Reed buenísimo. Si te gustan esos músicos, ya sabes.

    Muy fan de tu blog y de cómo cuentas las cosas. Felicidades.

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    1. Sí, tienes razón, es lo mismo que con los grupos de música. A mí de los tres que nombras solo me gusta Dylan, y vale, es divertido saber que cuando se va de gira solo acepta conciertos si "sube", es decir, si el recorrido de los bolos está planificado de "abajo hacia arriba", que si es al revés no va no nunca. Mira, manías de divo.

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  5. Peter Ham, con una "m", fue un músico inglés, lider de los desaparecidos Badfinger, a quienes en su momento se llegó a catalogar como los nuevos Beatles, que se suicidó, ahorcándose en el garaje de casa (la suya), a la temprana edad de veintiocho años. A mi juicio -no del todo modesto- su canción titulada "No Matter What" vale por toda la obra junta de T. Bernhard. En el próximo post que cuelgue en ARQUETIPO'S voy y la pongo.

    En cuanto a los libros de entrevistas... ¿cómo olvidarnos de estas dos genialidades de G. Papini: "Gog" y "Il Libro Nero"?.

    ¡Abrazos para todos!.

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  6. Pues la letra de la canción es simplemente una mierdra.

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    1. La tienes que juzgar en el contexto. Esta compuesta en el 70, en pleno apogeo flower power, por un tipo de veintidós años. Es la letra, no otra, que procede para una melodía tan vibrante como esa. Si quieres letras sesudas y herméticas ahí tienes a Wilco o Nick Cave que no van a poder componer una melodía como esa en su puta vida. Cuestión de gustos. O no. ;-)

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