Cuando digo “yacarés” me estoy refiriendo a los libros (concretamente a sus novedades cinco y seis) de la editorial Yacaré, de reciente estreno.
Aquí un resumen de nuestra relación: me salté el primero (un par de Lugones), fui muy duro con el segundo (Gaspar Ruiz, ese Conrad ligero), obvié el tercero (aquí sí: un Saki magnífico que aprovecha como ninguno el formato) y me olvidé del cuarto, Dios me perdone (Schalken, el pintor de Le Fanu). Otro día volvemos con ella.
Hoy vengo, pues, para evitar caer en el mismo error; esto es, a comentar, un poco de aquella manera, las publicaciones cinco y seis de estos señores. A saber: La pequeña Roque de Guy de Maupassant y un par de O. Henry's.
Empezamos por lo menos mejor.
Lo relatos elegidos de O. Henry son El regalo de los reyes magos y El poli y el himno, dos relatos breves como suspiros que tratan temas tan neoyorquinos como la navidad y las prisiones. En El regalo…, dos que se quieren a rabiar, que viven al día y con lo puesto, tienen la genial idea de hacerse mutuamente el regalo tan perfecto como todo lo contrario. El final, que se ve venir desde casa, embellece un relato que de otro modo no tendría gran cosa que aportar.
En el segundo relato, El poli y el himno, un hombre quiere ser arrestado y encarcelado. Quiere dormir calentito, básicamente, y siempre mejor la cárcel que un portal, las cosas como son. Nuevamente se intuye el final.
Nunca he sido muy fan de O. Henry. Mi único acercamiento a él fue hace tiempo y no puedo decir que dejase la huella indeleble que hubiera deseado. Lo cierto es que no dejó ni un triste recuerdo. Con todo hay que reconocer, pese a lo crítico que fui en su momento con el diseño de los libros de esta editorial, que este formato le siente de fábula. Y acompañarlo de Sinatra ya ni te cuento.
* * *
La pequeña Roque de Maupassant es OTRA COSA. Un duro relato, narrado casi como cuento navideño, que cuenta la historia de un crimen: una niña aparece violentamente asesinada en bosque. Se trata de saber quién fue, claro. Tenemos, como sospechoso, todo un pueblo. Lejos de ser una novela de misterio es un relato sobre la culpa. Una vez más, al igual que me ocurrió con Saki, el formato y el dibujo se apoderan por completo de la historia.
A estas altura de la película no voy a cuestionar a Maupassant; mi acercamiento a él, también hace ya tantos tantos años, también a sus relatos (puedo que también este, quién sabe) fue considerablemente más satisfactorio que en el caso de O. Henry, pero eso tampoco era muy difícil. Lo cual me recuerda que tengo Bel Ami pendiente. Horror.
Bueno, cómo sea: muy muy recomendable.
* * *
Y ahora me van a permitir que entone un mea culpa.
No soy mucho de pedir disculpas pero mucho menos soy de mantener una injusticia en el tiempo.
Ustedes no se acordarán, pero yo sí. Decía más arriba que hace unos meses reseñé otro libro de esta editorial. Pues bien, en aquel momento critiqué “mucho” el formato. Bueno, a ver, “mucho” no, algo. Criticaba que no era de fácil lectura. Demasiado estrecho, demasiado alto… qué sé yo. Insinué que había primado el hecho diferencial sobre la cuestión práctica. Me equivoqué. No, no es cierto: yo nunca me equivoco: me precipité. Precipité conclusiones y luego pasó lo que pasó, que hubo a quien le pareció mal etcétera etcétera. Quiero restituir el honor del diseño y con ello al diseñador reconociendo abierta y felizmente que a día de hoy los cuatro ejemplares de esta editorial que tengo en mi estantería se cuentan entre mis favoritos precisamente por ese hecho diferencial del que hablábamos antes, que incluye una más que acertada elección de los ilustradores y un producto de una calidad inusualmente bueno. Incluso a su “estrechez” le he cogido cariño. Que son un lujo, cierto; al fin y al cabo se trata de un único relato o, como en el caso de O. Henry, dos, al precio de lo que te cuesta cualquier novedad. Insisto: CIERTO. Ahora bien, se vende tanta mierda a veinte euros que…
Lo que sea. Que celebro Yacaré: sus elecciones (no siempre acertadas pero siempre interesantes) y su hecho diferencial.
Háganse un regalo: háganme caso.